Murió Lucas González, el futbolista de 17 años de Barracas Central que recibió un disparo policial
Lucas González, integrante de las divisiones menores de Barracas Central, estaba internado en el Hospital El Cruce, de Florencio Varela; fueron desafectados del servicio los tres policías involucrados en el hecho.
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El disparo en la cabeza resultó letal. Lucas González había sido trasladado al Hospital El Cruce, ubicado en Florencio Varela, donde vivía el joven futbolista, con un diagnóstico de “muerte cerebral” y falleció esta tarde, pocos minutos después de las 17. El juez de menores Alejandro Cilleruelo investiga la actuación de esos agentes, que se movían en un vehículo sin identificación y que no portaban uniforme cuando buscaron, ayer a las 9.30, identificar a los jóvenes que pocos minutos antes habían terminado un entrenamiento en Barracas Central. La hipótesis judicial –y la sospecha de autoridades policiales– es que los agentes dispararon sin ser provocados y mintieron al informar las circunstancias que derivaron en el deceso de González, de 17 años.
“Es un caso de ‘gatillo fácil’, porque no pueden sacar un arma y dispararles a unos pibes. Tiraron a matármelo. Esa gente [los policías] no está capacitada para andar con un arma”, había comentado Cintia López, la madre del joven futbolista, poco antes de enterarse de la muerte de su hijo. En Barracas, donde González recibió el disparo, se manifestaron vecinos en reclamo de justicia.
Familiares de Lucas González confirmaron el fallecimiento en el Hospital El Cruce, de Florencio Varela, del futbolista juvenil de Barracas Central que había recibido un disparo en la cabeza en un hecho por el cual fueron desafectados del servicio los tres policías porteños que intervinieron en la persecución del auto en el que el adolescente, de 17 años, iba con tres amigos.
El último parte médico del Hospital El Cruce, de Florencio Varela, había señalado que Lucas estaba recibiendo “soporte artificial de funciones vitales” y permanece “ventilado mecánicamente con apoyo hemodinámico y medidas de soporte vital”. Y se indicaba que la “condición neurológica es crítica” y “se están realizando los estudios pertinentes para definir su pronóstico”. Finalmente, falleció poco después de las 17.
El dolor arrasaba a los familiares y amigos del chico, que se aferraban a la posibilidad de un milagro ante el cuadro totalmente adverso descripto por los médicos que trataban al menor. Por estas horas comenzó en Barracas, donde ocurrió el trágico hecho, una protesta de vecinos.
La abogada Lorena Blanco dijo a LA NACION que ahora no hay ningún detenido en el marco de la causa, ni policía ni civil, que el expediente está por el momento caratulado como “averiguación de ilícito” y que los tres adolescentes serán llamados a declarar en las próximas horas, mientras que el joven baleado, Lucas González, de 17 años, murió esta tarde.
La causa está a cargo del juez de Menores Alejandro Cilleruelo, que hoy dispuso la liberación de los tres amigos de González, futbolista de las divisiones juveniles de Barracas Central.
Según fuentes oficiales, los efectivos que participaron de ese supuesto operativo habrían sido identificados como el oficial mayor Fabián López, de 43 años; el oficial José Nievas, de 36, y el inspector Gabriel Isassi, de 40.
Los efectivos separados de sus funciones por el Ministerio de Justicia y Seguridad porteño formaban parte de la brigada de calle de la comisaría vecinal 4 D, de Barracas, que le disparó a Lucas. En el caso del inspector Isassi, llegó a la Policía de la Ciudad después de desempeñarse en la fuerza de seguridad bonaerense.
En tanto que Nievas y López se incorporaron en la Policía de la Ciudad a partir del traspaso de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana a la fuerza de seguridad porteña, en enero de 2016. Trascendió que la Policía de la Ciudad no aportará abogados oficiales para la defensa de esos agentes, en caso de que la Justicia determine su procesamiento. Los policías implicados en el caso informaron que en vehículo de los jóvenes se encontró la replica de un arma, pero familiares de la víctima consideran que se trata de una prueba falsa.
Fue separada de los peritajes la Policía de la Ciudad y el caso pasó a manos de la Policía Federal.
