Caso García Belsunce: el apoyo espiritual de Carrascosa, el recuerdo del último beso y los dardos hacia Molina Pico
Irene Hurtig declaró como testigo en el juicio donde es juzgado Nicolás Pachelo como el autor del homicidio de la socióloga, asesinada el 27 de octubre de 2002 en el country Carmel, de Pilar
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Llegó a los tribunales de San Isidro acompañada del abogado Adrián Murcho, el colega que le dio trabajo en su estudio jurídico. Ingresó en los tribunales de San Isidro y subió directo al primer entrepiso. No llegó a saludar a su cuñado Carlos Carrascosa, que la esperaba en un bar cercano para darle su “apoyo espiritual”. Eran las 14.15 cuando Irene Hurtig, hermana de María Marta García Belsunce, comenzó a declarar en el juicio donde está acusado Nicolás Pachelo como autor del homicidio ocurrido hace casi 20 años en el country Carmel, de Pilar. Durante dos horas y 15 minutos, la testigo hizo un recuerdo emotivo del último beso y abrazo con la víctima y calificó de “basura” y “delincuente” a Diego Molina Pico, primer fiscal que tuvo a su cargo la investigación del crimen.
“En la muerte de mi hermana tuvo intervención Pachelo”, sostuvo la testigo ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 4 de San Isidro, a cargo del debate. Y afirmó que el exvecino de Carmel tuvo la protección de Molina Pico.
Mientras hablaba, en una sala de audiencias llena como en ninguna de las anteriores jornadas, Hurtig tenía sus anteojos de sol en su mano derecha y, por momentos, comía unas famosas pastillas en forma de corazones.
La hermana de María Marta contó que, en medio de la investigación del crimen de su hermana, donde Carrascosa era acusado de ser el asesino y su esposo, Guillermo Bártoli, y sus hermanos, Juan Hurtig y Horacio García Belsunce (h.), eran imputados del delito de encubrimiento, decidió estudiar Derecho. “No podía entender por qué nos culpaban”, afirmó.
“Molina Pico es una basura, un delincuente. No entiendo cómo todavía está en las filas del Ministerio Público. Protegió a Pachelo”, sostuvo la testigo. El fiscal Patricio Ferrari le pidió que se dirigiera con respeto. Ella respondió: “Estoy siendo suave”.
Pero, Hurtig no solo tuvo duros términos para con el fiscal Molina Pico. También dirigió sus dardos hacia el abogado Roberto Ribas, el histórico representante legal de Pachelo al que acusó de “fogonear” en los medios de comunicación la hipótesis del encubrimiento del crimen por parte de la familia García Belsunce.
También, Hurtig dijo que había tenido acceso a la transcripción de una escucha telefónica donde Ribas le pidió a Pachelo que “ubique al guardia que supuestamente tenía que cuidarlo y que si era necesario le pague para que diga que lo estaba cuidando [el día del homicidio]”.
“No tengo dudas de que Pachelo tuvo que ver en la muerte de mi hermana. Obviamente, lo importante es lo que ustedes vayan a evaluar”, sostuvo Hurtig.
Hurtig también recordó el momento en que fue a la cárcel de Campana a visitar a su marido, que estaba preso por encubrimiento. “Cuando me abrazó me di cuenta que lo habían logrado quebrar”, dijo la hermana de María Marta.
En noviembre de 2014, Bártoli murió de cáncer. “Era una excelente persona”, sostuvo su esposa. Antes de retirarse, hizo un pedido: “Que se condene a los que yo creo que son los responsables. No me van a devolver a María Marta y Guillermo. Espero que se haga Justicia”.
Cuando Hurtig estaba por comenzar a declarar, Carrascosa le dijo al canal de noticias TN: “Quiero que se haga Justicia”. Como va a declarar como testigo, no pudo ingresar en la sala de audiencias. “Vino como apoyo espiritual”, explicó a LA NACION Horacio García Belunce (h).
En la primera parte de la audiencia, antes del cuarto intermedio del mediodía, hubo una revelación por parte del Ministerio Público: Pachelo le habría confesado a un preso con el que compartió una celda en una dependencia de la Prefectura Naval que había matado a García Belsunce y le habría dicho, también, dónde había descartado del arma homicida, un revólver calibre 32.
Así lo afirmó el fiscal Ferrari al informarle a los jueces Federico Ecke, Osvaldo Rossi y Esteban Andrejin, a cargo del debate, que debían desistir del testigo Marcelo Maradei porque falleció en agosto de 2021.
