Buscan intensamente al “carnicero de Giles”, un asesino serial que se fugó de una cárcel de La Plata
Luis Fernando Iribarren, quien mató en 1986 a sus padres y hermanos y nueve años más tarde hizo lo propio con su tía, estaba preso desde 1995, pero tenía permitidas las salidas transitorias; fue a la facultad y no regresó al penal
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Luis Fernando Iribarren, el asesino serial conocido como “El carnicero de Giles”, se escapó este miércoles de la Unidad Penitenciaria 26 de Olmos. El presidiario, que recibió el beneficio de salida transitoria para estudiar derecho en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, cumple una condena a cadena perpetua por el asesinato de toda su familia.
El ahora prófugo, preso desde hace 29 años, aprovechó el permiso que tenía por ser estudiante universitario y no regresó a la unidad penal, donde está alojado. Frente a su ausencia, personal de la Policía de la provincia de Buenos Aires lo busca intensamente.
La “fama” de Iribarren, oriundo de la localidad de San Andrés de Giles, se remonta a 1995. Ese año, a sus 25, mató a su tía - que estaba enferma de cáncer- y luego confesó también el resto de las atrocidades que había cometido con su núcleo familiar.
El homicida, considerado uno de los más sanguinarios de la historia criminal argentina, mató con certeros disparos de una carabina a su padre, a su madre, a su hermana y a su hermano. La violenta escena transcurrió en 1986, en un campo del paraje Tuyutí, pero recién se descubrió nueve años después, cuando la policía encontró el cadáver de Alcira Iribarren, la tía abuela de Luis Fernando.
“La ayudé a morir. Tenía cáncer y sufría mucho. Estaba muy mal”, le dijo en aquel momento al comisario Ángel Santos, de San Andrés de Giles. Y le contó que la golpeó en la cabeza con un hacha hasta matarla, para luego enterrarla en el patio de dicha vivienda. Varios años antes, el por entonces joven había matado a Luis Iribarren (49 años); Marta Langgebein (42), y sus hermanos, Marcelo (15) y María Cecilia (9) y luego esparció los restos en un campo que tenía la familia en la localidad de Tuyutí, a 30 kilómetros de su ciudad de origen.
“Sin pensar, pero comprobando que estaba cargada, agarré el arma. Entré en la pieza en la que dormían mis padres y mi hermana. Con la seguridad de que tenía ubicados los cuerpos y de que no me hacía falta mirar, cerré los ojos. No sé si les disparé dos o tres balazos a cada uno. Salí de la pieza, siempre con el arma entre mis manos, cerré la puerta y pasé al dormitorio de mi hermano. A medida que me acercaba, miraba cómo dormía. Recuerdo que le pegué con el cañón del arma en la cabeza. En ese momento, sin pensarlo disparé una vez más. Después de que le pegué el balazo, mi hermano quedó con los ojos abiertos”, expresó Iribarren ante el funcionario judicial que le tomó declaración.
En tanto, el registro que lo convirtió en uno de los mayores asesinos múltiples del país se completó con el crimen de su tía, en 1995.
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