Ruta de la efedrina. Fraccionaban cocaína en la misma casa quinta en la que un cártel mexicano montó una cocina de metanfetaminas
Cinco personas fueron detenidos tras 17 allanamientos relacionados con una organización que proveía drogas a la dueña de un comercio de venta de alimentos para animales; en la propiedad de Ingeniero Maschwitz donde hace 14 años cayó el mexicano Jesús Martínez Espinosa hallaron, ahora, más de 11 kilos de cocaína
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Cinco integrantes de una banda que se dedicaba al fraccionamiento y venta de cocaína fueron detenidos al cabo de 17 allanamientos, uno de ellos realizado en la misma quinta de Ingeniero Maschwitz donde en julio de 2008 fue descubierto un laboratorio de producción de metanfetaminas manejado por integrantes de un cártel mexicano, hecho que dio inicio a la investigación de la “ruta de la efedrina”.
Los procedimientos fueron ordenados por la Justicia Federal de Morón, en el marco de una pesquisa sobre una banda vinculada al fraccionamiento y comercialización de cocaína al menudeo en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires.
Uno de los allanamientos se efectuó en la quinta “El Rodeo”, situada en Güemes al 900, de Ingeniero Maschwitz, donde en julio de 2008 fueron detenidos nueve mexicanos y un argentino que habían montado allí un laboratorio para elaborar drogas sintéticas, dijeron fuentes judiciales a LA NACION.
Se secuestraron más de 20 armas de distintos calibres, teléfonos celulares, vehículos, documentación, 1.500.000 pesos y 5000 dólares.
La causa se comenzó en marzo pasado a raíz de información anónima aportada en el juzgado Federal de Hurlingham, a cargo de Santiago Marquevich, en la que se señaló a una persona apodada “Compi” como un vendedor de drogas que operaba en ese distrito y que proveía de sustancias a “Mónica”, una mujer que tenía un local de venta de alimentos para mascotas en Capital Federal.
Tras ello se dispusieron algunos procedimientos en ese partido bonaerense, que fueron realizados por personal de la División Delitos Federales de la policía bonaerense.
De las pesquisas realizadas allí surgieron elementos que llevaron a que interviniera luego en la causa el juez federal de Morón, Jorge Ernesto Rodríguez, quien dispuso más allanamientos, entre ellos el de la quinta de Maschwitz.
En los procedimientos fueron detenidas cinco personas, entre ellas los dos sindicados líderes de la organización narco, y se secuestraron 11,5 kilos de cocaína y 900 envoltorios listos para ser comercializados, que estaban en un sótano de “El Rodeo”.
También se hallaron allí más de 20 armas de distintos calibres, gran cantidad de teléfonos celulares, vehículos utilizados por la organización, documentación, 1.500.000 pesos y 5.000 dólares, detallaron los voceros.
Además de la quinta fueron allanados domicilios de Hurlingham, Escobar, Vicente López, San Isidro y en el Barrio INTA, del barrio porteño de Villa Lugano.
Previo a los allanamientos, desde el juzgado se analizaron numerosas intervenciones telefónicas, seguimientos y filmaciones que permitieron identificar a los miembros de la organización.
De la pesquisa se desprende que los narcos recibían la droga en el comercio de venta de alimentos para mascotas, donde la almacenaban en caniles y la trasladaban en cunas o cuchas para perros, mientras que el fraccionamiento se hacía en la quinta de Maschwitz.
Los informantes agregaron que entre los detenidos hay dos que son pareja y que están sindicados como líderes de la banda: fueron identificados solo como “Mónica” y “Enrique”. Vivían en el barrio de Caballito. En la calle Rosario al 100, a metros del Parque Rivadavia, la mujer tenía un local de venta de comida y artículos para perros y gatos llamado “Almacén para Mascotas” que, según confió una fuente de la investigación, “se utilizaba como pantalla para realizar entregas de estupefacientes en mediana escala”.
