Calavera, el ambicioso narco que buscaba crear la estructura argentina del temible Primer Comando Capital
Testigos afirman que la organización criminal de Fabián Pelozo escondería cadáveres en tambores rellenos de cemento
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ROSARIO.- Su nombre es menos conocido que el de otras bandas narco, como Los Monos, que operan en esta ciudad desde hace dos décadas, pero Fabián Pelozo, de 33 años, se encaminaba a convertirse en uno de los principales referentes de un cartel internacional, que usaba a la zona del Gran Rosario como un nodo logístico para el acopio de grandes cargamentos de cocaína, que provenían de Bolivia y Paraguay. Esos embarques servían para proveer al mercado rosarino y bonaerense; también –sospechan los investigadores- como plataforma de salida hacia el exterior, a través de los puertos de la región.
El socio de Pelozo era el boliviano Jorge Adalid Granier Ruíz, que también tenía documentos de identidad argentino y paraguayo. Este hombre alojó en su departamento en el barrio de Recoleta, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ubicado en Rodríguez Peña 1057, a uno de los líderes más poderosos de la organización brasileña Primer Comando Capital Gilberto Aparecido Dos Santos, alias Fuminho, que fue detenido por la DEA y la Policía Federal de Brasil en Mozambique al inicio de la pandemia.
Resulta llamativo que por lo menos desde 2019 esta organización estaba bajo la lupa de la Unidad Especial de Lucha Contra el Narcotráfico y Crimen Organizado del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, que abrió una investigación porque parte de la droga iba hacia Escobar y Pilar. Pero en octubre de 2020 la causa se archivó en la provincia de Buenos Aires. La pesquisa se intensificó en Salta y Rosario, donde aparecían contactos y movimientos de grandes cantidades de droga.
“La investigación desarrollada hasta este momento por el Ministerio Público Fiscal en el marco de distintos expedientes permitió corroborar la existencia de una organización criminal de alcance transnacional dedicada al tráfico ilícito de estupefacientes desde Bolivia y Paraguay hacia la Argentina, con actividades en las provincias de Salta y Santa Fe, puntualmente en el ámbito del gran Rosario entre los años 2020 y 2021″, señaló la elevación a juicio parcial elaborada por los fiscales de Salta Eduardo Villalba y Carlos Amad, junto a Diego Iglesias, a cargo de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar).
Pelozo quedó preso en marzo pasado luego de que una investigación federal y de la fiscalía de Criminalidad Organizada de Rosario lo vinculara a un sangriento episodio: el triple crimen que se produjo el 29 de enero pasado en el que fueron acribillados una pareja y una beba de un año y medio, a la salida del casamiento de los narcos Esteban Rocha y Brisa Leguizamón, ambos actualmente prófugos, que se realizó en Ibarlucea, en las afueras de Rosario.
También Pelozo apareció mencionado por el testigo Carlos Argüelles, que fue asesinado en septiembre del año pasado, tras declarar como arrepentido en la causa contra el narco rosarino Esteban Alvarado, condenado a prisión perpetua. El mecánico advirtió que Pelozo era parte del clan Alvarado y que ambos habían asesinado a Nahuel Fernández, que está desaparecido desde agosto de 2018.
El testigo dijo que a este joven lo habían enterrado tras colocar el cadáver en un recipiente con cal. Uno de los miembros de la banda de Pelozo, Oscar Godoy, fue asesinado el 19 de octubre pasado. Cuando los fiscales de la Unidad de Criminalidad Organizada Matías Edery y Luis Schiappa Pietra revisaron el lugar se toparon dos tanques de 200 litros con cal que estaban enterrados y coincidían con el testimonio del testigo ejecutado. Se investiga si los recipientes contenían restos humanos.
“Lo cortamos a tiempo. Creemos que por la cantidad de droga que manejaba y por sus contactos y crecimiento Pelozo podía convertirse en un par de años en el líder de un cartel narco trasnacional”, señalaron los investigadores, que consideraron que este hombre que residía en Córdoba se manejaba de manera más precavida que los grupos narcos locales, que por los altos niveles de violencia quedan siempre expuestos.
