Balaceras: ataques a recolectores de residuos y tres muertes a manos de sicarios, la tensión crece en una ciudad golpeada por la violencia
Los gatilleros narco volvieron a disparar sobre blancos elegidos para generar inquietud social
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ROSARIO.-El crimen organizado, que opera desde las cárceles, dejó sin recolección de residuos a Rosario, porque el Sindicato de Recolectores dispuso un paro este viernes, luego de que durante la madrugada fuera baleado un camión y los atacantes dejaran un mensaje que tiene relación con la tensión que se vive en las cárceles de Santa Fe. Una advertencia similar fue dejada el miércoles a la tarde en un bar de la zona norte de la ciudad, donde un joven con casco disparó contra los clientes, pero las balas no salieron.
Ante esta situación, el Ministerio de Seguridad de Santa Fe convocó a una reunión al titular del sindicato, Marcelo Andrada, para tratar de implementar medidas que garanticen la seguridad de los trabajadores y se pueda levantar la medida de fuerza. En junio pasado fue atacado a balazos un camión que realizaba la recolección de residuos y el gremio tomó la misma decisión que este viernes: paralizar el servicio.
“Los operarios estaban trabajando normalmente y apareció una moto. Los ocupantes efectuaron varios disparos contra la parte trasera del camión y dejaron una nota. El mensaje hace mención de presos que no tienen visitas”, explicó Andrada en diálogo con LT8.
“A raíz de eso, se tomó la determinación de que se suspenda el servicio y que los camiones vuelvan a las empresas, por las dudas para que esto no pase a mayores como lo que ocurrió con los colectiveros”, advirtió Andrada.
El 2 de diciembre pasado fue asesinado César Roldán, de 43 años, chofer de la línea 116,. En el ataque que llevaron adelante dos sicarios, que detuvieron el ómnibus y ejecutaron al conductor, se dejó una amenaza contra el ministro de Seguridad provincial, Pablo Coccocioni. La reacción del gremio de la Unión Tranviarios Automotores (UTA) fue declarar un paro. Luego, se repitió otro atentado contra un ómnibus de la línea 130, pero sin víctimas, en el barrio Acindar, donde se interrumpió el servicio y la zona quedó aislada durante unas horas a raíz del reclamo de los choferes.
“Las balaceras las sufren los colectiveros, cualquier vecino, los dueños de negocios, ahora nosotros. El gobierno tiene que solucionar esto, porque si no esto pasará a mayores. Le vamos a buscar la vuelta, no queremos que el vecino se quede sin recolección. Anoche estuve hablando con el intendente y no queremos suspender el servicio, pero hay que buscarle una solución a esta situación”, sostuvo este viernes el titular del gremio de los Recolectores de Residuos.
La pulseada que mantiene el gobierno de Santa Fe con los grupos narco comenzó a sumar preocupación durante las últimas horas. Al fallido ataque al bar de la zona norte de Rosario, donde uno de los sicarios quedó registrado por las cámaras de seguridad, se sumaron otros episodios de extrema violencia, como dos homicidios que se cometieron con una escasa diferencia de tiempo en la tarde del jueves en Rosario. Los dos crímenes fueron planificados por sicarios, al igual que el asesinato de un joven de 21 años cometido hoy frente a un centro de salud local.
César Urdapilleta, de 28 años fue asesinado en la esquina de su casa en barrio Las Flores durante la tarde de ayer. Según las fuentes policiales, el joven estaba sentado, cuando dos muchachos aparecieron caminando, se le acercaron y sin mediar palabras le dispararon ocho veces. La víctima, nacida y criada en el barrio donde Los Monos tienen un dominio histórico, falleció por las heridas de bala en la espalda y en el cráneo. Se sospecha que el disparo en la cabeza podría haber sido para rematar al joven cuando se encontraba en el piso.
Luego, fue ultimado en la puerta de su casa, cuando bajaba de un taxi, Pablo Bonda, un tatuador de 34 años, que había vivido mucho tiempo en Buenos Aires. Según las fuentes policiales, dos hombres en una moto se acercaron, cuando bajó del auto y le preguntaron su nombre. Luego, le dispararon dos veces y como ocurrió en el barrio Las Flores, a la víctima la remataron mientras se encontraba tirado en el piso.
En el gobierno de Santa Fe esperaban estas reacciones que provienen desde las cárceles, pero eso no quita que haya preocupación. ¿Hasta dónde puede escalar esta situación? En el Ministerio de Seguridad de Santa Fe consideraron que “deben aguantar unos seis meses, calcularon, los narcos de los pabellones de alto perfil van a entender cómo es la nueva dinámica dentro del penal”. “Hay que aguantar”, repitieron. “Cada día la van a pasar peor”, ensayó el gobernador Maximiliano Pullaro y pasó su propio mensaje, que sabe que llega a los pabellones.
Desde el 12 de diciembre comenzaron a implementarse nuevas medidas en los penales santafesinos para evitar que se ingresen celulares y droga a los pabellones. Esta estrategia tiene que ver con el convencimiento que tienen las nuevas autoridades de que si logran controlar las cárceles también podrán bajar la violencia en las calles. El crimen organizado se domina desde las penitenciarías tanto las de Santa Fe como las federales, donde –según fuentes de la gestión de Pullaro- “no se logran ajustar mayores controles”.
Voceros del Ministerio de Seguridad advirtieron a LA NACION que esas medidas tienen que ver con la prohibición del ingreso de los llamados “bagayos” que los familiares llevan a los reclusos en Santa Fe, que contienen comida, elementos de limpieza, entre otras cosas. “Había familiares que pretendían ingresar paquetes de 50 kilos a la cárcel”, graficaron.
Además, todo lo que entra a los penales es sometido al análisis con un escáner, que es similar a los que hay en los aeropuertos. También hay inspecciones con perros que detectan estupefacientes.
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