Caso García Belsunce: “¿Saben algo de la mujer que mataron?”, preguntó Pachelo cuando aún no se sabía que había sido un crimen
Walter Mantovani y Miguel Ángel Monzón, encargado de un bar de una estación de servicio de Pilar, recordó un encuentro con el sospechoso pocas horas después del homicidio del country Carmel
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A las 6 del lunes 28 de octubre de 2002 nadie, salvo el asesino, sabía que a María Marta García Belsunce la habían matado a balazos. Se pensaba que había fallecido como consecuencia de un accidente doméstico en el baño de su casa, en el country Carmel. Ese día, a esa hora, Nicolás Pachelo, un exvecino de la víctima, ingresó en la confitería de una estación de servicio de Pilar y preguntó: “¿Saben algo de la mujer que mataron en el country?”. No, fue la respuesta de Walter Mantovani y Miguel Ángel Monzón, encargado y mozo, respectivamente, del local gastronómico.
Así lo recordaron Mantovani y Monzón hoy ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 4 de San Isidro, a cargo del debate donde Pachelo, de 46 años, es juzgado por el homicidio de García Belsunce, ocurrido el 27 de octubre de 2002 en el country Carmel de Pilar. Los dos otros acusados son Norberto Glennon y José Ortiz, dos exvigiladores del barrio privado.
El primero en declarar fue Mantovani, que cumplió funciones como encargado de la confitería de la estación de servicio situada en la autopista Panamericana y ruta 25 entre 1998 y 2003. A poco de comenzar su testimonio, recordó que Pachelo fue el primer cliente del lunes 28 de octubre de 2002.
“El primer cliente que llegó fue Nicolás Pachelo. Nosotros estábamos preparando el salón. Pidió una lágrima en jarrito. Se levantó de la mesa, se acercó a la barra y preguntó: ´Che, ¿saben algo de la mujer que mataron en el country?´. Después, agarró un diario y se volvió a sentar en una mesa”, recordó el testigo.
Mantovani y Monzón no sabían nada de una muerte de una mujer. Se enteraron pocas horas después, cuando se presentó otra clienta, conmovida por el fallecimiento de García Belsunce.
De pronto, el fiscal Andrés Quintana, uno de los representantes del Ministerio Público, le preguntó a Mantovani: ¿Está nervioso?. El testigo respondió: “Sí, la otra vez que estuve en este lugar era cuando acusaban a Carlos Carrascosa [esposo de la víctima]. Mi declaración no modificaba. En este caso, sí, mi verdad puede modificar. Siempre quise resguardar mi nombre, que no saliera a la luz porque tengo familia, hijos y nietos”.
Después, declaró Monzón. El testigo contó que trabajó como en la confitería de la citada estación de servicio desde 1995 hasta 2014. Después de explicar que García Belsunce era una clienta habitual, aI igual que Mantovani, recordó la visita de Pachelo el 28 de octubre de 2002. Dijo que fue cerca de las 7.
“Pachelo preguntó si habíamos escuchado algo de la mujer que habían matado en un country”, recordó el Monzón.
El mozo afirmó que ni él ni Mantovani tenían conocimiento sobre la muerte de una en un country. Se enteraron del fallecimiento de García Belsunce cuando, ese lunes 28 de octubre de 2002, a las 9, entró una clienta muy conmovida, les contó la noticia y les dijo que había muerto como consecuencia de un accidente.
Tras la declaración de los dos testigos, el fiscal Patricio Ferrari, leyó parte de la declaración indagatoria que en su momento le tomaron a Pachelo sus colegas Quintana y María Inés Domínguez, funcionaria judicial ya fallecida. En parte de su testimonio, el imputado sostuvo que sus días comenzaban entre las 9 y las 9.30, cuando se despertaban, que a la confitería de la citada estación de servicio iba poco y nada y que no sabía cómo el mozo lo conocía con nombre y apellido.
Además, Ferrari difundió dos audios de escuchas telefónicas donde Pachelo se refería a su supuesta visita al local gastronómico pocas horas después de la muerta de García Belsunce.
En uno de los audios, Pachelo le dijo a su interlocutor, identificado como NN Rubí: “A mí mucho, digamos no me preocupan los nuevos testimonios raros e inventados porque el mozo ese que dice que a las 7 de la mañana yo fui. Imaginate si yo le voy a preguntar a un mozo, un día después que matan a una mina, a un mozo de un bar. Es como, boludo, ir a una comisaría y preguntar lo mismo. ¿Viste?”
En el siguiente audio, difundido ante los jueces Federico Ecke, Osvaldo Rossi y Esteban Andrejin, Pachelo hablaba con un periodista de nombre Martín. El acusado de matar a García Belsunce decía: “Aparece un mozo, no sé de donde que dice una estupidez. Te imaginas que al día siguiente si alguien mata a una persona no le iba a ir a preguntar a un mozo. Es poco serio como todo lo que hay en este caso. Pero, de todas las maneras, yo tengo entendido que el fiscal [por Diego Molina Pico] maneja esta información mucho tiempo antes de que haya salido en los medios ayer. Si es verdad lo que dice este mozo ya fue a declarar a la fiscalía hace 15 días o 20. Por ende, si yo estoy acá hablando por teléfono con vos es porque el fiscal a este mozo mucho no le cree, te podrías imaginar. Si no, no estoy hablando por teléfono con vos. El único o única que le pudo haber preguntado al mozo una cosa así, al día siguiente [de la muerte] es el que la mató y nadie más. Porque salió públicamente que no había sido un accidente como un mes después. Como verás, el fiscal a este hombre mucha pelota no le da y me parece perfecto”.
Ambas comunicaciones fueron el 9 de enero de 2003.
La audiencia continuó con el testimonio del comisario inspector Christian Blanco, jefe de gabinete de Delitos Informáticos de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro, que ya había declarado la semana pasada.
Esta vez habló sobre la activación de la línea de telefonía celular de Pachelo el 28 octubre de 2002. El especialista dijo que según el VAIC, “el software que permite simplificar el análisis de las comunicaciones telefónicas”, según la definición del testigo.
Blanco dijo que el 28 de octubre de 2002 a las 7.56 con 30 segundos se manipuló el teléfono celular para levantar un mensaje del correo de voz. Según la antena que se activó, el móvil estaba en la zona de Carmel, en Pilar.
Lo que no pudo certificar o asegurar el testigo fue si el teléfono celular a nombre de Pachelo estaba en tránsito.
Antes de que terminara la declaración de Blanco, el juez Ecke, que cumple la función de presidente del tribunal, intervino y dijo: “No quiero ser abogado del diablo, pero para levantar el mensaje, el teléfono pudo haber sido manipulado por otra persona, como la esposa, aunque no estaría mal”. Después de unas risas, Blanco respondió: “Sí”.
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