Besos después de matar, descuartizar y quemar a sus padres
Karen y Leandro eran hermanastros, novios y asesinos; la Justicia los condenó a prisión perpetua por el doble parricidio ocurrido en Del Viso; el plan siniestro para ocultar la relación
"Entre ellos eran muy amorosos. Casi nunca se peleaban. Eran novios... Lo planearon todo mucho tiempo antes. Leandro decía que iba a la iglesia, pero en realidad iba a practicar tiro. Karen estaba en la casa cuando ocurrió la masacre. Estaban a los besos y a ella no se le movía ni un pelo".
Así describió el testigo cómo era la relación entre Leandro Acosta y Karen Klein, los hermanastros condenados a prisión perpetua por el doble parricidio de Del Viso.
La declaración de aquel testigo fue uno de los elementos con los que los jueces del Tribunal Oral Nº 7 de San Isidro, integrado por los jueces María Coelho, Alberto Gaig y Federico Ecke, fundamentaron las condenas dictadas contra los hermanastros por los homicidios de Ricardo Klein, padre de Karen, y Myriam Kowalczuck, madre de Leandro, ocurridos el 1º de septiembre de 2015.
Desde que el doble parricidio quedó al descubierto los hermanastros intentaron ocultar la relación amorosa que mantenían. Para concretar ese objetivo Leandro sostuvo que estaba de novio con Ana Cecilia Ravinovich, una joven a la que había conocido en una iglesia evangélica. La relación entre ellos había empezado tres años antes del doble parricidio. Así consta en el pedido de morigeración de la prisión preventiva de Leandro que Ana Ravinovich presentó ante un tribunal de La Plata.
Lo cierto es que al asistir a la audiencia de lectura de los fundamentos de la sentencia esta mujer se dio cuenta de que había sido engañada.
"Karencita... ¿qué vas a comer?", preguntaba Leandro en un mensaje que envió a Klein poco antes del doble parricidio, según se ventiló en la audiencia de presentación de los fundamentos.
Aparentemente, al saber de ese afectivo mensaje de Leandro a Klein, Ravinovich, enfurecida, se levantó de la silla que ocupaba entre el público, se abalanzó sobre Karen y la tomó del cuello. La rápida intervención de los agentes del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) evitó que la mujer ahorcara a Karen.
Durante el juicio oral Leandro manifestó que no tenía ninguna relación afectiva con Karen y que la única mujer a la que había amado en su vida era Ravinovich. Pero los testigos del juicio derrumbaron esa mentira y la estrategia de defensa pergeñada por los hermanastros.
"Había mucho rencor de Karen hacia su padre. Siempre se peleaban. La madre de Karen tenía problemas en los riñones y Ricardo se separó de ella. Después se puso en pareja con Myriam Kowalczuck, la madre de Leandro. Al poco tiempo, la madre de Myriam falleció", indicó uno de los testigos en el juicio.
Karen y Leandro intentaron demostrar que no eran novios para que no quedara al descubierto que el móvil del doble parricidio era quedarse con los US$8000 que tenía ahorrados Ricardo Klein y con la casa en la que vivían, y concretar la venganza de Karen contra su padre, a quien culpaba de la muerte de su madre.
Cuando en los primeros días de septiembre de 2015 los policías supervisados por el fiscal Marcelo Eduardo Vaiani allanaron la casa de Sarratea 2726, en Del Viso, y descubrieron el doble parricidio, Karen se "despegó" de Leandro y dijo que no había denunciado los homicidios antes porque su medio hermano la había amenazado y porque ejercía violencia de género sobre ella.
Ninguno de los testigos que declaró en el debate dio sustento a esa versión de Klein. Al contrario, aquellos que conocieron a los acusados refirieron que mantenían una relación de novios y que se besaban constantemente, un "detalle" que Leandro le había ocultado a Ana Cecilia.
Tanto Leandro como Karen fueron condenados a prisión perpetua por el doble parricidio, en un caso en el que apenas aparecieron unos pocos restos de las víctimas.
De Myriam Kowalczuck lo único que encontraron los investigadores fue la pelvis y un hueso del cráneo con cabellos finos. El resto de las partes de los cadáveres fue hallado en 16 bolsas de residuos abandonadas en un basural situado a cinco cuadras de la escena del crimen.
