Ahorcado con una sábana. Un médico argentino condenado en EE.UU. por abusar de sus pacientes se suicidó en una cárcel de Nueva York
El neurólogo Ricardo Cruciani, de 68 años, estaba alojado en la cárcel de la isla Rikers; el mes próximo debía enfrentar la audiencia de sentencia, en la que podría haber recibido la pena de prisión perpetua
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El médico argentino Ricardo Cruciani, hallado culpable de haber abusado sexualmente de varias de sus pacientes en los Estados Unidos, fue hallado muerto en el complejo carcelario de la isla Rikers, en el estado de Nueva York. Estaba sentado en el sector de duchas de la unidad penitenciaria con una sábana alrededor del cuello.
Según información publicada por The New York Times, Cruciani, un neurólogo de 68 años, murió la madrugada del lunes, una hora después de que fuera atendido por el personal carcelario que lo encontró en el centro Eric M. Taylor, del enorme complejo carcelario de Rikers. Se abrirá una investigación para determinar si el complejo correccional neoyorkino –objeto de fuertes críticas y señalado como “un calvario” para los reclusos– incumplió la orden dictada por la Corte de Manhattan para que pusieran al médico en vigilancia preventiva de suicidio, inmediatamente después de que fuera condenado, hace menos de un mes.
Estaba previsto que el 14 de septiembre próximo enfrentara la audiencia de sentencia, en la que podría haber recibido la pena de prisión perpetua.
Los hechos atribuidos a Cruciani ocurrieron entre 2002 y 2014, cuando prestó servicio en el prestigioso hospital Monte Sinai Beth Israel, de Nueva York; allí, como encargado del área de cuidados paliativos, era responsable de administrar tratamiento a pacientes con dolor crónico o debilitante causado por trastornos neurológicos. Seis mujeres que habían sido sus pacientes lo denunciaron ante la fiscalía del distrito de Manhattan por haberlas besado, manoseado o mantener relaciones sexuales no consentidas.
Finalmente, hace poco más de dos semanas un jurado lo declaró culpable de 12 cargos de agresión sexual depredadora, abuso sexual, violación y otros delitos.
En febrero de 2018, el médico fue arrestado por orden de un tribunal de Nueva York, aunque recuperó la libertad luego de responder a una fianza de un millón de dólares. Para entonces ya gozaba de una libertad condicional luego de haber sido sometido a proceso en el estado de Pensilvania, luego de que siete mujeres lo acusaran de haberlas tocado y besado sin su consentimiento. La mayoría de esos casos ocurrieron en 2013. Tras haberse declarado culpable en esa causa, el acuerdo con los fiscales de Filadelfia decretó la pérdida de su licencia profesional y quedó registrado como “agresor sexual”.
Se cree que, en un periodo de 12 años, al menos 17 mujeres lo denunciaron por conducta sexual inapropiada en Pensilvania, Nueva York y Nueva Jersey.
Sin supervisión en la cárcel
La muerte de Cruciani cuando estaba en custodia encendió alarmas por la presunta responsabilidad del personal carcelario. En un comunicado citado por The New York Times, el comisionado del Departamento Correccional de Nueva York, Louis A. Molina, dijo que estaba “profundamente triste al enterarse del fallecimiento de esta persona bajo custodia”. Sin nombrar que se trataba de Cruciani, agregó: “Llevaremos a cabo una revisión interna preliminar para determinar las circunstancias que rodearon su muerte. Nuestros pensamientos y oraciones están con sus seres queridos”.
El abogado del neurólogo argentino, Frederick L. Sosinsky, sostuvo en un comunicado que los representantes legales y los familiares de Cruciani “están conmocionados y entristecidos más allá de lo imaginable después de haberse enterado de su muerte violenta mientras estaba bajo custodia de la ciudad” de Nueva York.
Sosinsky –un reconocido abogado penalista neoyorkino– dijo que tras la decisión del jurado contra su cliente, había solicitado al Tribunal que se extremara la vigilancia sobre Cruciani durante su estancia en la prisión. El juez ordenó al Departamento Correccional del Estado de Nueva York que colocara al neurólogo “bajo custodia protectora y bajo vigilancia de suicidio” con supervisión durante todo el día, incluso mientras usaba el baño en el pabellón general del centro de detención Eric M. Taylor, de Rikers.
“Ninguna de estas condiciones, que sepamos, se cumplió nunca”, sostuvo Sosinky, que pidió a la Corte de Manhattan que se investiguen no solo las circunstancias de la muerte de Cruciani sino el hecho de que hubiera incumplido la orden judicial de vigilancia de suicidio.
Según los registros, Cruciani ingresó en el sector de duchas del centro Eric M. Taylor a las 4.23 del lunes, y fue encontrado inconsciente a las 5.35 por uno de los guardiacárceles que revisaba la zona de alojamiento de detenidos. La previsión es que esas recorridas se realicen cada media hora. No se sabe si ese protocolo efectivamente se cumplió, dijeron fuentes del caso.
Las acusaciones
Según informó The New York Times, “durante su juicio en la Corte Suprema del Estado de Nueva York, los fiscales dijeron que Cruciani, quien una vez tuvo una reputación como un médico agradable y brillante con un don particular para tratar el dolor crónico, había participado en un patrón de comportamiento desagradable con varias mujeres que trató”.
“Al principio, Cruciani abrazaba a sus pacientes con demasiada fuerza o pasaba los dedos por sus cabellos, dijeron los fiscales. Eventualmente, su comportamiento se intensificaría y manoseaba a las mujeres sin permiso, y las obligaba a tener relaciones sexuales o realizar otros actos sexuales. En las demandas, algunas mujeres lo acusaron de tener medicamentos para el dolor recetados en exceso que las dejaron dependientes de él”.
Hillary Tullin, una expaciente de Cruciani que afirmó haber sido agredida sexualmente por el médico en varias ocasiones, sostuvo en una entrevista que aunque “sentía lástima por sus hijos”, también sentía pena “por todas las víctimas que nunca tendrán la oportunidad de confrontarlo”.
“Finalmente, se dio cuenta de que no había salida. Los miembros del jurado creyeron lo que dijimos. Era real: iba a ir a la cárcel de por vida”, afirmó Tullin.
Cruciani fue arrestado por primera vez en Pensilvania en 2017, aunque allí logró un acuerdo que le exigió entregar su licencia médica, aunque le permitió eludir la cárcel. Un año después fue acusado por otros cargos de agresión sexual en Manhattan. La pandemia del coronavirus retrasó el inicio del juicio, que finalmente comenzó en junio pasado. A fines de julio, Cruciani fue condenado por 12 cargos de agresión sexual depredadora, abuso sexual, violación y otros delitos, derivados de su tratamiento de seis pacientes a las que atendió en 2012. Fue enviado al complejo penal de la isla Rikers para esperar la sentencia, que iba a ser dictada el mes próximo.
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