Buscan seguir el rastro de las armas y municiones que alimentan el poder de las bandas narco de Rosario
ROSARIO. Los cinco sicarios se pararon frente a la casa y dispararon 40 tiros. Uno entró por el cuello y salió por la espalda de Luisana Biagiola, una chica de 13 años que murió a los pocos minutos, el 11 de febrero pasado. Esa cantidad de disparos no solo busca matar, sino sembrar terror. Los ataques armados dejaron el año pasado 871 heridos en esta ciudad en la que en ese período se cometieron 214 asesinatos.
El fenómeno de la violencia en Rosario no se puede explicar sin tener en cuenta la cantidad de municiones y de armas que los grupos narcocriminales utilizan y obtienen de un mercado ilegal que abastece con cierta facilidad a estas bandas. “Vemos que hay un mercado de armas y municiones que funciona de manera muy aceitada”, explicó Valentina Novick, subsecretaria de Investigación Criminal de la Nación.
La cifra de armas secuestradas en la provincia en 2020 batió récords al llegar a 3705, según registros del Ministerio de Seguridad de Santa Fe. El incremento de las incautaciones hace suponer que hay una mayor cantidad en las calles, aunque del informe se desprende que los secuestros más grandes fueron de pistolas .22, de bajo calibre, algo que llamó la atención a las autoridades.
La apuesta del Ministerio de Seguridad de la Nación es realizar la trazabilidad de las municiones y de las armas para lograr identificar con mayor claridad los mercados ilegales que abastecen a los narcos.
Desde octubre pasado, según detalló Novick a LA NACION, se inició un trabajo que hasta ahora nunca se había realizado, que consiste en enviar municiones secuestradas en hechos de violencia en Rosario para cargarlas en el Sistema Nacional Automatizado de Identificación Balística (SAIB), que se creó en 2012.
El objetivo es poder entrecruzar información y lograr identificar si una munición utilizada en un hecho fue usada por un grupo determinado en un episodio anterior.
Una de las sospechas del Ministerio de Seguridad de Santa Fe es que parte de ese mercado ilegal se abastece de municiones de la policía. En agosto pasado, en la cartera que dirige Marcelo Saín identificaron un faltante de 900.000 balas que habían sido compradas en 2018. Esas municiones, según señaló el director de la Agencia de Control de Armas, Lautaro Sappietro, se habían obtenido de una licitación que Fabricaciones Militares (FM), cuya planta se encuentra en Fray Luis Beltrán, a 15 kilómetros de Rosario.
“En 28 meses se gastaron 897.882 municiones, que tienen dos destinos: para entrenamiento, en el marco de cursos habilitados, no para práctica de tiro; y las demás en enfrentamientos”, explicó Sappietro, que añadió: “Nos da un uso de 1032 municiones por día. Nos llamó la atención, aunque a lo mejor tiene explicación. Pero es un número alarmante, ya que enfrentamientos la policía tiene muy pocos”. Desde ahora todas las armas policiales están registradas según su huella balística en el sistema de identificación estatal.
Un hecho casi fortuito, como la difusión en las redes sociales, de un video del trapero bonaerense Zaramay, que se encuentra detenido, disparó una investigación sobre las armas largas que aparecían en las fotos, en la que posaban miembros de Los Monos con ese arsenal, que incluía fusiles AK47 y pistolas Glock con cargadores circulares, entre otras. “Hay sospechas de que esas armas provienen de la provincia de Buenos Aires, y ahora se está siguiendo esa línea para ver si es uno de los proveedores de bandas de Rosario”, señaló una fuente judicial.
El arma más usada en las balaceras o en los homicidios es la pistola 9mm con cargador largo de 30 o 31 disparos. Pero ese calibre está en tercer lugar entre las armas más secuestradas. Estos datos novedosos sobre lo que secuestra la policía se pueden percibir ahora porque desde octubre se empezó a implementar un sistema de registro de armas de fuego secuestradas. Antes, los policías solo identificaban las armas incautadas por cortas y largas.
Ese detalle más fino reveló puntos llamativos: el arma más incautada en Santa Fe y Rosario es de calibre .22. Es un calibre pequeño, de escaso poder de fuego, que ningún “tiratiros”, como llaman a los pibes que disparan desde las motos, se animaría a usar.
“La prevalencia de armas cortas dentro del total de armas secuestradas en el departamento Rosario es clara: tres de cada cuatro armas son de puño. En la capital, en cambio, las armas de este tipo constituyen el 55,8% de las armas secuestradas, con una mayor presencia de armas largas (27,9%) y de fabricación casera y otras (16,3%)”, apunta el informe del Ministerio de Seguridad.
En Rosario, las armas más secuestradas también fueron las .22 (22,1%), casi igualando la frecuencia figuran las calibre 9mm. Las armas calibre .32 (7,67mm) también destacan del total, representando una de cada siete armas de fuego secuestradas, señala el documento.
En los datos recolectados desde octubre con el nuevo sistema de carga surge información llamativa del tipo de armas que secuestra la policía. Entre octubre y diciembre de 2020, Rosario fue el departamento donde más armas se secuestraron: 255. Le siguió Santa Fe, con 172, y General Obligado, con 54. En total fueron 548 intervenciones de la policía en toda la provincia. Una de cada tres se llevó adelante entre las 18 horas y la medianoche.
Casi seis de cada diez intervenciones policiales en las que se secuestraron armas de fuego ocurrieron en la vía pública, el lugar donde más frecuentemente ocurrieron los secuestros. En las 313 intervenciones realizadas en la calle se secuestró un total de 340 armas entre octubre y noviembre de 2020.
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