Los forenses establecieron que los cuerpos de Ricardo y Myriam habían sido descuartizados con un hacha que Leandro había comprado en la ferretería de Santa Eulalia y Santa Julia, Del Viso, y que luego fueron quemados. "Se veía en el lugar que habían hecho mucho fuego. Se percibía un olor muy raro, mezcla de fuego con algo extraño. Era como el olor de la morgue", dijo uno de los policías que participaron del allanamiento en la casa del horror.
"Se hizo una búsqueda con perros en la casa. Se localizó un recipiente en la parte de arriba. Allí se encontró una pieza de una pelvis dentro de un tacho de 20 litros de capacidad. Estaba quemada y en descomposición. Uno de los policías dijo que era de una mujer. También había cabello", declaró uno de los bomberos.
En 2015, para determinar que los restos humanos hallados en las 16 bolsas y en aquel recipiente de pintura correspondían a las víctimas, los investigadores supervisados por el fiscal Vaiani recurrieron a estudios comparativos de ADN.
Primero, los científicos tuvieron que buscar muestras con suficiente tejido como para obtener un perfil genético. Una vez establecidos ambos ADN se cotejaron con los perfiles genéticos de los acusados y de los mellizos, hijos de las víctimas, que en el momento del doble homicidio tenían diez años.
Los exámenes de los restos humanos establecieron una compatibilidad genética entre las partes de los cuerpos carbonizados y el ADN de los mellizos. Además, los peritos determinaron que había una probabilidad de parentesco del 100% entre Karen Klein y los restos hallados y atribuidos a Ricardo Klein.
Los análisis forenses también concluyeron que había un 99,99% de compatibilidad entre el ADN de Leandro Acosta y el de los restos atribuidos a su madre, Myriam Kowalczuck.
"Los quemaron y después los descuartizaron. Había 16 bolsas traídas de una quema. En la mayor parte había restos que podrían ser trozos de huesos humanos, pero muy fragmentados. Estaban trozados con las mismas características, y eran pequeños, y había restos de carbonización. Fue hecho post mortem. Hay carbonizaciones ofensivas, cuando se quiere matar al otro, o carbonizaciones defensivas, cuando se quiere esconder. Yo me inclino por la hipótesis de esconder", expresó el forense Juan Raúl Chuequel en su declaración durante el debate.
Debido a que los acusados quemaron los cuerpos de las víctimas, los médicos legistas no pudieron realizar las autopsias correspondientes para establecer cómo fueron asesinados Myriam y Ricardo.
No obstante, los peritajes de las manchas de sangre realizados con luminol determinaron que a Ricardo lo mataron mientras dormía, en la cama, mientras que Myriam fue asesinada en la cocina de la casa.
Esta presunción se fundó también en los dichos de Leandro, que confesó haber matado a su padrastro con su pistola Bersa calibre 9 mm y señaló a Karen como la autora de los disparos que mataron a su madre.
"Ambos tuvieron codominio funcional del hecho. Cada uno de ellos tuvo la posibilidad de dirigir, impedir o detener el evento, luego de lo cual, y en cumplimiento del plan criminal de ocultamiento preordenado, la descuartizaron y la calcinaron [a Myriam Kowalczuck] junto con su marido asesinado, y descartaron sus restos en 16 bolsas de consorcio que entregaron a un cartonero", suscribió la jueza Coelho en los fundamentos de la sentencia condenatoria.
Al declarar en el juicio, Leandro asumió su responsabilidad en el homicidio de su padrastro. Pero acusó a su hermanastra de haber hecho lo propio con su madre. Karen negó la imputación en su contra. Pero los testigos y las pruebas que se conocieron en el debate echaron por tierra todos sus argumentos.
"Los imputados olvidaron parte de la pelvis de una de las víctimas, y vísceras y cabellos en un tacho de pintura que dejaron sobre la terraza de la vivienda de los inquilinos. Así, dejaron el cabo suelto que permitió enhebrar la tenebrosa trama y echar luz al caso, donde toda la prueba los coloca solamente a ellos dos en el lugar de los hechos, con el alcance descripto", expresó Coelho en los fundamentos del veredicto.
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