Caso García Belsunce: el pánico de una testigo que hizo que Nicolás Pachelo la tuviera que escuchar detrás de una puerta
Deborah Luaces le había anticipado a los representantes del Ministerio Público Fiscal que no podía ni quería declarar ante la presencia del imputado; tras su testimonio, el exvecino de Carmel pidió la palabra y afirmó que la mujer había dicho mentiras
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Tras un cuarto intermedio, y cuando el juez Federico Ecke, presidente del tribunal que juzga a Nicolás Pachelo como presunto autor del homicidio de María Marta García Belsunce, crimen ocurrido hace casi 20 años en el country Carmel, de Pilar, estaba por hacer ingresar en la sala de audiencias a Deborah Luaces, la última testigo de la jornada, Patricio Ferrari, uno de los dos fiscales generales adjuntos de San Isidro, tomó la palabra y dijo: “La testigo nos dijo que le tiene pánico a Pachelo y que no quiere ni puede declarar en su presencia”.
Fue el comienzo de un debate que concluyó cuando Pachelo y sus abogados defensores, Roberto Ribas, Marcelo Rodríguez Jordán y Raquel Pérez Iglesias, aceptaron que el imputado saliera de la sala de audiencias y escuchara el testimonio de Luaces detrás de la puerta por la que entran y salen los magistrados.
Primero, los abogados habían intentado oponerse a que Pachelo saliera de la sala de audiencias porque consideraban que podía atentar el derecho de defensa. Rodríguez Jordán llegó a decir que su cliente no era un cuco. Pero finalmente, cambiaron su postura.
El juez Ecke agradeció la buena predisposición y aclaró que si el testigo hubiese sido un hombre “la cosa era distinta”, como dando a entender que no iban a permitir que el imputado saliera de la sala de audiencias.
Luaces, de 41 años y vecina de Carmel, respondió las preguntas de Ferrari. Por momentos se quebró y lloró, como cuando recordó que sus padres y García Belsunce y Carlos Carrascosa, el esposo de la víctima, se conocieron en un safari y ambos matrimonios “congeniaron” porque tenían la misma decisión de adoptar un hijo. “Mi hermana y yo somos adoptadas”, dijo, entre lágrimas.
Al hablar del imputado, sostuvo: “Lo conozco a Pachelo de toda la vida. Era vox populi que lo describían como un loco, como una persona que está más allá del bien y del mal, que no tenía remordimiento de las cosas. No le tiene miedo a las consecuencias, no le importa más que sí mismo. Yo lo conozco por todo lo que he escuchado en Pilar, pueblo chico donde nos conocemos todos, y siempre tuve miedo de él”.
También sostuvo que, en su opinión, Pachelo no era feliz: se lo había cruzado cuando él corría por Carmel y nunca lo vio sonreír. Las palabras de Luaces no pasaron desapercibidas para el acusado, y pronto lo iba a hacer saber.
El testimonio de Luaces se centró en una situación que, según dijo bajo juramento de decir la verdad, ocurrió en la casa de sus padres, en Carmel, protagonizada por Pachelo y que tiene relación con lo que dijo la semana pasada el testigo Mariano Maggi, dueño de una concesionaria de autos de Pilar.
Maggi declaró que en el año 2000 le había vendido a Pachelo una camioneta 4x4. Pero la operación comercial terminó en tribunales porque el ahora imputado le entregó, como parte de pago, cuatro cheques, de los cuales al menos uno estaba denunciado como robado.
El testigo dijo que como no lo atendía, un vecino de Carmel lo hizo entrar en el country y él pudo ir a la casa de Pachelo a hacerle un reclamo. El vecino en cuestión era el padre de Deborah Luaces.
Ella sostuvo hoy que, cierto día, Pachelo ingresó en la casa de sus padres sin permiso para increparlo por haber dejado entrar a Maggi en Carmel. La testigo afirmó que, mientras increpaba a su padre, Pachelo tenía una mano dentro del bolsillo de su campera.
“Parecía que algo tenía, no vi, pero hacía un movimiento”, recordó Luaces, mientras trataba de imitar el gesto que, según ella, había hecho Pachelo más de 20 años atrás.
La amante y Tom, el labrador
La testigo también se refirió a una amiga que luego la traicionaría y a Tom, el perro labrador de García Belsunce y Carrascosa, “el hijo” que, en palabras del fiscal Ferrari, el matrimonio no pudo tener y que María Marta buscó con desesperación.
“Pachelo, meses antes de la muerte de la víctima, le sustrajo a ella su mascota, su perro Tom, el hijo que con Carlos Carrascosa [el esposo] no habían podido tener, para exigir un rescate. Nunca apareció. Y desde ese episodio le tuvo miedo a su vecino y abogó para que lo echaran del country Carmel”, había dicho Ferrari al presentar los lineamientos de la acusación.
Luaces recordó hoy los panfletos que María Marta hizo con la imagen de Tom y el número de su teléfono celular, y que la testigo le ayudó a pegar en el centro de Pilar.
La testigo contó que una persona que creyó que era amiga suya, pero después terminó siendo la amante de su exesposo, le había dicho que una vez había estado en la casa de Pachelo y había jugado con Tom. Identificó a esa mujer como Raquel Fait. El ahora acusado volvió a tomar nota, porque no lo dejaría pasar.
En medio de su relato, la testigo volvió a llorar y a decir que tenía miedo. Antes de retirarse, Luaces contó algo que le pasó hace un par de días. “A mí me llamó la atención, no lo vinculo... pero justo [pasa ahora] que estoy en esta situación de testigo y nunca me había pasado”, sostuvo.
El regreso y sus respuestas
Cuando Luaces se retiró de la sala de audiencias del primer entrepiso del edificio de los Tribunales de San Isidro, Pachelo volvió a ingresar y pidió la palabra.
Sin responder preguntas del Ministerio Público Fiscal, afirmó que el testimonio de Luaces estaba atravesado por “mentiras e incongruencias”. Cuestionó que la testigo haya sostenido que él no era feliz por el solo hecho de no haberlo visto sonreír mientras corría por el country, y negó la versión de la mujer que, según la testigo, jugó con Tom en su casa. Pachelo dijo que para ratificar sus dichos se podía pedir el registro de visitas del country Carmel.
También explicó que su línea de teléfono celular está “blanqueada” ante el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) por si lo querían investigar por la llamada extraña que dijo haber recibido la testigo.
Respecto a la visita que, según Luaces, hizo para recriminarle a su padre haberle permito el ingreso de Maggi, Pachelo dijo que entrar en un domicilio de esa manera hubiese sido un delito. Sostuvo que sí le recriminó al presidente de la comisión directiva del country por haber dejado entrar a una persona para que vaya a la casa de un socio.
El juicio continuará pasado mañana, con la declaración de más testigos propuestos por el Ministerio Público Fiscal.
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