Caso García Belsunce. Una escucha, dos vecinos de Carmel y un jefe policial, claves de un día negro para Nicolás Pachelo
Comenzaron a declarar los primeros testigos en el juicio donde el exvecino de la víctima es juzgado por el homicidio ocurrido el 27 de octubre de 2002; un comisario retirado declaró que la hipótesis que lo señalaba era “altamente positiva”; una amiga de la víctima dijo que ella le temía y un propietario del country lo señaló por el robo de palos de golf
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Uno de los testigos, el comisario general retirado de la policía bonaerense y actual director de Seguridad de la Municipalidad de Malvinas Argentinas, Ángel Reinaldo Beserra, dijo que la hipótesis investigativa que llevaba a Nicolás Pachelo como sospechoso del homicidio de María Marta García Belsunce, ocurrido en el country Carmel el 27 de octubre de 2002, “era altamente positiva”. Otra de las personas que declaró bajo juramento de decir la verdad, María José Díaz Herrera, amiga y vecina de la víctima, sostuvo que le tenía miedo al imputado porque “era capaz de cualquier cosa”. Y Aníbal Pigoni, propietario en el barrio cerrado, recordó que dos semanas o un mes antes del conmocionante crimen sufrió un robo en su casa un domingo entre las 18.30 y 19.30, mismo día y misma franja horaria en que, según los fiscales, sucedió el asesinato que, casi 20 años, aún está impune.
Pero la sorpresa se vivió cerca del mediodía, cuando se hizo pública una escucha telefónica con una escalofriante conversación entre Pachelo y su madre, Silvia Ryan, dos meses después del crimen del country y casi medio año antes de que la mujer se suicidara, arrojándose por una ventana de su departamento. Fue una jornada negra para el principal sospechoso del homicidio.
“¿Por qué no te vas a la concha de tu madre, te tirás por la ventana y me dejás de romper las pelotas? Infeliz.”, le dijo Pachelo a su madre en ese crudo diálogo, el 19 de diciembre de 2002.
Cinco meses después de esa conversación entre madre e hijo, Ryan, que tenía 60 años, murió tras caer desde su departamento del piso 11 hasta un patio interno del segundo piso de un edificio de Retiro. Fue el 29 de mayo de 2003. El caso se investigó y se cerró como suicidio.
Pachelo no se alteró cuando se difundió el escalofriante audio. Por momentos hablaba con sus abogados, Marcelo Rodríguez Jordán y Roberto Ribas, y en otros hacía anotaciones en un cuaderno que, ayer, por primera vez, llevó al juicio.
Beserra, Pigoni y Díaz Herrera fueron los primeros tres testigos en declarar en el juicio donde Pachelo, de 46 años, y los exvigiladores de Carmel Norberto Glennon y José Ortiz son juzgados por los delitos de “robo agravado por el uso de arma en concurso real con homicidio criminis causae agravado”, para los que se prevé la pena de prisión perpetua.
Ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°4 de San Isidro, presidido por Federico Ecke e integrado por Osvaldo Rossi y Esteban Andrejin, los testigos refirieron situaciones que había planteado el Ministerio Público –representado por los fiscales Andrés Quintana, Federico González y Patricio Ferrari– en los lineamientos de su acusación: que García Belsunce le tenía miedo a Pachelo y que en Carmel, hace 20 años, los domingos entre los 18.30 y las 19.30 hubo una serie de robos adjudicados al sospechoso.
El temor de una testigo
“Pachelo es una persona que me da miedo, lo creo capaz de hacer cualquier cosa”, sostuvo la amiga de María Marta, que también le tenía miedo al imputado, según la testigo.
El fiscal Quintana le preguntó por qué pensaba que la víctima le temía a Pachelo. Y Díaz Herrera respondió: “Habrá intuido que era una persona sin escrúpulos”. Recordó que a su amiga le habían robado a su perro, Tom, por el que le pedían dinero como rescate y que ella estaba segura de que había sido el conflictivo vecino que tenían.
Díaz Herrera dijo que el mismo día de la muerte de María Marta, cuando aún no se sabía que había sido un homicidio, pensó en Pachelo.
“¿Por qué pensó en Pachelo?”, le preguntó el fiscal Quintana. Respondió: “Dos más dos da cuatro... Una persona que desde que tenía 18 años había escuchado comentarios no favorables, le había robado el perro y le había querido sacar plata a María Marta cobrando un rescate... era un pensamiento lógico”.
