Cayó en la trampa: le hicieron creer que le querían robar el auto, salió de su casa para ver qué pasaba y fue detenido
El sospechoso, de 26 años, es investigado por su presunta participación en una banda que protagonizó una serie de atracos en propiedades de San Isidro
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“Quedate quieto”, “tirate al piso”, gritó la mujer policía apenas se bajó de la patrulla del Centro de Operaciones Tigre (COT). Parecía que había descubierto in fraganti a un ladrón a punto de robar un auto estacionado sobre la vereda. Pero solo era una puesta en escena, una simulación de un operativo. El supuesto delincuente, en realidad, era un policía de civil. Todo era parte de un plan para llamar la atención del “ verdadero objetivo”, un supuesto integrante de una banda que, entre febrero último y fines de mayo pasado, protagonizó siete violentos asaltos en casas de San Isidro y se quedó con un botín de 123.500 dólares, 6000 euros, $1.355.000 , 34 monedas de oro valuadas en U$S 1.530.000, relojes de primeras marcas y joyas. Todo salió como había sido planeado.
Cuando la mujer policía le ponía las esposas al supuesto delincuente, el sospechoso buscado salió a la puerta de su casa y quedó detenido. Todo para él fue sorpresivo. El plan había salido como había sido planeado por los detectives policiales y judiciales.
El procedimiento sucedió el domingo pasado en General Pacheco, en Tigre. El sospechoso detenido solo fue identificado por sus iniciales C. B., de 26 años.
Ese mismo día, también fue detenido Walter Araya, considerado, según dijeron fuentes judiciales, el jefe y coordinador de la organización criminal, en complicidad con Gastón Refatti, detenido a fines de mayo pasado.
“No sabíamos si el sospechoso estaba en su casa. Entonces, se hizo un simulacro de un procedimiento policial. El plan salió como se pensó: la persona buscada salió a la puerta de su casa para ver qué pasaba y quedó detenido”, dijo a LA NACION una fuente judicial.
La banda, tras los operativos del domingo pasado, fue desbaratada. La investigación estuvo dirigida por Patricio Ferrari, uno de los dos fiscales generales adjuntos de San Isidro, con la colaboración de detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro de la policía bonaerense. En el expediente interviene la jueza de Garantías Andrea Rodríguez Mentasty.
El modus operandi
El modus operandi se repitió en todos los robos: los ladrones ingresaban en las propiedades por los fondos, después de acceder por terrenos baldíos u obras en construcción. Generalmente, se encontraban con puertas o ventanas abiertas o, si era necesario, las abrían por la fuerza.
Después de irrumpir en las propiedades, los ladrones maniataban a los propietarios con precintos plásticos. Algunas víctimas fueron golpeadas con las culatas de las armas en la cabeza.
En el tercer golpe protagonizado por la banda, ocurrido el 8 de marzo pasado en una propiedad del barrio Las Lomas, además de robar U$S 20.000, 6000 euros y alhajas, los delincuentes se apoderaron de 34 monedas de oro con la leyenda” Austria un ducado de oro -1915″. Según el expediente judicial, cada metal pesaba 3,49 gramos y tenía un valor de 45.000 dólares.
“No se trataban de entraderas [modalidad delictiva donde los delincuentes sorprenden a las víctimas cuando ingresan en sus casas] o escruches [suceden cuando los residentes no están], los robos protagonizados por ´la banda del falso comisario´ ocurrían cuando las víctimas estaban en sus casas y eran sorprendidas cuando cenaban o descansaban. En cada caso, hubo una inteligencia previa”, dijo a LA NACION un investigador.
Los robos se repetían y no había pista de los delincuentes. Se sabía que los ladrones llegaban y escapaban en una camioneta Toyota SW4 negra. Pero el rastro solía perderse, generalmente, en el peaje Henry Ford del ramal Campana de la autopista Panamericana.
“El conductor de la camioneta 4x4, que después se determinó que era Refatti, pasaba el peaje pegado a otro auto, para evitar que las cámaras tomaran la chapa patente. Además, siempre tenía bajo los parasoles para que los rostros no quedaran registrados en las filmaciones”, explicó un investigador.
Refatti no lo supo en ese momento, pero una chapa patente que había robado para colocarla en la camioneta utilizada los días de los robos lo puso en mira de los investigadores.
Una chapa patente sustraída días antes de uno de los robos en San Isidro estaba vinculada con un sticker utilizado para el pago electrónico de los peajes. Entonces, se empezó a buscar esa chapa patente por las distintas zonas después del peaje y su rastro se perdió en Escobar hasta que se determinó que había entrado a una estación de servicio YPF de la autopista Panamericana y ruta 25.
“En las filmaciones se pudo observar que si bien el conductor pagaba en efectivo, le firmaba un comprobante al playero. Se trataba del voucher por la carga de puntos del programa YPF Club. En ese momento, gracias a la carga de puntos, se pudo ponerle nombre y apellido al conductor de la camioneta usada en los robos: Gastón Refatti”, explicó un investigador.
Pero no fue el único error de Refatti. Antes de ser detenido fue filmado en una estación de servicio en una de sus camionetas 4x4 cuando colocaba un rosario en el espejo retrovisor. Ese rosario fue secuestrado por la policía cuando fue apresado y pertenecía a una de las víctimas de la banda.
Además de Refatti fueron detenidos otros tres sospechosos y secuestraron siete camionetas Toyota Hilux, dos autos, una moto BMW, 11.000 dólares, 280.000 pesos, 100 euros, diez celulares, mochilas, prendas de vestir y una pistola Bersa calibre 9 milímetros.
El lunes pasado, la jueza Rodríguez Mentasty dictó la prisión preventiva de Refatti y de otros dos sospechosos detenidos a fines de mayo pasado, medida solicitada por el Ministerio Público Fiscal.
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