Al pederasta lo motiva el abuso de poder o la venganza
La pederastia es un patrón poco habitual de atracción y aumento de la excitación sexual permanente hacia niños o niñas menores de 13 años, sumado a la concreción del acceso carnal en cualquiera de sus formas.
Los pederastas ocasionales mantienen relaciones sexuales con adultos y con menores, sean o no de su mismo sexo. La particularidad es que sus actos están motivados por el abuso de poder o la venganza y no por necesidades psicosexuales, como en los pederastas exclusivos. Por eso pueden sostener relaciones maritales largas o de parejas que aparentan ser convencionales. No siempre el pederasta ocasional prefiere niños dentro de su círculo. Cuando las víctimas son desconocidas, el ataque es rápido, violento y la motivación suele ser la descarga de ira.
Los diagnósticos de personalidad asociados a este tipo de conducta sexual son el trastorno antisocial de personalidad, el narcisismo patológico o la personalidad esquizoide. Privilegian la emoción que sienten por el peligro de la situación que crean con las víctimas.
Seducen, amenazan o engañan a las víctimas diciendo que es un secreto, un juego. Es la investidura de personas respetables lo que les sirve de apoyo para lograr sostener los abusos durante años, hacer dudar de si el niño miente o fantasea, o generar miedo para ganar silencio.
En un comienzo pueden mostrar comprensión, cariño, generosidad, empatía y preocupación, incluso jugar o charlar con los chicos como uno más. Saben cómo romper el hielo ganándose automáticamente su confianza y manipularla para que la víctima acceda a irse con él o ella, sin que el menor llegue a razonar que, en realidad, ese adulto no es un nuevo amigo sino un extraño que, en el fondo, busca estar a solas y provocarle un grave daño.