“Seremos inflexibles ante los policías que actúen fuera de la ley”, dijo el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, en una conferencia de prensa. Por su parte, el jefe de la Policía de la Ciudad, Gabriel Berard, comentó: “Pedir perdón es poco. Hubo una mala actuación del personal policial”.
Se confirmó que no hubo enfrentamiento alguno, que solo dispararon los policías que estaban de civil y circulaban en un móvil no identificable. Además, el padre de uno de los jóvenes que iban con Lucas González aseguró que el auto en el que iban los adolescentes es suyo.
“Habían terminado de entrenar, a eso de las 9.30. Frenaron en un kiosco para comprar unos jugos y en ese momento se les cruzó un auto, sin identificación, luces ni nada. Mi hijo se asustó, pensó que los querían robar, los esquivó y se fue. Ahí tiraron directamente. Lucas le cayó en el regazo, ni podía pasar un cambio. Mi hijo me llamó por teléfono, estaba muy asustado, le dije que buscase a policías. Y no es que lo interceptaron, sino que frenó cuando vio a un patrullero”, comentó el padre del chico de 17 años que conducía el vehículo.
Lucas González jugaba hace un año en Barracas después de pasar por Defensa y Justicia. Había llevado a dos amigos a probarse al club que tiene como uno de sus principales dirigentes a Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de la AFA. El restante ocupante del vehículo era un muchacho que se entrenó con ellos y al que pensaban acercar a una parada de colectivo.
Calificadas fuentes del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño confiaron a LA NACION que los tres policías involucrados en el hecho, que por el momento no fueron imputados formalmente de delito alguno por los investigadores judiciales, fueron separados de tareas operativas, se les abrió un sumario administrativo y se los pasó a disponibilidad preventiva hasta tanto haya una decisión judicial sobre su responsabilidad en el hecho.
El Ministerio de Justicia y Seguridad porteño envió esta noche una carta al magistrado en la que se reclama se adopten “medidas urgente respecto de la situación procesal” de los tres policías implicados en la muerte de González.
En el texto, al que tuvo acceso LA NACION, el ministro D’Alessandro pidió al juez: “Atento al tiempo transcurrido y agotada la instancia administrativa conferida por ley, habiéndose dispuesto el cambio de situación de revista del personal involucrado de la Policía de la Ciudad, quien suscribe entiende que resulta imprescindible proceder a la adopción de medidas urgentes respecto de la situación procesal del inspector Gabriel Isassi, oficial mayor Fabián López y oficial José Nievas. Ello, a efecto de evitar cualquier entorpecimiento de la investigación”.
“Queremos tener prudencia. Puede ser cierto que los jóvenes se asustaron de verdad e intentaron escapar al pensar que los policías, vestidos de civil, eran ladrones y querían robarles”, sostuvo una de las fuentes consultadas.
El hecho ocurrió ayer, el mismo día en que el jefe de Gobierno y el ministro de Justicia y Seguridad, Horacio Rodríguez Larreta y Marcelo D’Alessandro, respectivamente, celebraron el quinto aniversario de la creación de la Policía de la Ciudad. Y con poca diferencia de tiempo con otro episodio singular: el que se produjo en la plaza Gara, de Constitución, donde policías intervinieron para detener a una persona que amenazaba con un cuchillo a peatones y atacó con ese elemento a los uniformados que querían arrestarlo. Le dispararon varios tiros para reducirlo, y uno de los proyectiles hirió a una persona ajena al hecho que caminaba por el lugar.
La situación generada por los mortales balazos recibidos por el futbolista juvenil derivó en la suspensión de la gala en el Teatro Colón, que estaba prevista para esta tarde en homenaje a los cinco años de la creación de la Policía de la Ciudad.
El fallecimiento del futbolista juvenil tuvo una fuerte repercusión política. La Casa Rosada había anticipado, poco antes de conocerse la noticia de la muerte del joven, que los padres tendrían una reunión con el Presidente. Ese encuentro fue postergado al ser notificado el trágico final. Sin embargo, el mandatario se refirió a este episodio con mensajes en las redes sociales. “Quiero expresar toda mi solidaridad con la familia de Lucas González. Mi compromiso con su madre Cintia y su padre Mario en este momento tan doloroso. Pondremos todos los recursos del Estado a disposición para poder llegar a la verdad y justicia. No es posible que policías que deben estar al servicio de la seguridad de argentinos y argentinas, terminen con la vida de gente inocente”, expresó Alberto Fernández.
