Caso García Belsunce: aturdimiento, agonía y los disparos finales, los detalles de la autopsia
El médico forense Héctor Moreyra, que participó de la necropsia, en diciembre de 2002, declaró como testigo que el crimen se produjo una hora antes de que la víctima fuese atendida por los paramédicos en su casa de Carmel, es decir, a las 18.30 del domingo 27 de octubre de ese año, hora en la que Nicolás Pachelo, el principal acusado en el juicio, todavía estaba en el country
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El primer balazo que recibió María Marta García Belsunce, que le rebotó en la cabeza –y se convirtió en el famoso “pituto”–, le provocó un aturdimiento. El segundo, que fue hecho a una distancia de entre 5 y 35 centímetros, le perforó el cráneo y dio comienzo al período de agonía de la víctima. Pero, fueron los cuatro últimos, hechos de manera continua, uno de detrás de otro, los que generaron el paro cardiorrespiratorio que terminó con la vida de la socióloga. Fueron los de la ejecución.
Así lo explicó el médico forense Héctor Moreyra, uno de los dos médicos que hizo la autopsia del 2 de diciembre de 2002, que puso al descubierto la naturaleza criminal de la muerte y convirtió el expediente en lo que hoy se conoce como el “Caso García Belsunce”.
“El disparo que determina el comienzo de la de la agonía de la víctima no fue determinante de su paro cardiorrespiratorio hasta el momento que se ejecutan de manera continua, y uno de detrás de otro, los disparos finales. Desde el punto de vista forense, la interpretación pertinente es que el objetivo perseguido [por el agresor] es que si la persona continuaba sin fallecer y se producen estos cuatro disparos, eso es una modalidad ejecutoria para que se confirme el fallecimiento. Si la víctima hubiese quedado viva, con la capacidad de reconocer al victimario, no se lograba el objetivo de que no lo reconozca”, sostuvo Moreyra.
Ante una pregunta del juez Federico Ecke, presidente del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°4 de San Isidro, el médico forense confirmó que los cuatro últimos disparos fueron hechos para que la víctima no sobreviva. ¿La pregunta es por qué no quería que quedara viva?”, se interrogó el propio testigo.
El horario, la clave
Moreyra, además de hablar de los orificios en el cráneo, recordó golpes que la víctima tenía en el rostro y en las piernas. También tuvo un comentario especial para la fractura que descubrieron en la zona de la costilla izquierda, que infirió que se produjo en las maniobras de reanimación, cuando la víctima ya había muerto.
“Al no haber dejado secuelas en la piel, debe interpretarse que la maniobra ha sido practicada como mínimo a una hora del fallecimiento de la víctima”, explicó Moreyra. Eso sitúa el momento de la ejecución entre las 18.20 y las 18.30.
Para los fiscales Patricio Ferrari, Federico González y Andrés Quintana, representantes del Ministerio Público en el juicio, las palabras de Moreyra fueron un triunfo: si los masajes de reanimación cardiopulmonar se hicieron una hora después del homicidio, Nicolás Pachelo, el exvecino acusado del homicidio todavía estaba en el country Carmel, como sostiene la acusación. La primera ambulancia llegó entre 19.20 y 19.25. El acusado se fue de Carmel a las 18.59, según los registros de las cámaras de entrada y salida del country.
También habló de un pañuelo con manchas de sangre que fue encontrado en el bolsillo de derecho del pantalón que tenía puesto la víctima. “Si lo hubiesen advertido, no lo hubieran dejado porque era una evidencia”, sostuvo Moreyra.
Pero también hubo un momento en que Pachelo se sintió victorioso durante el testimonio de Moreyra. Fue cuando el forense dijo que el médico que había revisado el cuerpo en la escena del crimen debió haberse dado cuenta que los orificios que la víctima tenía en la cabeza eran producto de disparos de arma de fuego. Sin nombrarlo, se refería a Juan Gauvry Gordon, el facultativo de la primera ambulancia. El imputado, entonces, dirigió su mirada hacia donde estaban los periodistas, como para que tomaran nota de la revelación.
“Yo hubiese introducido [en el orificio] una lapicera, pero es una formación forense, de investigación del delito”, explicó Moreyra. Gauvry Gordon solo llegó a meter parte de una de sus uñas en las fracturas de lo que, según le dijeron los familiares de la víctima en esos primeros minutos, habían sido consecuencia de una caída de María Marta dentro de la bañera que hizo que golpeara su cabeza contra la grifería.
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