Caso García Belsunce: “Esto me arruinó”, la palabra de uno de los vigiladores acusados del homicidio de María Marta
José Ortiz, tiene 45 años y es padre de cinco hijos; el 27 de octubre de 2002, el día del crimen, fue el primer custodio de Carmel en llegar a la casa de la víctima
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Promediaba su declaración cuando el juez Esteban Andrejin, uno de los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 4 de San Isidro, le preguntó: “¿Por que terminó imputado?”. La respuesta fue rápida. “No lo sé señor. Me arruinaron. Perdí mi trabajo. Tenía una vida como cualquier otra persona, cobraba mi salario, tenía mi aguinaldo. Esto me arruinó”, sostuvo José Ortiz, uno de los dos vigiladores acusados de haber participado en el homicidio de María Marta García Belsunce.
Ortiz tiene 45 años. Es padre de cinco hijos y abuelo de dos nietos. En 2002 trabajaba para Cazadores, la cooperativa que se encargaba de la seguridad del country Carmel, donde vivían la víctima y Nicolás Pachelo, otro de los acusados. Ahora se desempeña como pintor, albañil, gasista y parquista.
El excustodio de Carmel, que está representado por las defensoras oficiales María Eugenia Nigro, María Antonia Ventresca y María Gabriela Madariaga, comenzó su relato recordando lo que hizo el 27 de octubre de 2002, el día del homicidio.
El imputado sostuvo que llegó al country entre las 18.40 y las 18.45 en una camioneta utilitaria de la cooperativa Cazadores, encargada de la seguridad de Carmel, que lo había ido a buscar a él y a otros vigiladores a la estación Villa Rosa del ferrocarril Belgrano. El horario lo saca de la escena del homicidio porque a García Belsunce la habrían asesinado a las 18.30.
Ortiz recordó que ese domingo cuando él y sus compañeros llegaron, le asignaron el puesto de control 4, que era la entrada y salida de proveedores. Para la recorrida tenía el carro eléctrico conocido como Melex.
A poco de comenzar su trabajo, por el handy escuchó la modulación donde desde la guardia principal preguntaban si algún vigilador podía ir a la casa de García Belsunce porque había llegado la masajista Beatriz Michelini, pero nadie respondía las llamadas para autorizar el ingreso.
“Era normal que si nadie contestaba mandaran un vigilador. Entonces, dije que iba yo porque estaba cerca. Toqué timbre. Se escuchaba que sonaba el teléfono, seguramente era la guardia que seguía llamando. Habré estado entre tres y cinco minutos. Cuando estaba saliendo, llegó Carrascosa [Carlos, el marido de la víctima]. Corrí el Melex para que pudiera subir su camioneta y le avisé lo de la masajista. Me dio el ok, llamé para que pase [Michelini] y continué mi recorrido”, sostuvo Ortiz.
Se enteró de que la propietaria de la casa donde había tocado timbre había muerto por Michael Taylor, otro vecino, que le dijo: “Falleció mi madrina”. En ese momento, el excustodio resumió: “Ese fue mi domingo”.
Después habló de Romeo y Julieta, como los vigiladores llamaban a Pachelo y su entonces esposa, Inés Dávalos Cornejo. El matrimonio tenía una consigna que vigilaba sus movimientos dentro del country.
“Me tocó ser consigna de Romeo y Julieta. Se le avisaba a la guardia: ´salió Romeo´, ´llegó Romeo´. Si Pachelo salía a trotar por el county se lo tenía que seguir”, recordó Ortiz.
Poco después, el juez Andrejin le hizo la pregunta de por qué creía que estaba imputado. “No lo sé señor, esto me arruinó. La verdad que no sé. ¿Por qué soy el vigilador que fui a tocar el timbre y golpear? Me arruinaron, perdí mi trabajo”, respondió el imputado.
Contó que trabajó en una empresa que hacía envases plásticos para una reconocida empresa de gaseosas, pero todo se terminó cuando hubo un incendio.
Después trabajó diez años como encargado para una empresa de seguridad privada, pero, según dijo, lo echaron de un día para el otro cuando se estaba por estrenar en Netflix Carmel, el documental sobre el homicidio de García Belsunce.
“El telegrama decía por falta de confianza. Le dije al dueño: ¿Diez años para desconfiar de mí? Le pedí que no me echara. Pero me dijo que la gente iba a empezar a hablar y que podían perder servicios. Yo sigo para adelante”, sostuvo ante la sorpresa de los presentes.
Antes de finalizar su declaración hizo una afirmación que no pasó desapercibida para Marcelo Rodríguez Jordán, uno de los abogados de Pachelo. Ante una pregunta de los jueces, sostuvo que antes de terminar su turno, no escuchó al encargado de la consigna de Pachelo avisar que “había salido Romeo”.
Ortiz terminaba el turno a las 7. Según los testigos Walter Mantovani y Miguel Ángel Monzón, que en octubre de 2002 cumplían las funciones de encargado y mozo de una confitería de una estación de servicio de Pilar, a esa hora Pachelo fue a desayunar y preguntó “¿saben algo de la mujer que mataron en el country?”. García Belsunce había sido asesinada la tarde anterior en su casa de Carmel, pero en ese momento y hasta el 2 de diciembre, día en que se hizo la autopsia, se pensaba que había fallecido en un accidente doméstico.
“Dormido no estaba”, explicó Ortiz cuando le preguntaron si no pudo haber escuchado la modulación por algún motivo. Rodríguez Jordán pidió que quedara constancia de lo que había dicho el excustodio.
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