Arrestan a jefes de un grupo piquetero que almacenaba armas y granadas caseras
El pasado 10 de octubre una patrulla de investigaciones de la Policía de la Ciudad intentó identificar a los ocupantes de una motocicleta. Los agentes sospecharon que se trataría de motochorros en busca de una presa en el cruce de Lima e Independencia, ya que el rodado ocupado por dos hombres no portaba patente. Los policías estaban en un vehículo sin identificación, utilizados para las tareas de vigilancia, cuando intentaron cruzar la marcha de esa motocicleta, que aceleró en procura de distanciarse. Se inició una persecución por el barrio de Constitución y en Hornos y Caseros los agentes fueron recibidos con una reacción inesperada: fue arrojado hacia su automóvil un bolso que explotó segundos después.
Tras el arresto de los dos sospechosos, los detectives de la fuerza de seguridad porteña buscaron detectar el origen de esos atacantes. Hoy se concretaron seis allanamientos en la zona sur de conurbano y apareció otra sorpresa: los cuatro detenidos pertenecen a uno de los grupos piqueteros que participan de manera habitual en las protestas callejeras y almacenaban armas y granadas caseras.
No solo se trataba de un acopio de proyectiles y pólvora al estilo anarquistas, sino que en una de sus bases operativas se encontraron detonadores a distancia. Esos elementos no causaron asombro en los investigadores, ya que en la persecución inicial ese grupo había dado muestras de una capacidad poco común en la Argentina: los policías observaron que una vez arrojado el bolso explosivo uno de los motociclistas accionó un detonador para que el artefacto estallase en el momento elegido. El vehículo policial frenó y logró esquivar por poco esa trampa. Poco después esos motociclistas fueron atrapados en un operativo cerrojo.
Desde ese episodio se procuró identificar al grupo que pertenecían los agresores. Al revisarse las cámaras de seguridad pudieron los policías porteños visualizar la secuencia de movimientos de los atacantes. Notaron que esos presuntos motochorros contaban con otras dos motocicletas y una camioneta como apoyo. El rastro de videovigilancia se perdió esa noche en Villa Domínico, en Avellaneda, pero los detectives tenían ya suficientes pistas para dar con los atacantes. Se pudo detectar el recorrido utilizado para el ingreso en la ciudad y de esa manera se cercó al resto de los sospechosos, especialmente al observarse la patente de la camioneta. Pero las sorpresas aumentarían en esta causa.
Las escuchas telefónicas advirtieron a los investigadores que el grupo manipulaba armas y explosivos en forma cotidiana. Fuentes vinculadas con la investigación aseguran que ese grupo estaba detrás de la compra de mayor cantidad de material detonante. Las pistas llevan a ese incierto terreno conocido como la Triple Frontera.
Se habrían detectado intentos de adquirir materiales explosivos en Ciudad del Este, la localidad paraguaya que es prácticamente el corazón de esa zona conocida con el genérico de la Triple Frontera, donde se cruza toda actividad ilegal conocida en el mundo. Se investiga si desde allí surgieron, además, fondos para la actividad del Movimiento Popular 22 de Agosto.
El Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°9 habilitó esta madrugada los allanamientos, apenas fueron solicitados por los detectives porteños que había focalizado la investigación sobre uno de los presuntos cabecillas de la organización con base en Berazategui. El procedimiento se realizó en uno de los lugares de reunión del Movimiento Popular 22 de agosto.
En una de las sedes territoriales de ese grupo -de ideología guevarista y habitual presencia en las protestas en las calles- se encontraron elementos explosivos de sofisticada preparación, cuya presencia en la Argentina llamó la atención a los investigadores.
La inquietud aumentó al descubrirse que un detonador vía llamada a un teléfono celular había sido instalado en una camioneta de los sospechosos. Estiman que es el paso inicial para lo que se conoce como el montaje de un coche-bomba. Una preparación de esas características es totalmente inusual en la Argentina y ni siquiera se acercan a esa sofisticación los manuales de preparación de bombas caseras encontrados el año pasado, antes de la Cumbre del G-20, en las guaridas anarquistas. El vehículo tiene pedido de captura por robo y el sistema permitía encender el motor de la camioneta mediante una llamada, de esa manera podría haberse detonado un explosivo.
Para los investigadores, ese acopio de material explosivo no tiene vinculación con situaciones políticas locales. Sospechan que ese grupo intentaba generar alguna situación de intimidación fuerte, algo que causase suficiente conmoción social como para activar foquismos callejeros como los observados en las últimas semanas en Ecuador y Chile. Incluso, estiman los detectives porteños que ese grupo planeaba la colocación de "algo más que un caño" la noche del casual encuentro entre los motociclistas y el vehículo de la brigada policial.
"Nos preocupa la actividad de un grupo con estas características. Hemos avanzado con la investigación y logramos interrumpir las acciones de esta gente, pero de todas maneras vamos a continuar con el trabajo sobre otras pruebas recolectadas en los allanamientos para cortar todos los eslabones de esa organización", comentó el secretario de Seguridad porteño, Marcelo D'Alessandro.
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