Asesinaron al jefe de sicarios de un rival de Los Monos en una emboscada frente al Jockey Club
Rodrigo Sánchez recibió ocho tiros cuando iba en una camioneta; acababa de salir de una empresa de transportes vinculada con su jefe, el narco Esteban Alvarado
ROSARIO.- A cien metros del golf del Jockey Club, los vecinos recluidos en sus residencias por la cuarentena que les impuso la amenaza del coronavirus se sobresaltaron por la ráfaga de disparos que al mediodía rompió el silencio del barrio de Fisherton. Ocho disparos se llevaron la vida de un hombre. No cualquiera, sino quien era investigado como uno de los jefes de los sicarios de Esteban Alvarado, que se transformó en los últimos diez años en uno de los principales alfiles del tráfico de drogas local, a la par de Los Monos, sus archienemigos.
En momentos en que las calles están casi desiertas por la pandemia, esta ciudad acumuló cuatro crímenes en las últimas 48 horas. Suman 62 en lo que va de este año. Los últimos asesinatos tienen un denominador común: fueron ejecutados por sicarios.
Rodrigo Sánchez, de 44 años, presunto gatillero jefe de Alvarado, fue emboscado en Wilde y San Lorenzo. Se movía en una Toyota Hilux gris, cuya carrocería fue agujereada por las balas. Alcanzado por ocho proyectiles, murió en el acto. Según fuentes policiales consultadas por LA NACION, a Sánchez lo atacaron desde un Renault Logan rojo, que luego fue abandonado en Ezeiza al 700. La policía detectó que el vehículo tenía pedido de captura: había sido robado anteayer.
El sábado, Sánchez había visitado a su jefe en el penal de Piñero, a 20 kilómetros del centro de esta ciudad. Los investigadores lo ubican como un hombre del círculo íntimo del narco. "Estaba encargado de reclutar a los sicarios", apuntó una alta fuente judicial.
La víctima figuraba como empleado de la empresa Logística Santino SRL, que está a nombre de Rosa Capuano, esposa de Alvarado. Esa firma se dedica al transporte de cargas y a la comercialización de materiales de construcción. Está en Camino de las Carretas 8395, frente al Jockey Club, a unos 150 de donde Sánchez fue emboscado, justamente al salir de la compañía.
En su capital social Logística Santino SRL posee tres camiones Scania, cinco semirremolques y dos inmuebles. Cuando el año pasado los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery ordenaron el allanamiento de esta empresa encontraron documentación de otras firmas ligadas a Alvarado, como Transportes Toia SRL y Sagrado Corazón de María, esta última, una empresa de salud donde incluso Alvarado aparece en relación de dependencia.
La empresa Transportes Toia fue la que utilizó Alvarado, según confirmó la semana pasada la Cámara Federal de Rosario, para traficar 493 kilos de marihuana a Río Negro. La policía de esa provincia secuestró el 24 de noviembre de 2017 un camión que llevaba oculta la droga. Según la investigación de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), ese rodado pertenecía a Toia y el chofer estaba registrado en Logística Santino, al igual que Rodrigo Sánchez.
En el procesamiento dictado contra Alvarado, el juez federal Marcelo Bailaque indicó que Toia y Logística Santino "están vinculadas a Alvarado, quien de hecho resulta ser quien las dirige". Señaló que Logística Santino estaría a nombre de Capuano, a quien sindicó como "prestanombres del imputado", teniendo en cuenta que la mujer está "inscripta en la AFIP como monotributista con una categoría de ingresos de hasta 20.000 pesos, pero sería propietaria de 18 rodados".
El jueves pasado, como publicó LA NACION, fue acribillada Mariana Ortigala, quien salvó su vida a pesar de ser blanco de cinco disparos. Es la hermana de Rodrigo Ortigala, testigo clave en la causa por homicidio y asociación ilícita contra Alvarado.
No es la primera vez que los Ortigala son blanco de un ataque. En julio pasado, el frente de un edificio en Servando Bayo 1085, donde Rodrigo y su hermana trabajaban en una oficina, fue acribillado.
Rodrigo Ortigala fue clave en la detención de Alvarado, que había sido su jefe en la banda narco hasta que se presentó como arrepentido. Su testimonio fue determinante para que los fiscales Edery y Schiappa Pietra avanzaran, junto al Organismo de Investigación, en desmantelar el clan narco que había ejecutado al prestamista Luciano Maldonado, cuyo cadáver apareció el 11 de diciembre de 2018 en una colectora de la autopista Rosario-Buenos Aires, tirado junto a un cartel de cartón escrito con birome azul que decía: "Con la mafia no se jode".
Era la leyenda que dejaban Los Monos como sello de sus ataques armados contra casas de funcionarios judiciales y jueces. Con ese artilugio, que después volvió a usar, pero de modo más sofisticado, Alvarado pretendía que culparan e investigaran a sus rivales por los crímenes y amenazas que él había cometido.
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