Ferrari sostuvo que Pachelo y Maradei habían estado presos juntos en la División de Investigación Penal y Administrativa (DIPA) de la Prefectura Naval, en el barrio de Retiro.
Maradei le habría reconstruido el diálogo con Pachelo al fiscal Andrés Quintana, que tuvo a su cargo el expediente, después de que el representante del Ministerio Público presentara el requerimiento de elevación a juicio donde el exvecino de Carmel fue acusado del homicidio, ocurrido en el country Carmel, de Pilar, hace casi 20 años.
Ante preguntas de la abogada Raquel Pérez Iglesias, que defiende a Pachelo, los fiscales explicaron que Maradei no llegó a declarar como testigo, que lo iba a hacer el juicio, pero que murió en la Unidad 9 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), en La Plata, donde ahora está preso el acusado de matar a María Marta.
Antes de terminar la audiencia, Pachelo pidió la palabra. Explicó que en la DIPA, donde estuvo alojado durante dos años, había celdas individuales, que no recordaba el apellido Maradei.
“Ya empezó con una mentira”, dijo en referencia al fiscal Ferrari al remarcar que el representante del Ministerio Público había afirmado que Maradei y Pachelo habían compartido celda. “¿Está seguro?”, le preguntó el juez Ecke, que cumple la función de presidente de tribunal.
Acusaciones de la defensa a la fiscalía
Tras la afirmación del fiscal Ferrari, hubo un cruce con la abogada Pérez Iglesias. La letrada acusó a los representantes del Ministerio Público de haber hecho ciertos “ofrecimientos” a los testigos en las reuniones previas a presentarte ante el tribunal.
Pérez Iglesias explicó que, por medio de unos de sus hijos, Pachelo se enteró de que a su exmujer, Inés Dávalos Cornejo, le ofrecieron protección a cambio de que dijera que su exmarido era el autor del crimen. La letrada pidió la presencia de veedores en las reuniones de los fiscales con los testigos.
Ferrari recogió el guante y explicó que las reuniones previas con los testigos está permitida por ley.
“Decir con liviandad que se intenta persuadir a los testigos me parece un disparate”, dijo Ferrari y le explicó a Pérez Iglesias que se quedara tranquila porque, en esa reunión, Dávalos Cornejo estuvo acompañada por un abogado, Diego Olmedo.
Como testigo también declaró Juan Gauvry Gordon, el primer médico que llegó a la casa de García Belsunce y de Carrascosa ante la llamada emergencia
“Me destruyeron la vida 20 años. Esto no se termina nunca más para mí. La Justicia no fue justa. Nadie me pidió perdón ni me dijo ‘nos equivocamos’. Yo llegué al lugar para intentar salvar una vida”, sostuvo.
El médico fue juzgado y condenado en 2011 en el segundo juicio por el caso como uno de los encubridores del crimen, a una pena de tres años de cárcel, en un fallo que luego fue revertido por el Tribunal de Casación que lo dejó absuelto en 2015.
Gauvry Gordón recordó un encuentro con Carrascosa en la cárcel de Campana. “Le dije [al esposo de la víctima] que lamentaba no haberme dado cuenta que a la mujer le había pegado cinco tiros en la cabeza”, sostuvo. Él, el de la muerte, pensó que la víctima había fallecido por un accidente al caer en la bañadera y golpear su cabeza con una canilla.
“Una sola pregunta, piénsela bien, use su inteligencia”
La audiencia, la decimotercera del juicio, estaba por llegar a su fin, pero Pachelo, como se consignó, había pedido la palabra para responder unas afirmaciones del fiscal Patricio Ferrari. Primero, le aconsejó al representante del Ministerio Público que presentase “una prueba decente” en su contra y después le espetó: “No le voy a responder ni una sola pregunta porque usted no se lo merece”. Sí, en cambio, aceptó contestar una consulta de Gustavo Hechem, el abogado que representa a Carlos Carrascosa, el esposo de la víctima, pero le hizo una irónica advertencia: “Una sola pregunta, piénsela bien, use su inteligencia”.
El abogado quería que el imputado marcara en un plano de Carmel el camino que había hecho el 27 de octubre de 2002, día del crimen, para ir a buscar su auto desde su casa hasta el estacionamiento del club house del country. “Ya la respondí. Si hubiese estado atento se acordaría”, le dijo, palabras más, palabras menos, Pachelo a Hechem.
“Perdió Hechem”, dijo. Y antes de terminar de que su voz fuera tapada por las risas de los presentes en la sala, agregó: “Le pongo humor”. El juez Hecke explicó que se permitieron las risas y los cruces irónicos porque no estaba presente nadie de la familia de la víctima.
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