Caso García Belsunce: sorpresa en el juicio, los fiscales ampliaron la acusación y dijeron que el crimen fue con alevosía
Los representantes del Ministerio Públicos sostuvieron que el homicida “actuó sobre seguro” y cuando “la víctima estaba en un estado de indefensión”
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La sorpresa llegó cuando la decimosexta audiencia del tercer juicio por el homicidio de María Marta García Belsunce, crimen ocurrido el 27 de octubre de 2002 en el country Carmel, de Pilar, estaba por finalizar. Patricio Ferrari, uno de los dos fiscales generales adjuntos de San Isidro, tomó la palabra y anunció: “Tenemos la necesidad de ampliar la acusación. Sostenemos que el homicidio fue agravado por alevosía”.
Nicolás Pachelo, un exvecino de la víctima, y los exvigiladores de Carmel José Ortiz y Norberto Glennon habían llegado al juicio acusados de los delitos de robo agravado por el uso de arma en concurso real con homicidio criminis causa agravado.
“Somos de la convicción que el homicidio que damnificó a la señora María Marta García Belsunce en 2002, incontrovertiblemente a manos de Nicolás Pachelo, fue cometido por alevosía”, afirmó el fiscal Ferrari ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 4 de San Isidro, a cargo del debate.
Para Ferrari y sus colegas Andrés Quintana y Federico González, la víctima fue atacada “en estado de indefensión y en el modo de actuar sobre seguro”. Y agregó: “El crimen por alevosía es el crimen del cobarde”.
El representante del Ministerio Público Fiscal explicó que la decisión de ampliar la acusación y sumar el agravante de la alevosía se decidió después de escuchar a una serie de testigos y citó como ejemplos las declaraciones del médico forense Héctor Moreyra, que participó de la operación de autopsia en diciembre de 2002, y del comisario mayor retirado de la policía bonaerense Alejandro Elorz.
Elorz había dicho en su declaración que “el agresor se aprovechó del estado de indefensión de la víctima”.
Moreyra, en su testimonio, explicó el período de agonía por el que transitó la víctima después del segundo de los seis disparos.
“Esas razones nos muestran el estado de indefensión de la víctima y el actuar sobre seguro [del homicida]. Existen demasiadas evidencias”, sostuvo Ferrari al hablar de la manera traicionera de matar y la imposibilidad de defenderse de García Belsunce.
Tras las palabras de Ferrari, el juez Federico Ecke, que cumple las funciones de presidente del tribunal, le pidió a Pachelo, Glennon y Ortiz que se pusieran de pie y les explicó que si ellos consideraban necesario suspender el juicio para tener tiempo para defenderse de la nueva acusación, podían solicitarlo por medio de sus defensas. Pero no se formalizó ninguna solicitud.
La pregunta de Pachelo
La audiencia había comenzado a la mañana con dos testigos que, bajo juramento de decir la verdad, recordaron un encuentro con Pachelo la mañana siguiente de la muerte de García Belsunce.
Alas 6 del lunes 28 de octubre de 2002 nadie, salvo el asesino, sabía que a María Marta la habían matado a balazos. Se pensaba que había fallecido como consecuencia de un accidente doméstico en el baño de su casa, en el country Carmel. Ese día, a esa hora, Pachelo, ingresó en la confitería de una estación de servicio de Pilar y preguntó: “¿Saben algo de la mujer que mataron en el country?”. No, fue la respuesta de Walter Mantovani y Miguel Ángel Monzón, encargado y mozo, respectivamente, del local gastronómico.
Así lo recordaron Mantovani y Monzón en su declaración testimonial. El primero en declarar fue Mantovani, que cumplió funciones como encargado de la confitería de la estación de servicio situada en la autopista Panamericana y ruta 25 entre 1998 y 2003. A poco de comenzar su testimonio, recordó que Pachelo fue el primer cliente del lunes 28 de octubre de 2002.
“El primer cliente que llegó fue Nicolás Pachelo. Nosotros estábamos preparando el salón. Pidió una lágrima en jarrito. Se levantó de la mesa, se acercó a la barra y preguntó: ´Che, ¿saben algo de la mujer que mataron en el country?´. Después, agarró un diario y se volvió a sentar en una mesa”, recordó el testigo.
Mantovani y Monzón no sabían nada de una muerte de una mujer. Se enteraron pocas horas después, cuando se presentó otra clienta, conmovida por el fallecimiento de García Belsunce.
