Caso Melina Romero. La dura lucha de una madre para conseguir que caigan todos los asesinos de su hija
Dentro de una bolsa negra. Así vio Ana María Martínez el cuerpo de Melina Romero, su hija de tan solo 17 años, aquel 24 de setiembre de 2014, después de un mes de buscarla con desesperación. Desde lejos, porque no le permitieron acercarse, observaba cómo los investigadores manipulaban el cadáver semisumergido en el arroyo Marrón, muy cerca del predio de la Ceamse, en José León Suárez. El 23 de agosto, hace casi seis años, había salido de su casa, en Ciudad Jardín, de El Palomar, para festejar su cumpleaños en la matiné del boliche Chankanab, de San Martín.
En su diálogo con LA NACION, angustiada de dolor y portando una pancarta que exige justicia para todos los asesinos, ella hace un esfuerzo para explicar cómo se siente a seis años del crimen, recordando cómo hallaron a su hija: "Estaba en el agua y no me dejaron bajar. Tuve que ir a la morgue a reconocerla. Tenía heridas, golpes, manchas de sangre por todos lados. Un día en mi casa me dejaron una carta anónima que decía que la habían molido a palos porque no había querido hacer lo que le propusieron. Me destrozó. Tenés que ver lo linda que era, jovial, divertida, compañera, y cómo me la dejaron".
Cuenta que la lleva en su corazón: "Cada tanto miro la foto de cómo la encontraron y aunque me desgarra, me da fuerzas para pelear. Es impresionante la angustia que siento, pero no me puedo permitir caer. La vergüenza es que nuestra Justicia encontró un solo culpable, Joel Fernández [alias Chavito, que fue condenado por un jurado popular y recibió 13 años de prisión por el delito de "homicidio preterintencional en concurso real con la privación ilegal de la libertad coactiva agravada por la participación de dos o más personas"]. ¿Quién puede creer que él solo hizo semejante masacre y que después llevó el cuerpo hasta un arroyo sin ayuda? Acá hay mala investigación o impunidad. La Justicia me debe esa respuesta".
Mientras acomoda un retrato de Melina, Ana María aclara que Chavito era amigo de Melina y de sus hijos varones. "Había estado tomando mate en mi casa. La venía persiguiendo hacía rato. Melina lo quería como amigo y él buscaba otra cosa", dijo.
Revelaciones
Del expediente surge que "ciertos contactos o conocidos invitaron" a Melina, en el día de su cumpleaños, a ir "de gira". Luego la habrían drogado y golpeado por no prestarse a formar parte de una "fiesta" sexual, e incluso la habrían violado cuando estaba desmayada, antes de matarla a trompadas.
Resultó clave el testimonio de Melody –también menor de edad, como Melina–, amiga de ella, en primera instancia sospechosa de haber mentido o callado lo que sabía, y luego fundamental, ya que su declaración sustentó la prueba para condenar al Chavito. Ella contó que durante la madrugada del 24 de agosto de 2014 Melina pasó por su casa con Joel Fernández y con otros jóvenes, y que se dirigieron a una vivienda, en la que durante toda la noche les suministraron gran cantidad alcohol y drogas, para terminar abusando sexualmente de ambas.
Agregó que luego las subieron a un auto, fueron hasta un arroyo y pudo ver que arrojaron el cuerpo de su amiga. "A Melina la tiraron al arroyo, a mí me tenían apuntada con un fierro. Era como un descampado, yuyo y pasto. La colocaron con piedras adentro de una bolsa negra", relató ante la Justicia.
En la investigación surgieron nombres de sospechosos de haber participado del hecho junto a Joel Fernández, como explica el abogado de la familia Romero, Marcelo Biondi: "Lo trascendente del caso es la ausencia del Estado en el juicio por jurados. La fiscal Fernanda Billone, que condujo la pesquisa, pidió la elevación a juicio oral del caso contra los tres imputados, Joel 'Chavito' Fernández, el Pai César y Elías Fernández; los últimos dos terminaron sobreseídos. Según las pruebas colectadas hasta ahí, el juez de Garantías Mariano Porto hizo lugar a la elevación a juicio, pero solo para Fernández. La fiscalía apeló dicha resolución y la Cámara decidió que los tres imputados debían ir a juicio. Pero llamativamente la fiscal desistió de la acusación. Nunca me lo dijo, pero estimo que recibió una orden de algún superior. Sostengo que hubo irregularidades y que con la condena a Chavito no se hizo justicia completa. Por eso pedimos que se siga investigando hasta encontrar al resto de los que participaron del hecho".