A metros de allí, también sobre la calle Rosario, pero a una cuadra de la tienda de mascotas, la organización tenía un galpón vinculado a una empresa de seguridad privada cuya gerente también era “Mónica” y desde donde también se acopiaba y distribuía la droga. También se investiga si la banda empleaba los vehículos de dicha empresa de seguridad privada para mover la droga y si dicha agencia y sus automóviles fueron comprados para lavar el dinero proveniente de la venta de los estupefacientes, agregaron las fuentes.
Uno de los seguimientos sobre “Mónica” terminó con la líder de la organización llegando en una camioneta a la quinta de Maschwitz. Los voceros confiaron que, incluso, en las escuchas telefónicas, “Mónica” y “Enrique” quedaron grabados hablando sobre la posibilidad de expandirse y comprar la quinta lindera.
En el marco de la causa también se investiga si la banda empleada una empresa de seguridad privada para la compra de vehículos para lavar el dinero proveniente de la venta de drogas, agregaron las fuentes.
La organización también tenía otro galpón de acopio, en un taller de Villa Martelli, partido de Vicente López. Además, según surge de la pesquisa, le suministraban cocaína a un dealer identificado en el expediente como “NN Juje”, que vendía al menudeo en “Platea 11″, uno de los edificios del Barrio INTA, de Villa Lugano.
Los mexicanos, la efedrina y el laboratorio
En julio de 2008, el entonces juez federal de Zárate-Campana, Federico Faggionato Márquez, ordenó el allanamiento de la casa quinta El Rodeo. Partían de una denuncia anónima asentada en la Delegación Zárate-Campana de la Dirección de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas de la Policía Bonaerense que refería la presunta existencia de un laboratorio de drogas, de los olores propios de la “cocción” de las sustancias y el incesante movimiento de personas de habla castellana, pero acento foráneo. Demasiado detalle... En realidad, un “blanqueo” de una investigación preliminar de la DEA norteamericana, según reconocían por lo bajo fuentes de esa investigación.
En julio de 2008, el entonces juez federal de Zárate-Campana, Federico Faggionato Márquez, ordenó el allanamiento de la casa quinta El Rodeo. Partían de una denuncia anónima asentada en la Delegación Zárate-Campana de la Dirección de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas de la Policía Bonaerense que refería la presunta existencia de un laboratorio de drogas, de los olores propios de la “cocción” de las sustancias y el incesante movimiento de personas de habla castellana, pero acento foráneo. Demasiado detalle... En realidad, un “blanqueo” de una investigación preliminar de la DEA norteamericana, según reconocían por lo bajo fuentes de esa investigación. Quedaría constancia de esa intervención en el fallo.
La redada terminó con una decena de detenidos, entre ellos, nueve mexicanos. El grupo era encabezado por Juan Jesús Martínez Espinosa, delegado del cártel de Sinaloa en la Argentina, y encargado de coordinar la triangulación de miles de toneladas de efedrina hacia México. Una parte de ese medicamento vasodilatador que se usa en descongestivos nasales quedaba en la quinta de Maschwitz donde se procesaba y convertía en metanfetaminas.
La industria farmacéutica local usaba, a lo sumo, un centenar de kilos del producto extraído de la efedra. Pero entre 1999 y 2010 entraron al país más de 55 toneladas de efedrina, provenientes de la India y de China. El año pico fue 2007, con 19.150 kilos.
Aunque era ampliamente conocido que la efedrina se usaba en el mercado ilegal como precursor químico clave para producir drogas sintéticas, a las autoridades de control no pareció llamarles la atención que se importara muchísimo más de lo necesario para componer antigripales y descongestivos nasales. La evidencia explotaría en la cara de la sociedad argentina un mes después del allanamiento en Maschwitz, con el triple crimen de General Rodríguez, una vendetta por la incómoda irrupción de Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón en las triangulaciones de los traficantes que negociaban con los cárteles mexicanos.
Uno de los grandes proveedores de efedrina era Mario Segovia, conocido ahora como El Rey de la Efedrina. Segovia está preso y recientemente fue acusado de planear atentados con coches bomba en Rosario.
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