Calavera, como apodan a Pelozo mafiosos con historia sobre sus espaldas, fue detenido en su lujosa mansión en el country Lomas de Carolina, en las afueras de la ciudad Córdoba. Pero su radio de acción y el lugar donde se acopiaban los cargamentos de cocaína era en un campo en Ibarlucea, a pocos kilómetros de donde se celebró la trágica boda que reunió el verano pasado a los principales líderes narco de Rosario.
Maximiliano Giménez, a quien acribillaron en un Audi TT, junto a su pareja Erica Romero y su beba Elena, a la salida del casamiento era parte del círculo de negocios de Pelozo, que se dedicaba con el boliviano Granier a trasladar grandes cargamentos de cocaína desde Bolivia y Paraguay a esa zona del Gran Rosario, cercana a los puertos.
De acuerdo a la investigación, los cargamentos de cocaína eran trasladados en avionetas desde Bolivia a Paraguay y desde allí, de la misma manera, hasta Rosario, donde se arrojaban desde el aire en campos de la zona. Por cada viaje, Pelozo y Granier cobraban cuando la droga –que oscilaba entre los 300 y 400 kilos- se entregaba a los compradores unos 300.000 dólares en total. El adelanto que recibían era de 50.000 dólares.
Una de los cargamentos de cocaína que se encargaba de trasladar Pelozo fue el que sirvió como evidencia para detener el 24 de setiembre de 2020 a Adelaida Castillo, alias la Reina Titi, una expeluquera de Salvador Mazza, en la frontera con Bolivia, que se trasformó en una de las gerentes del poderoso clan Loza, cuyos miembros habían caído en 2018 y dos años después varios de sus integrantes fueron condenados a diez años de prisión. “Madrecita”, como la llamaban los miembros del clan en las comunicaciones telefónicas, usaba una red de mensajería encriptada llamada Surespot en la que no se utiliza número telefónica. Había adquirido 369 kilos de cocaína, que luego le secuestraron en 2020 en la ruta, a la altura de Ramallo.
Hay otro cargamento secuestrado de 1166 kilos de cocaína que era trasladado desde Salta hacia la provincia de Buenos Aires, donde aparece la sombra de Pelozo y Granier. “El principal responsable de esta operatoria fue Valdemar Loza, quien días antes de ser detenido se reunió con Jorge Granier”, señala el documento judicial al que tuvo acceso LA NACION. Los sospechados figuraban en las agendas del teléfono de Loza. Dejaron de usar esos números telefónicos días después de la detención del narco, que ocurrió el 17 de diciembre de 2017. Loza fue condenado a 15 años de prisión.
Granier era investigado desde hace por lo menos tres años, pero misteriosamente nunca nadie lograba detenerlo con evidencia. Tampoco ahora, porque este narco boliviano está prófugo con pedido de captura internacional. Se sospecha que está actualmente en Bolivia, donde si alguna fuerza de seguridad lo detiene es casi imposible extraditarlo hacia la Argentina, por las trabas que impone ese país. Hay varios ejemplos sobre la postura del gobierno boliviano, como el caso del narco José Luis Sejas Rosajes, que se fugó a Santa Cruz de la Sierra con la venia del exjuez federal de Orán Raúl Reynoso. En Bolivia le abrieron una causa por lavado de dinero para evitar la extradición. Hoy está en libertad en su país. En Argentina le habían incautado 13 camiones con cocaína, por un total de más de 500 de droga.
El 12 de julio de 2019 se inició una investigación tras una denuncia anónima que señalaba que Jorge Granier y su hermano Jean Carlo Granier, socios de Pelozo, “traficaban estupefacientes desde Bolivia, pasando por la ciudad Rosario, los cuales eran comercializados en la zona norte del conurbano bonaerense, en los partidos de Escobar y Pilar”. Jean Carlos Granier vivía en un departamento a cinco cuadras del Congreso de la Nación y se movían en un BWM. “La investigación estuvo a cargo de la Unidad Especial de Lucha Contra el Narcotráfico y Crimen Organizado del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires y, al no obtener resultados de interés, el 7 de octubre de 2020 se dispuso el archivo de las actuaciones”, señala la investigación de Procunar.
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