Caso Chiara: liberaron a la madre y al padrastro del novio asesino
El camarista de Venado Tuerto adoptó esa decisión por el beneficio de la duda; fuerte reacción del fiscal
SANTA FE.- El caso de Chiara Páez, la adolescente de 14 años que fue asesinada por su novio de 16 en la ciudad de Rufino, tuvo un vuelco imprevisto.
El camarista de Venado Tuerto, Fernando Vidal, dispuso la libertad de Carolina Vallejos, de 34 años, y su pareja, Carlos Alberto Cerrato, de 43, madre y padrastro del confeso asesino, apoyándose en el beneficio que la duda otorga al preso.
"La resolución del camarista Vidal nos sorprende", sostuvo en forma enfática el fiscal de la investigación, Mauricio Clavero. "A pesar de la gran cantidad de elementos probatorios presentados y de la peligrosidad procesal que existe, el magistrado entendió que las pruebas pueden ser suficientes tanto para determinar una presunta participación de ambos imputados, como un supuesto encubrimiento. Y, en tal sentido, se aferró al beneficio de la duda y concedió la libertad a la pareja", agregó el fiscal.
Clavero explicó que "para este caso, como los imputados son familiares directos del menor que confesó el asesinato, el encubrimiento tiene la excusa absolutoria que hace que el delito no sea punible para ellos, tal como lo establece el artículo 277 del Código Penal de la Nación".
La decisión de Vidal fue tomada a partir de una apelación presentada por la defensa de los dos imputados, y a pesar de que la prisión preventiva para ambos había sido ordenada por dos jueces de primera instancia.
En primer lugar, lo había hecho la jueza de la Investigación Penal Preparatoria (IPP) Lorena Garini, quien luego fue desplazada de la investigación, pero el juez Eduardo Bianchini -quien reemplazó a Garini- también entendió que había elementos suficientes para que los dos imputados quedaran detenidos preventivamente como presuntos partícipes del homicidio de la menor.
DELITO A PUERTAS CERRADAS
Ante una consulta, el fiscal Clavero afirmó: "Vidal entiende que no hay prueba directa que demuestre la participación de los imputados en el hecho; no obstante, es claro que en este tipo de delitos denominados «delitos a puertas cerradas», salvo la confesión o una videograbación del crimen, todas las pruebas son indiciarias o indirectas. En el mundo de las investigaciones penales es muy difícil conseguir pruebas directas en este tipo de situaciones; y aún en el caso de una confesión, puede ocurrir lo que pasó en este caso: que el novio de la víctima confesó haberla matado y, sin embargo, su relato está plagado de inconsistencias", agregó.
E insistió en señalar que "resulta extraña la hipótesis que sostiene que el novio de la víctima la haya asesinado solo. La menor asesinada medía 1,68 y pesaba alrededor de 70 kilos, mientras que el joven que era su novio pesa mucho menos que ella y es de contextura mucho más pequeña. Pero además, la menor fue matada a golpes y no hay ningún indicio de resistencia, lo cual muestra claramente que fue superada en número y no pudo ejercer ninguna maniobra defensiva", subrayó.
Clavero también trajo a colación que hubo dos escenarios en los que se produjo el crimen. "El interior de la vivienda y el taller; en el primero estaba toda la familia del novio, y la víctima fue trasladada desde el interior hacia el taller. Es decir, es imposible que la familia no haya sabido lo que estaba ocurriendo", argumentó.
Finalmente, el fiscal explicó que con las pruebas de luminol "se demostró que no había ni un rastro de sangre en el taller de la casa. Sin embargo, cuando se recibió el resultado de los 49 elementos secuestrados en la vivienda y que enviamos al laboratorio de la policía científica, había alrededor de 10 que tenían sangre. Cuando vimos en los videos y en las fotos que se sacaron cuando se hizo la reconstrucción del crimen, todos los elementos que tenían eran del dormitorio del menor y del dormitorio de la pareja. Entonces, se ordenó una nueva prueba de luminol que se hizo el 8 de julio y dio positivo en toda la casa: en las habitaciones del menor, en la de la pareja y en la de los abuelos; y en la cocina también", concluyó.
EL CASO
Chiara Páez fue asesinada a golpes. Había sido vista por última vez el domingo 10 de mayo, alrededor de la 1.30, en las inmediaciones de la Escuela de Educación Técnica 286, cuando iba a la casa de unas amigas, con quienes nunca llegó a encontrarse. Apareció enterrada esa misma noche en la casa de sus abuelos, ubicada en San Martín al 800, de Rufino.
Según la autopsia, la joven de 14 años además estaba embarazada y tenía restos de Oxaprost -antiinflamatorio usado para abortar- en su cuerpo. Ese domingo, mientras los familiares de la joven, pobladores, y fuerzas de seguridad, realizaban rastrillajes para dar con su paradero, en la casa de Manuel se realizaba un asado, a metros donde estaba enterrada la adolescente.
Minutos antes del hallazgo del cadáver, Manuel se presentó junto con su padre en una comisaría local, confesó haber perpetrado el asesinato y quedó detenido.