Cae una banda que usaba uniformes de la Policía Federal para simular operativos antidrogas y robarles droga a narcos de la zona sur
Cuatro hombres y una mujer fueron detenidos, acusados de comercializar estupefacientes; les secuestraron vestimentas y armas de la fuerza de seguridad nacional
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Tenía un aceitado plan criminal: vestidos con chalecos, camperas y gorras de la Policía Federal Argentina (PFA), simulaban allanamientos en domicilios vinculados al narcotráfico. En ese marco, secuestraban el dinero y la droga que encontraban. Pero era todo una puesta en escena: en realidad, eran miembros de una banda que comercializaba estupefacientes en varias localidades del sur del conurbano y que en esos supuestos operativos antidrogas robaban parte de la cocaína y de la marihuana de los dealers, que luego ofrecían a sus clientes al menudeo.
Tras una investigación llevada adelante por la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°20 de Quilmes, a cargo de la fiscal María Clarissa Antonini, cuatro hombres y una mujer fueron detenidos, acusados de formar parte de esta banda que se dedicaba a la distribución, ocultamiento y comercialización de cocaína y marihuana, informaron a LA NACION fuentes con acceso a la causa.
Las detenciones se efectuaron luego de una serie de allanamientos realizados en domicilios de Quilmes, Lomas de Zamora y Lanús, a cargo de la Delegación Departamental de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas de Quilmes, en conjunto con personal de la Estación de Policía de dicho distrito.
Un sexto miembro de la banda, Leonardo Fabián Osuna, alias “el Teta”, es el único que aún no ha sido detenido. Era uno de los encargados de hacer el delivery de la droga en Quilmes. Sí fue arrestada su pareja, Cintia Vanesa Valinotte. Está acusada de ser administradora y confabuladora de la organización para el armado del modus operandi de la distribución de la mercadería.
Además de “el Teta”, de la banda participaba “el Tortu” Diego Hernán Giménez, quien también realizaba las entregas de dosis en Quilmes. Para llevar adelante la actividad ilícita, ambos pactaban mediante cualquier medio de comunicación, ya sea por teléfono celular -mediante llamadas o mensajes de WhatsApp- o a través de las redes sociales (Instagram, Facebook, Twitter, Telegram), un punto de encuentro “neutral” con sus clientes, adonde se dirigían en auto para entregar la mercadería.
Imágenes promocionales de la película Scarface pegadas en las paredes servían de decorado en la casa en la que estos tres delincuentes se reunían con los otros tres miembros de la banda para idear el plan en común y las estrategias en la distribución de la sustancia. Esos otros fueron identificados como Matías Mauricio Basualdo, Darío Javier Lizondo y Oscar Matías Brito, quienes financiaban la actividad y se encargaban del abastecimiento de los estupefacientes. Además, proveían de vehículos de alta gama a los vendedores de la sustancia; esos vehículos, no obstante, estaban a nombre de testaferros.
Según informaron fuentes de la pesquisa, los tres compraban autos de otras provincias, no firmaban el certificado 08, ni hacían la trasferencia de la titularidad de dominio, de forma tal de proveer a Giménez y a Osuna de medio vehículos “limpios”. La idea era evitar ser descubiertos por la policía siguiendo la ruta de la propiedad de los autos, en caso de que se detectara algún movimiento sospechoso: si la policía verificaba las patentes en las bases de datos, tendrían ante sus ojos los datos del titular anterior de los vehículos.
La banda tenía en su poder 454 envoltorios de cocaína, con un peso de 66,7 gramos, y 101 dosis y cuatro trozos compactos de marihuana, que totalizaban 1354 gramos de cannabis; también les secuestraron 86.645 pesos y 49 dólares, siete teléfonos celulares y seis vehículos.
Además, durante los allanamientos se encontraron tres pistolas calibre .22 de distintas marcas, 38 proyectiles calibre 22, un chaleco antibalas sin numeración, dos gorras, una campera y un chaleco de la PFA, camisas de la Policía Bonaerense con el escudo UTOI (Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas) y un estuche plástico vacío de un kit RONI (que sirve para dar a una pistola la apariencia y calce de un subfusil, con la posibilidad de dotarlo de un cargador largo), además de una máquina de contar billetes.
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