Por su parte, el jefe del gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, comentó: “La muerte de Lucas es una pérdida irreparable y me siento profundamente dolido. Les hago llegar mi más sentido pésame a sus padres, familia y amigos. Seremos inflexibles con los policías que actúen fuera de la ley”.
La mortal acción de una brigada de prevención
Ayer a la mañana, González y sus tres amigos salían del club Barracas Central, que el domingo próximo disputará la final por un ascenso a la primera división del fútbol argentino.
A las 9.30, tres policías de civil que prestan servicio en la División Sumarios y Brigadas de Prevención de la Comisaría Vecinal 4C “irradiaron el alerta por la presencia de varios jóvenes en la zona que circulaban en un auto Volkswagen Suran azul y que, aparentemente, se negaron a ser identificados” y huyeron.
Durante la supuesta persecución, el Nissan Tiida color champagne en el que circulaban los policías de civil chocó contra un patrullero de la Policía de la Ciudad.
La versión que dio el personal policial es que mientras perseguían al “vehículo sospechoso” uno de los ocupantes del auto “esgrimió un arma de fuego”.
El Nissan Tiida donde iba los policías de civil quedó sobre la calle Iriarte, entre la avenida Vélez Sarsfield y Luzuriaga, en cercanías del Parque Leonardo Pereyra, una zona muy concurrida por niños, ya que hay una calesita y juegos de plaza.
El padre del adolescente que conducía el Suran dijo en declaraciones al noticiero de canal 9 que ese vehículo es suyo y que su hijo lo llamó “a las 9.35″ para decirle que le habían querido “robar” y que le habían pegado “tres tiros a su amigo”.
”Ellos fueron a entrenar y cuando salieron los interceptó un auto que no tenía identificación de nada; se bajaron tres personas apuntándoles y ellos se escaparon, y [los policías] arrancaron a los tiros”, sostuvo el hombre.
Fuentes oficiales confirmaron a LA NACION que no hubo un enfrentamiento a tiros entre los policías y los jóvenes, que solo hubo disparos de parte del personal de la brigada.
Una ambulancia del Servicio de Atención Médica de Emergencia (SAME) trasladó de urgencia a Lucas González al Hospital Penna. Esta madrugada fue derivado al hospital El Cruce, de Florencio Varela, en estado desesperante.
“En el interior del auto donde circulaban González y sus amigos había una réplica de un arma de fuego”, sostuvo una fuente policial. Es motivo de investigación si los adolescentes llevaban esa arma de plástico o si les fue “plantada” para proveer una excusa que justificara la persecución y los disparos.
En el lugar donde fue baleado el joven futbolista no hay cámaras de seguridad del gobierno porteño, a pesar de que el parque Pereyra es un lugar de alto tránsito de personas. Se hizo un relevamiento en la zona para saber si existen filmaciones de comercios o casas particulares.
“Una filmación sería de suma importación para reconstruir el hecho y saber si hubo una correcta identificación o no de los policías de civil”, explicó una fuente del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño.
Por orden de la Justicia fueron secuestradas las armas reglamentarias de los tres policías bajo sospecha para determinar desde cuál de ella salieron los disparos que hirieron a González. También se los someterá a estudios de búsqueda de restos cutáneos de la deflagración de un eventual disparo.
Los peritajes balísticos fueron encomendados a especialistas de la Policía Federal Argentina (PFA).
“Puede ser cierto que los jóvenes se hayan asustado de verdad y pensado que los policías de civil eran ladrones. El auto en el que circulaban no tenía pedido de secuestro”, sostuvo una de las fuentes consultadas.
Los tres amigos de González, que se habían ido a probar a Barracas Central, tienen 17 años y pasaron la noche en el Instituto Inchausti, situado en el barrio de Balvanera, hasta que fueron liberados hoy.
“La situación de los chicos es traumática. Son chicos sanos y que no tienen relación con el delito. No tienen ninguna entrada ni por la puerta de una comisaría”, sostuvo a LA NACION la abogada Blanco.
Blanco coincidió la madre de González y calificó el hecho como un caso de gatillo fácil.
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