De pronto, el fiscal Quintana, uno de los representantes del Ministerio Público, le preguntó a Mantovani: ¿Está nervioso?. El testigo respondió: “Sí, la otra vez que estuve en este lugar era cuando acusaban a Carlos Carrascosa [esposo de la víctima]. Mi declaración no modificaba. En este caso, sí, mi verdad puede modificar. Siempre quise resguardar mi nombre, que no saliera a la luz porque tengo familia, hijos y nietos”.
Después, declaró Monzón. El testigo contó que trabajó como en la confitería de la citada estación de servicio desde 1995 hasta 2014. Después de explicar que García Belsunce era una clienta habitual, al igual que Mantovani, recordó la visita de Pachelo el 28 de octubre de 2002. Dijo que fue cerca de las 7.
“Pachelo preguntó si habíamos escuchado algo de la mujer que habían matado en un country”, recordó el Monzón. Y reiteró lo dicho por Mantovani, que solo se enteraron del fallecimiento pasadas las 9 cuando una clienta contó sobre lo que entonces se consideraba un mortal accidente.
Tras la declaración de los dos testigos, el fiscal Patricio Ferrari, leyó parte de la declaración indagatoria que en su momento le tomaron a Pachelo sus colegas Quintana y María Inés Domínguez, funcionaria judicial ya fallecida. En parte de su testimonio, el imputado sostuvo que sus días comenzaban entre las 9 y las 9.30, cuando se despertaba, que a la confitería de la citada estación de servicio iba poco y nada y que no sabía cómo el mozo lo conocía con nombre y apellido.
Además, Ferrari difundió dos audios de escuchas telefónicas donde Pachelo se refería a su supuesta visita al local gastronómico pocas horas después de la muerte de García Belsunce.
En uno de los audios, Pachelo le dijo a su interlocutor, identificado como NN Rubí: “A mí mucho, digamos no me preocupan los nuevos testimonios raros e inventados porque el mozo ese que dice que a las 7 de la mañana yo fui. Imaginate si yo le voy a preguntar a un mozo, un día después que matan a una mina, a un mozo de un bar. Es como, boludo, ir a una comisaría y preguntar lo mismo. ¿Viste?”
En el siguiente audio, difundido ante los jueces Ecke, Osvaldo Rossi y Esteban Andrejin, Pachelo hablaba con un periodista de nombre Martín. El acusado de matar a García Belsunce decía: “Aparece un mozo, no sé de donde que dice una estupidez. Te imaginas que al día siguiente si alguien mata a una persona no le iba a ir a preguntar a un mozo. Es poco serio como todo lo que hay en este caso. Pero, de todas las maneras, yo tengo entendido que el fiscal [por Diego Molina Pico] maneja esta información mucho tiempo antes de que haya salido en los medios ayer. Si es verdad lo que dice este mozo ya fue a declarar a la fiscalía hace 15 días o 20. Por ende, si yo estoy acá hablando por teléfono con vos es porque el fiscal a este mozo mucho no le cree, te podrías imaginar. Si no, no estoy hablando por teléfono con vos. El único o única que le pudo haber preguntado al mozo una cosa así, al día siguiente [de la muerte] es el que la mató y nadie más. Porque salió públicamente que no había sido un accidente como un mes después. Como verás, el fiscal a este hombre mucha pelota no le da y me parece perfecto”.
Ambas comunicaciones fueron el 9 de enero de 2003.
La audiencia continuó con el testimonio del comisario inspector Christian Blanco, jefe de gabinete de Delitos Informáticos de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro, que ya había declarado la semana pasada.
Esta vez habló sobre la activación de la línea de telefonía celular de Pachelo el 28 octubre de 2002. El especialista dijo que según el VAIC, “el software que permite simplificar el análisis de las comunicaciones telefónicas”, según la definición del testigo.
Blanco dijo que el 28 de octubre de 2002 a las 7.56 con 30 segundos se manipuló el teléfono celular para levantar un mensaje del correo de voz. Según la antena que se activó, el móvil estaba en la zona de Carmel, en Pilar.
Lo que no pudo certificar o asegurar el testigo fue si el teléfono celular a nombre de Pachelo estaba en tránsito.
Antes de que terminara la declaración de Blanco, el juez Ecke, intervino y dijo: “No quiero ser abogado del diablo, pero para levantar el mensaje, el teléfono pudo haber sido manipulado por otra persona, como la esposa, aunque no estaría mal”. Después de unas risas, Blanco respondió: “Sí”.
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