Balaceras tras la condena: Guille Cantero sumó otra sentencia por el homicidio en el casino y acumula penas por 113 años de cárcel
El líder de Los Monos fue encontrado culpable de la muerte de Enrico Encino, baleado en el casino de Rosario; tras el veredicto, atacaron a sedes policiales e hirieron a un hombre
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ROSARIO.-El líder de Los Monos, Ariel “Guille” Cantero, agregó este viernes una nueva sentencia a su historial delictivo, tras ser condenado a 17 años de prisión por el crimen de Enrique Encino, exgerente del Banco Nación, que fue baleado cuando se encontraba en el casino de esta ciudad el 11 de enero de 2020. Guille Cantero carga sobre sus espaldas condenas por 113 años y ocho meses. Este hombre de 35 años podría estar detenido hasta 2063, ya que ingresó a la cárcel en 2013 y la pena máxima de cumplimiento en la legislación argentina son 50 años. Y pocas horas después de que se conoció el fallo, dos sedes policiales fueron blanco de ataques a balazos de manera simultánea. El edificio de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) fue baleado por dos hombres en moto, que también serían los mismos que atentaron contra una dependencia policial del barrio El Tanque, en Grandoli al 3900.
Un hombre fue herido al ser alcanzado por las balas mientras esperaba un colectivo cerca de la dependencia policial atacada.
Cantero está preso desde hace una década, cuando se entregó meses después del crimen de su hermano Claudio Pájaro Cantero, y fue condenado tanto en el fuero provincial como federal por homicidios, amenazas, dos secuestros extorsivos, atentados contra la Justicia y narcotráfico. La particularidad de este jefe narco es que cometió más delitos en las siete cárceles en las que estuvo detenido que en libertad.
Este viernes sumó otra condena en su contra, en un juicio en el que fue acusado, junto a otros integrantes de la banda, del crimen de Encino, un hombre de 63 años que fue alcanzado por una bala cuando fumaba en un balcón del casino City Center, y también fue setenciado por una serie de extorsiones que ejecutaron miembros de la organización, como Maximiliano Díaz, alias Cachete, que recibió una pena de 29 años de cárcel.
Este caso se divide en dos partes. Por un lado, la trama criminal, que terminó con este juicio, con fuertes condenas contra los miembros de Los Monos, y queda una pendiente, que será la segunda etapa, que está centrada sobre los engranajes de corrupción y connivencia por parte de la justicia provincial y de sectores políticos, focalizados en la investigación que hicieron los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra en el senador peronista Armando Traferri, que no pudo ser imputado por resguardarse en los fueros. Actualmente está en manos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación el pedido para declarar la inconstitucionalidad del artículo 54 de la Constitución de Santa Fe que regula los fueros parlamentarios.
Este viernes el tribunal integrado por los jueces Gonzalo Fernández Bussy, Rodrigo Santana y Aldo Benítez condenó a Carlos Damián “Toro” Escobar a 17 años de prisión, y al ciudadano dominicano Otniel De León Almonte a la pena de 18 años por los delitos de homicidio agravado por uso de arma de fuego. A Rodrigo Ortigala lo imputaron por los delitos de extorsión en grado de tentativa en carácter de partícipe secundario, y fue condenado a un año y 6 meses de prisión efectiva.
Este juicio que finalizó este viernes comenzó el 3 de agosto pasado, y abordó un hecho central de la historia reciente del negocio de la violencia en Rosario, como fue el ataque al casino City Center, donde murió el exgerente del Banco Nación de Las Parejas, cuando se encontraba fumando en el balcón de un edificio y fue alcanzado por un disparo. Pero también la investigación profundizó sobre los emprendimientos que la banda de Los Monos desplegó durante los últimos años, que tienen que ver con las extorsiones. Incentivar el miedo con las balas era parte central de la empresa criminal que buscaba sacar dinero de las víctimas. Un punto central de las extorsiones era el sector financiero.
“Rosario tiene la particularidad que la marca registrada de la violencia son Los Monos. Sabemos que no son los únicos, pero son los que mayor temor generan. Acercarse a una persona y decirle que iban de parte de Cantero o Los Monos provocaba temor. Ese miedo se generó y es un patrón que pudimos ver en el desarrollo de la asociación ilícita”, explicó en los alegatos el fiscal Edery.
