Amenazas narco. La ciudad donde todo puede ser blanco de las balas para generar terror
En Rosario se incrementaron los ataques sin blancos definidos, con el objetivo de sembrar pánico; balazos contra colectivos, centros de salud, escuelas y bares; se sospecha que el origen de las intimidaciones viene de las cárceles y tienen como destinatario al gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro
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ROSARIO.-En noviembre de 2021 las balas cruzaron durante la hora de la cena el salón del restaurante El Establo, en Rosario, que estaba lleno de comensales. Los que dispararon no tenían un blanco definido, una persona a quien pretendían herir o matar. Lo que buscaban era irradiar terror. Lo consiguieron por el peso que tuvo la noticia minutos después.
Esa maquinaria de violencia siguió en una marcha constante, en la que los grupos criminales de Rosario encontraron una forma de exponer sus demandas, generar pánico y sacar dinero con extorsiones, que se traman desde la cárcel –como detectaron más de una decena de investigaciones judiciales–, una estrategia que se amplificó en toda la ciudad. No se necesita una logística sofisticada para generar pánico social, sólo dos jóvenes en moto con pistolas 9 mm, que tienen la convicción de que nunca serán atrapados en ese momento.
Ese esquema que busca irradiar terror se viralizó en los últimos tres años. Pero desde mediados de diciembre, tras los cambios que se implementaron en las cárceles, con mayores controles y el reagrupamiento de los presos de alto perfil, cuadros medios de las bandas criminales, los ataques y amenazas tuvieron como destinatario casi exclusivo al gobernador de Santa, Fe Maximiliano Pullaro, que a causa de este tipo de intimidaciones “sacó” a su familia de Rosario, según reconoció públicamente. Las amenazas contra el gobernador son cotidianas, junto con ataques donde los “soldaditos” dejan mensajes que expresan el descontento de un grupo de reclusos de las cárceles de Piñero y Coronda.
“Muchas veces quienes ejercen el rol de atacantes buscan que los capten las cámaras de seguridad para que esas imágenes después sean difundidas”, explicó una fuente judicial. Eso ocurrió ayer a la tarde, cuando dos jóvenes en moto llegaron a un bar ubicado en avenida Rondeau y Martín Fierro, en el norte de Rosario.
Las cámaras captaron al muchacho cuando, con el casco puesto, caminó hacia las mesas que están en la vereda, donde había varios comensales. Dejó un papel en una de las mesas, pero nadie le dio importancia hasta que sacó una pistola y comenzó a gatillar, pero las balas no salieron. O bien, la pistola no tenía municiones.
Después de que los parroquianos del bar se dieron cuenta de que los proyectiles no habían salido corrieron al atacante, que logró escapar en la moto. La policía no consiguió detenerlos. La nota que dejó el joven con casco tenía que ver con las restricciones a las visitas en las cárceles, según confirmaron fuentes del gobierno provincial.
Desde el 12 de diciembre comenzaron a implementarse nuevas medidas en los penales santafesinos para evitar que se ingresen celulares y droga a los pabellones. Esta estrategia tiene que ver con el convencimiento que tienen las nuevas autoridades de que si logran controlar las cárceles también podrán bajar la violencia en las calles. El crimen organizado se domina desde las penitenciarías tanto las de Santa Fe como las federales, donde –según fuentes de la gestión de Pullaro- “no se logran ajustar mayores controles”.
Voceros del Ministerio de Seguridad advirtieron a LA NACION que esas medidas tienen que ver con la prohibición del ingreso de los llamados “bagayos” que los familiares llevan a los reclusos en Santa Fe, que contienen comida, elementos de limpieza, entre otras cosas. “Había familiares que pretendían ingresar paquetes de 50 kilos a la cárcel”, graficaron.
Además, todo lo que entra a los penales es sometido al análisis con un escáner, que es similar a los que hay en los aeropuertos. También hay inspecciones con perros que detectan estupefacientes.
Según los investigadores, unos minutos antes de que se produjera el ataque en el bar dos jóvenes con cascos y vestidos con ropa similar atacaron a un hombre que guardaba una rueda de auxilio en el baúl de su auto. Este ataque habría sido al azar y los protagonistas serían los mismos. El hombre contó en Radio 2 de Rosario que los sujetos que se desplazaban en una moto hicieron tres disparos contra el vehículo, donde dos tiros dieron en un costado y un tercero no salió. Este episodio ocurrió a siete cuadras del bar Rodó.
“Sin decir una palabra hicieron dos disparos que dieron en el auto y me apuntaron, pero el arma se trabó y por suerte el disparo no salió. Atiné a correr y ellos huyeron hacia el sur, agarraron avenida Circunvalación y se ve que de ahí fueron hasta el bar”, describió la víctima.
“Un amigo de la familia nos contó del ataque al bar y ahí con la filmación vimos que estaban vestidos igual y usaban la misma moto”, afirmó.
Bala pegada en un papel
Aunque este hecho fue de mayor gravedad, porque pudo resultar gente herida, este tipo de ataques y de amenazas son cotidianas en Rosario. Ese mismo día durante la mañana, los empleados del centro de salud 1º de Mayo, de la zona norte de Rosario, encontraron una nota amenazante con una bala pegada al papel. El mensaje no tenía que ver con la institución, sino que hacía mención a una banda criminal liderada por un preso.
En este caso no se trató de una amenaza contra el gobernador, sino de mensajes entre las propias organizaciones criminales. Una fuente del centro de salud señaló que el papel que dejaron mencionaba a un joven condenado por narcotráfico y por homicidio, preso en una cárcel federal, al que tildan de “soplón”.