El día de apertura del juicio, cuando presentó los lineamientos de la acusación, el fiscal Ferrari hizo una analogía con los proyectiles para hacer referencia a las “seis razones” por las que el Ministerio Público Fiscal considera al exvecino como el asesino de Carmel.
Enfatizó cada una de esas razones apoyando sobre la mesa, una a una, seis balas de calibre 32, la misma cantidad que el asesino le disparó a María Marta el 27 de octubre de 2002.
Al apoyar la segunda bala, sostuvo: “Pachelo, meses antes de la muerte de María Marta le sustrajo a ella su mascota, su perro Tom, el hijo que con Carlos Carrascosa [el esposo] no habían podido tener” para exigir un rescate. El perro nunca apareció. Y, desde ese episodio, la víctima le tuvo miedo a su vecino y abogó para que lo echaran del country Carmel, que había fundado su padre, el ya fallecido automovilista deportivo Roberto Pachelo.
La audiencia había comenzado con el pedido del Ministerio Público Fiscal de incorporar como prueba dos entrevistas que Pachelo dio el fin de semana, una con LA NACION y otra con Infobae.
Para Ferrari, esas entrevistas “introducen una serie de datos al debate que no hacen otra cosa que confirmar el control, dominio y triunfo” de Pachelo sobre “el impacto público del juicio”. También destacó su actitud de “dominar el debate”.
“Soy lo que soy, no lo que quieren que sea. No maté a María Marta”, dijo Pachelo a LA NACION en aquella nota.
Dudas sobre la investigación inicial
Después fue el turno de Ángel Beserra, quien en el momento del homicidio era subcomisario y conducía Subdelegación Departamental de Investigaciones (SubDDI) de Pilar, lugar desde el cual colaboró con Diego Molina Pico, el primer fiscal a cargo de la investigación.
El jefe policial sostuvo que, en su opinión, la línea investigativa de Pachelo como autor del homicidio era “una hipótesis altamente positiva” y que cree que el asesino, antes de escapar, tiró a la víctima en la bañera con agua para distraer y ganar tiempo.
“De acuerdo a mi experiencia, todo me indicaba que había sido Pachelo. Ninguna línea investigativa se tiene que abortar. Si hay dos o tres hipótesis se tiene que ir a fondo con todas”, explicó Beserra.
El testigo afirmó, bajo juramento de decir la verdad, que le había aconsejado al fiscal Molina Pico seguir la línea investigativa que ponía bajo sospecha a Pachelo.
Cuando los representantes del Ministerio Público le preguntaron al exinvestigador si cuando él hizo las primeras diligencias, el 30 de octubre de 2002, tres días después de la muerte de García Belsunce, la familia tenía un impedimento para cremar el cuerpo, la respuesta fue concreta: “No”, sostuvo Beserra.
En ese momento intervino Ribas, el defensor de Pachelo, y pidió al tribunal que el fiscal Molina Pico sea citado como testigo para aclarar la situación sobre la prohibición o no de cremar el cuerpo de la víctima.
El letrado sostuvo que existía tal impedimento y dijo que “trabajó con Molina Pico desde un principio”, aunque aclaró que “no en equipo”, sino en su rol de defensor.
El fiscal Ferrari se opuso a la citación de Molina Pico como testigo. Argumentó que Ribas no esbozó elementos nuevos y tendría que haber pedido su declaración antes. Además, sostuvo que cuando absolvió a Carrascosa, el Tribunal de Casación Penal bonaerense ordenó investigar a Molina Pico ante el jurado de enjuiciamiento, y podría autoincriminarse declarando en este juicio en algo que lo involucra. Además, dijo que una resolución de Procuración General bonaerense impide que los fiscales e instructores declaren en juicio.
Palos de golf
Los fiscales sostienen que a María Marta la mataron aproximadamente a las 18.30, en un intento de robo. Y afirman que Pachelo entraba a robar en casas de sus vecinos entre las 18 y las 20, su “hora de confort criminal”.
El vecino de Carmel Aníbal Pigoni fue citado para recordar el robo que sufrió antes del homicidio de García Belsunce. No pudo precisar el día, pero afirmó que fue un domingo entre las 18.30 y 19.30. También dijo que parte de botín, unos palos de golf, los ubicó en un comercio del “driving de la Costanera” y que cuando preguntó en el local cómo había llegado, le respondieron que lo había dejado una persona que se presentó como Nicolás Ryan, es decir, con el apellido de la madre de Pachelo.
En este caso, el exvecino de la víctima fue condenado en un juicio por el TOC N°7 de San Isidro, pero no por el robo, sino por el encubrimiento.
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