Aportó el dato más valioso que permitió descifrar el asesinato de Cabezas, pero quedó en la ruina
Las malas compañías evaporaron la recompensa del testigo
Rubén de Elía recibió una llamada anónima en la que le advertían que iban a matarlo. Entonces, se comunicó con un importante funcionario del Poder Ejecutivo bonaerense y le pidió ayuda. El político le entregó su Fiat Duna y algo de dinero. En medio de la noche, el hombre que aportó el dato que permitió el esclarecimiento del homicidio del fotógrafo José Luis Cabezas levantó en medio de la noche a su esposa y sus dos hijos, la familia puso en bolsos la ropa que tenía a mano y huyó de Los Hornos, el barrio de toda su vida.
El hombre no cometió ningún delito, pero debía escaparse. Temía que lo asesinaran en venganza por revelar que José Luis Auge y Héctor Miguel Retana le contaron que habían participado del homicidio de Cabezas y que mataron al reportero gráfico de la revista Noticias por orden del policía bonaerense Gustavo Prellezo, quien pretendía formar parte del ejército de custodios que comandaba el exmilitar Gregorio Ríos, quien trabajaba para el empresario Alfredo Yabrán .
Dominado por el miedo a que lo mataran, el 5 de enero de 2000, De Elía manejó los 1087 kilómetros que separan La Plata de Oberá, en Misiones. Se instaló allí y regresó a La Plata solo una vez: a fines de ese año, para cobrar los US$300.000 de recompensa por entregar la información que abrió la investigación por el asesinato de Cabezas.
Pero, víctima de estafas concretadas por las malas compañías que lo rodeaban y por una serie de decisiones equivocadas que tomó, perdió todo el dinero que había cobrado por la recompensa. Hoy, De Elía no tiene ni un peso. Regresó de Oberá. Solo subsiste con la ayuda que le aporta una veterana compañera de sus años de militancia justicialista.
El testigo clave no recurrió al exfuncionario bonaerense que lo ayudó desde el 29 de enero de 1997, cuando se presentó en su despacho para decirle que sabía quiénes estaban involucrados en el homicidio del fotógrafo. La relación entre ambos se quebró el mismo día en que el testigo cobró el cheque de US$300.000. Ninguno de los protagonistas reveló los motivos de la ruptura. Una vez que retiró el dinero de la casa matriz del Banco Provincia, el testigo regresó a Oberá con su familia y nunca más se reunió con el exfuncionario.
Tanto De Elía como el exfuncionario, que pidió expresamente no ser nombrado en esta crónica, protagonizaron una historia poco conocida de la investigación del homicidio del reportero gráfico.
Cabezas fue asesinado el 25 enero de 1997 en Pinamar. Los mencionados Auge y Retana, con la complicidad de Horacio Anselmo Braga y Sergio González, esperaron que Cabezas saliera de la fiesta de cumpleaños del empresario Oscar Andreani en Pinamar, lo tomaron cautivo y lo llevaron a bordo del Ford Fiesta que había alquilado la editorial, seguidos por el resto del grupo en un Fiat con un guardabarros abollado que pertenecía a Prellezo.
Según la Justicia, cuando llegaron a la mitad del camino de tierra que comunica Pinamar con General Madariaga, Auge, Retana, González y Braga hicieron bajar a Cabezas del Ford Fiesta y Prellezo lo mató de dos balazos en la cabeza. Luego, los cuatro integrantes de la denominada banda de Los Hornos subieron el cuerpo del fotógrafo, esposado, al Ford Fiesta, lo prendieron fuego y regresaron a La Plata en el Fiat blanco de Prellezo.
El reportero gráfico fue el único que le tomó una fotografía a Yabrán. Esa imagen fue publicada en la revista Noticias. Cabezas le puso rostro al hombre de negocios que afirmaba que ni la CIA tenía una fotografía de él. A principios de 2000, los ocho acusados por el homicidio de Cabezas fueron condenados a penas de entre prisión perpetua y 15 años de cárcel. Sin embargo, actualmente ninguno de los ellos está preso.
Sin poder obtener una nueva identidad y porque se quedó sin dinero, el testigo que cobró la recompensa vive con la posibilidad de cruzarse con aquellos a los que delató y que fueron condenados por el homicidio que conmocionó a la Argentina.
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