El lunes a la noche ocurrió un nuevo atentado a balazos contra un colectivo en el barrio Acindar, en el sur. Este hecho violento provocó conmoción entre los vecinos, y generó que durante varias horas el barrio quedara aislado, porque los ómnibus no ingresaban por temor a nuevas balaceras. El 2 de diciembre pasado fue asesinado un chofer de la línea de colectivos 130 en un ataque con sicarios en la zona noroeste de la ciudad. El colectivero no tenía nada que ver con las tramas criminales.
Tras el ataque contra el colectivo en el barrio Acindar, durante la madrugada del martes se produjo otro atentado contra una estación de servicio, donde también dejaron una nota amenazante. Fueron unos cuatro impactos de bala que quedaron marcados contra la vidriera del minimarket de la estación de servicios situada en Avellaneda y 27 de Febrero.
El sábado a la noche fue baleada la sede de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE), una fuerza considerada de élite en Rosario. Los atacantes, que se desplazaban en un auto gris, dejaron un cartel con una advertencia en la puerta del edificio, ubicado en Rouillón e Ituzaingó, en el distrito oeste de la ciudad. Luego se trasladaron unos 50 metros y abrieron fuego contra uno de los laterales del predio.
El espiral de amenazas y atentados contra Pullaro tuvo su origen en las medidas que tomó dos días después de asumir en los pabellones de alto perfil del penal de Piñero, situado a 25 kilómetros de Rosario. Reagruparon los internos que estaban alojados en cuatro pabellones. Allí se encuentran sicarios de Los Monos y de otras bandas, como la que maneja Riquelme, un hombre que fue uno de los gestores de la guerra narco en el oeste de Rosario, donde se centra el foco de los homicidios.
A los mayores controles contra los presos de alto perfil, que tocó el negocio mafioso que opera dentro de las cárceles, se sumó otro punto que también genera fricción, porque apunta a mermar la recaudación de los grupos criminales, como es el derribo de los puntos de venta de drogas, una medida que se empezó a implementar hace dos semanas, como consecuencia de que en diciembre pasado Santa Fe adhirió a la llamada ley de narcomenudeo, que ahora está bajo la órbita de la justicia provincial.
Anteayer, la Policía de Investigaciones (PDI) detuvo a dos jóvenes que podrían haber actuado en intimidaciones contra Pullaro. Fueron detenidos por otra extorsión, pero los peritajes detectaron que también habían escrito mensajes contra el mandatario provincial, según dijero fuentes policiales.
“Ambos detenidos, identificados como Alejo R, de 24 años, y Vladimir C, de 20, eran objeto de una investigación por extorsión que culminó con la verificación de la coincidencia de la escritura de las notas amenazantes contra el gobernador”, sostuvieron las fuentes de la PDI.
Durante los dos allanamientos que se llevaron adelante, se incautaron una pistola de aire comprimido, chips de líneas telefónicas, cuatro teléfonos celulares, un cartucho calibre 22 y un trozo de cartón con la misma inscripción utilizada en la amenaza extorsiva.
La investigación se centró en un caso de extorsión en el que los “soldaditos” amenazaban con balear a la víctima si no entregaba una importante suma de dinero. La pesquisa se intensificó al descubrirse que la escritura de las notas coincidía con las amenazas dirigidas a Pullaro. Tras los secuestros de los celulares de los detenidos los investigadores buscarán avanzar sobre los autores intelectuales, como ocurrió en otro caso en el que se detectó que las órdenes a los soldaditos partían de los penales federales de Ezeiza y Marcos Paz, en la provincia de Buenos Aires.
Hace dos semanas fue imputado el narco Francisco Riquelme, que actualmente está detenido en Marcos Paz. Este hombre, que generó terror en la zona noroeste de Rosario, al protagonizar una guerra narco en el barrio contra Los Monos, ofreció 100.000 pesos a cada uno de los tres soldaditos a los que les ordenó balear una escuela y dejar una amenaza contra Pullaro. Se sospecha que también fueron quienes dispararon contra la comisaría 19, donde también se encontró un mensaje contra Pullaro.
Luego también fue imputado por el juzgado federal de Lomas de Zamora, tras una investigación que hizo la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar). En la investigación se detectó que Riquelme amenazó a los directivos del penal de Ezeiza al colgar una bandera con sus nombres dentro de la cárcel. Se había molestado porque no habían dejado ingresar a una visita. “Prendan la tele hoy a la noche. Van a ver lo que voy a hacer. Los voy a cagar a tiros a todos ustedes. Voy a cagar a tiros una comisaría de Rosario hoy. Se van a querer matar, van a ver lo que voy a hacer”, gritó, según se reveló en la audiencia.
Riquelme cumplió. Ordenó balear la comisaría 19a. de Rosario. Horas más tarde, según la investigación del fiscal Franco Carbone, dos soldaditos iban a disparar contra la escuela Paulo IV, pero se cruzaron con una patrulla de la Policía de Acción Táctica con los que se enfrentaron a tiros. Fueron detenidos y se supo que tenían un cartel con amenazas contra Pullaro, y en uno de los celulares que tenían Carlos Moreno y Alejandro Acosta figuraban las comunicaciones con Riquelme.
Otro dato clave fue que en una mochila tenían guantes de látex negros, los mismos que usaron los atacantes en la seccional policial y en otro atentado que ocurrió el 12 de diciembre en una sucursal del banco Macro y en la guardia del hospital de Emergencias. Allí también se habían dejado amenazas contra el gobernador de Santa Fe.
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