A flor de piel
Con dolor de madre, Ana María sigue recordando la indiferencia y las irregularidades que debió soportar ante cierto sector de la policía y, sobre todo, del lado de la Justicia: "La incapacidad y la falta de compromiso fueron increíbles. Se investigó más a mi hija y a nuestra familia que a los asesinos. Me sentí peor que un delincuente. Los funcionarios encargados de esa tarea de buscar a los homicidas no la cumplieron, y no les importó. La mañana que desapareció Melina fui a la comisaría 1ª de San Martín y no me tomaron la denuncia porque no tenía testigos y yo no estaba presente. Sí la pude hacer en la comisaría de El Palomar, que corresponde a nuestro domicilio. Fue una pérdida de tiempo clave, cuando al final se trató de un homicidio", explica.
Cada tanto miro la foto de cómo la encontraron y aunque me desgarra, me da fuerzas para pelear. Es impresionante la angustia que siento, pero no me puedo permitir caer
Brinda detalles del porqué de su desconfianza: "Me resultó muy extraño que los que estaban a cargo de la investigación filtraran videos donde se veía a mi hija saliendo del boliche, pero después que después no apareciera en ninguna cámara más. ¿Cómo puede ser? ¿No las encontraron? ¿No se registró el seguimiento del auto en el que se la llevaron de acuerdo con la hora de salida? ¿O están tapando algo o a alguien? Según lo que me explicaron hay más involucrados, pero como alguno tiene alto poder adquisitivo logra permanecer oculto. También hicieron correr la voz de que lo que le pasó fue por 'zorra'... Son gente muy mala. Ella había dejado la secundaria por problemas económicos de nuestra familia. Pero trabajaba, vendía productos de Avon en el barrio y películas en la puerta de un supermercado, en Martín Coronado".
Sin condena
Ana María confiesa que sufre porque a causa de la pandemia de coronavirus no puede visitar a Melina en el cementerio de Pablo Podestá. "Me gusta ir para hablarle. Le pido que me dé fuerzas para seguir exigiendo justicia. Le prometí, en su nicho, que esto no va a quedar impune. Hasta el día que Dios me reúna con ella voy a seguir reclamando por los otros culpables. Lloro mucho, esto afectó mi salud. Yo era diabética, pero el disgusto me provocó hipertensión, problemas de colon; tengo un certificado de discapacidad porque sufro una polineuropatía que me afectó la movilidad de las piernas. Camino con bastón desde hace rato. No quise recibir ayuda psicológica. Gracias a Dios mi cabeza funciona muy bien; si perdiera eso terminaría en la cárcel, en el manicomio o en e cementerio. Tengo altibajos, momentos depresivos, pero no me queda otra", comenta.
Y vuelve a implorar justicia: "Soy consciente de que la injusticia convive conmigo y con mi familia. Pero no me resigno, sigo peleando. Trato de sobrevivir lo mejor que puedo. Recién hace dos semanas fui notificada por el Tribunal de Casación de la Plata de que está firme la condena de Joel Fernández, el Chavito. ¡Después de seis años! ¿A vos te parece? Una vergüenza. Él solo no pudo haber estado en el ataque, y menos cuando descartaron el cuerpo. Fue de terror. Mi abogado tuvo que hacer de querellante y de fiscal a la vez, ¡insólito! Fijate que en muchos casos de chicas asesinadas no se termina condenando a todos los implicados. Esto es una constante que debería alarmarnos como sociedad. Por eso creo en la justicia divina; esa no falla, el hombre sí, muchas veces se vende".
No se respetó el "no" de la mujer
Para el abogado de la familia de la víctima, el caso de Melina Romero es el típico en el que no se respeta el no de una mujer. "Los victimarios les dan drogas, alcohol, y terminan matándolas. Las investigaciones que se hacen son pésimas y muchos logran evadir a la Justicia. Acá se sumó que el cuerpo se encontró en estado de descomposición, lo que en la autopsia no permitió determinar el causal de muerte y si, como se presume, fue violada. El Estado, una vez más, estuvo claramente ausente, sin acusación fiscal. Los familiares de Melina reclaman que se continúe la investigación. Una prueba relevante, aunque tardía, sería analizar con un peritaje el Facebook de la víctima, ya que el día del hecho no tenía teléfono celular y es posible que haya acordado con quienes se encontraría mediante esa red social. Aunque parezca increíble, este procedimiento tan sencillo, como tantos otros, nunca se concretó", concluyó Biondi.
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