Apareció la niña: así era el lugar donde vivía, en Barrio Cildañez
Una carpa construida en la intersección de Dellepiane y Escalada con un tejido, lonas y sábanas alojaba a la menor y a su mamá, antes de que se iniciase la búsqueda
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Unas ojotas rosas, una sola sandalia gris, una malla flúor, juguetes, un lápiz, un encendedor, un paquete de galletitas, la estructura de una silla, un catálogo, biromes, una cinta adhesiva, un colchón de espuma en un piso de tierra y ropa de cama apiñada sobre él. Todo eso, concentrado en cuatro paredes que son en realidad un tejido, lonas y sábanas, se concentra bajo los árboles en el cruce porteño de Dellepiane y Escalada. En su interior no hay gente.
Es el lugar donde pasaban sus días y noches M. y su mamá, Estela. Ambas son ahora parte de una causa que tramita la Justicia, debido a que la menor estuvo desaparecida desde el lunes hasta hoy, cuando fue encontrada con vida, acompañada de Carlos Savanz, quien también vivía en situación de calle y que las había conocido hacía solo un mes.
La trascendencia pública que tomó la búsqueda de la niña puso sobre la mesa, también, eso que detrás de los números emana como algo tangible -y, muchas veces, invisibilizado-, en un país como la Argentina, donde el año pasado y según la Universidad Católica Argentina, la pobreza tocó el 44,2% y la indigencia en niños y adolescentes llegó a 16%.
Elizabeth Ronchi, una funcionaria del Ministerio de Seguridad de la Nación que hace años recorre las calles en esa zona de la Ciudad, cuenta a LA NACION que M. nació en situación de calle y así pasó sus siete años. En coincidencia, Estefanía Quijano (32), una vecina del barrio, que fue a la Escuela Reino de Thailandia con Estela, dijo que la madre de M. “desde hace aproximadamente 14 años está en la calle”.
Fue Quijano, que es pensionada y ama de casa, quien le ofreció unas zapatillas deportivas y una campera a la mujer, al verla desprotegida ante el viento y la lluvia de los últimos días, en los que Estela bregó por más de 70 horas por la aparición con vida de M.
En Cildañez, un barrio de casas de pasillo donde se aloja a una comunidad que nunca dudó en unirse ante la injusticia de la desaparición de una niña, son múltiples los testimonios que revelan que Estela pululaba entre las casas, en busca de comida para su hija. A pesar de los problemas de adicción que refieren tenía, las voces adhieren sin titubeos que M. estaba “cuidada y prolija”, motivos suficientes para que ellos colaborasen -de forma particular y en los merenderos- con alimentos para la menor.
En la Ciudad, según cifras de una encuesta realizada en el marco del programa Buenos Aires Presente que aportó el Ministerio de Desarrollo Comunitario a LA NACION, eran al menos 1147 las personas que se encontraban en situación de calle en 2019. Las organizaciones sociales, que se basan en el Segundo Censo Popular de Personas en Situación de Calle del mismo año, sostienen que el número asciende a 7251 individuos sin hogar, cifra compuesta por 871 niñas, niños y adolescentes.
Sentada en el banco de un kiosco que tiene pegado un cartel con la consigna “aparición inmediata de M.” se encuentra Viviana Oviedo (33), que es prima de Estela. Luego de la aparición de la niña -a quien llama “sobrina”- en Luján, cuenta que requirieron a las autoridades la posibilidad de que sea alojada en una casa y reflexiona, para LA NACION: “Ojalá esto sirva para que muchos chicos puedan salir de situaciones de este tipo, que no se las merece un niño. Dios tuvo misericordia sobre la vida de ella, solo Dios sabe lo que están pasando ella y su mamá”.
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