El líder de Los Monos declaró en este juicio. Lo hizo de una manera singular, porque fue la primera vez que decidió responder preguntas que requirieran los fiscales, que prefirieron no hacerlas. Sin embargo, Guille Cantero, desde la cárcel de Marcos Paz, donde se encuentra detenido bajo un régimen de mayor control, habló a través del sistema de videoconferencia.
“Quiero decir algunas palabras. Me pongo nervioso. De todo lo que escuché en el juicio que se me acusa no aparece que yo haya formado una asociación ilícita. No mandé a cobrar a nadie, porque no me hace falta que cobrarle a nadie. Ni al casino grande ni a los casinos clandestinos. No me hace falta mandar a matar a nadie”, esgrimió el líder de Los Monos en un silencio profundo en la sala. Después su abogado defensor le preguntó sobre los pseudónimos que tiene. Cantero dijo que su nombre es Guille y que no le gusta que lo llamen de otra manera.
Los fiscales dijeron que esta causa hizo aflorar sobre “la superficie la participación política y judicial en el crimen organizado”. A partir del crimen Encino, que llevaron adelante Los Monos en el casino de Rosario, comenzó a entretejerse una causa que provocó por primera vez en Santa Fe fueran detenidos dos fiscales, como Patricio Serjal y Patricio Ponce Asahad, y quedara involucrado el senador peronista Armando Traferri, que nunca pudo ser imputado por ampararse en los fueros legislativos, que podría perder en las próximas elecciones del 13 de septiembre en Santa Fe o por decisión de la Corte Suprema de la Nación, que tiene bajo análisis un reclamo por la inconstitucionalidad de la protección parlamentaria.
El origen de la investigación se remonta a la cárcel de Marcos Paz, donde el líder de Los Monos dio la orden el 8 de enero de 2020: “Hay que hacer lo del City (Center). Ahí vamos a sacar una money”. La premisa la recibió Cachete Díaz, quien era el encargado de planear tres días después el ataque contra la sala de juegos.
El atentado al casino fue una bisagra en el entramado que Los Monos tejían con el nuevo negocio de las extorsiones. “Cachete” Díaz se comunicaba por WhatsApp con las potenciales víctimas, a las que investigaban previamente. Por ejemplo, el 8 de agosto de 2019 llamó a Rodrigo Fabiani y le exigió que le entregara una camioneta Toyota Hilux y 30.000 dólares a cambio de no atentar contra su vida.
En las comunicaciones previas quedó en evidencia que Los Monos sabían que Fabiani se había quedado con dinero de Maximiliano Rodríguez, alias Diente de Lata, que fue asesinado en la autopista Rosario-Córdoba en agosto de 2014. Había una inteligencia previa, en ese submundo, donde es muy fino el límite entre la legalidad y el delito.
Este esquema de extorsiones ya lo hacían con los gremios. Díaz era quien se ocupaba de cobrarle en persona al gremio de los taxistas para no perturbar su actividad. Esto ocurrió a partir de octubre de 2019, cuando Horacio Yanotti quedó al frente del gremio tras la expulsión de Horacio Boix, tras protagonizar un choque con un Audi del gremio, que terminó en escándalo. Boix les pagaba a Los Monos por seguridad y Cachete pretendía que Yanotti hiciera lo mismo. La trama se puso más densa cuando empezaron a balear la casa de los integrantes de la comisión directiva del sindicato. Algo similar ocurrió con el gremio de estibadores del puerto de Rosario. Boix fue condenado el miércoles pasado por haber usado para gastos personales la suma de 239.226 dólares que eran de la caja del gremio, y por haber mandado a balear a través de Los Monos a los integrantes de la comisión directiva que lo sacaron de la conducción en 2019.
Luego de que se conociera el fallo contra el líder de Los Monos dos sedes policiales fueron baleadas. El edificio de la AIC fue blanco de nueve balazos. Los dos atacantes que se trasladaban en una moto dejaron un mensaje mafioso. “Por los impactos, puedo inferir que los disparos fueron dirigidos hacia la entrada a manera de mensaje intimidatorio”, dijo el ministro de Seguridad, Claudio Brilloni.
Unos minutos después de la primera balacera, se produjo un ataque frente al viejo destacamento policial de Abanderado Grandoli y Guiraldes, conocido como el destacamento del Tanque, en barrio La Tablada. Algunos de los balazos hirieron a un hombre que esperaba el colectivo y que fue socorrido por personal de la Gendarmería que patrulla ese barrio.
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