ADN del crimen. Una llave que abrió el horror en la "casita del bosque"
A Marcelo Villalba la mentira le duró seis meses. En febrero pretendió instalar en el debate oral por la violación y el femicidio de Anahí Benítez que no podría ser juzgado porque no comprendía de qué se lo acusaba. "El imputado presenta una esquizofrenia paranoide con antecedentes de consumo de cocaína entre los 18 y 27 años", expresó un psiquiatra de la Asesoría Pericial de Lomas de Zamora.
A partir de este peritaje, los integrantes del Tribunal Oral N° 7 de Lomas de Zamora concluyeron que, si bien no era inimputable,Villalba no estaba en condiciones de enfrentar un juicio oral. Así, se salvó de la eventual condena que pudo haber recibido por el femicidio de la adolescente, de 16 años, ocurrido entre el 29 de julio y el 3 de agosto de 2017, en la reserva Santa Catalina.
Marcos Bazán, cómplice de Villalba, no pudo eludir la sentencia. En junio pasado, los jueces Elisa López Moyano, Roberto Lugones y Roberto Conti lo consideraron responsable del "homicidio triplemente agravado por alevosía, violencia de género y criminis causa" de la joven estudiante de la Escuela Nacional Antonio Mentruyt, de Banfield. Para los magistrados, Bazán también actuó como partícipe necesario del abuso sexual de Anahí.
Pero, dos meses después del veredicto contra Bazán, un nuevo estudio realizado por psiquiatras y psicólogos de la Asesoría Pericial de La Plata concluyó que Villalba había "recuperado su capacidad para comprender el proceso en su contra" y podrá ser sometido a juicio oral por su presunta responsabilidad en el femicidio de Anahí.
Este dictamen marcó el punto final para la mentira de Villalba, quien tuvo en su poder el celular de la víctima. Además, los bioquímicos que analizaron los restos orgánicos hallados en el cuerpo de la adolescente determinaron que el ADN del líquido seminal correspondía con el perfil genético de Villalba.
Debido a que el Tribunal Oral N° 7 dictó el veredicto condenatorio contra Bazán, tuvo que excusarse y tendrán que ser designados otros magistrados para que se hagan cargo del juicio contra Villalba.
Mentiras al descubierto
Durante el primer juicio fueron derribados varios argumentos falaces que intentaron instalar los acusados. Por ejemplo, Villalba y Bazán manifestaron que no se conocían. Sin embargo, al menos tres testigos indicaron que Villalba vendía drogas a la salida del colegio y reconocieron al imputado en fotografías en las que aparecía en un lugar que ellos denominaron como "la casita del bosque".
Hasta esa vivienda, el perro Bruno, guiado por Diego Martín Tula, siguió la huella de olor de Anahí desde el ingreso en la reserva.
En su diario, Anahí también mencionó a "la casita del bosque" como un lugar que conocía en la reserva Santa Catalina. Al revisar los elementos que guardaba en su habitación, los investigadores hallaron una llave que abría una de las puertas de "la casita del bosque".
Sin embargo, "la casita del bosque", lejos estaba de formar parte de un cuento de hadas. En el caso Anahí Benítez, ese lugar se convirtió en el escenario en el que la adolescente, según las conclusiones de la autopsia, fue drogada, golpeada, violada y asesinada.
"Se aprovecharon de su inferioridad física, de su condición de mujer y la situación de vulnerabilidad de la niña. En tal contexto de dominación, ultrajaron su dignidad, su libertad, su integridad sexual y psicofísica, otorgándole el trato de un objeto, el que luego desecharon tras quitarle la vida", describió el juez Lugones en los fundamentos de la sentencia.
Además de cursar el penúltimo año de la secundaria, Anahí se dedicaba al arte y a la astrología. Su madre, Silvia, guarda en su casa, situada a ocho cuadras de la reserva Santa Catalina, todos los cuadros que pintó Anahí, en los que dejó su impronta. Dueña de una sensibilidad extrema en el momento de expresar en su obra el brillo contenido en la mirada y en los ojos de las personas que reflejaba en sus pinturas.
Anahí salió de su casa el 29 de julio por la tarde para realizar una caminata aeróbica por la reserva Santa Catalina, situada al lado de un predio que pertenece a la Facultad de Agronomía de la Universidad de Lomas de Zamora.
Al advertir que no regresaba su madre radicó la denuncia en la comisaría de Parque Barón y comenzó la búsqueda con su familia.
El cuerpo de la adolescente fue hallado seis días más tarde en una fosa de entre 40 centímetros y un metro de profundidad, en la reserva Santa Catalina, a 235 metros en línea recta de "la casita del bosque", tal como un grupo de testigos y algunos amigos de la víctima denominaban a la vivienda de Bazán.
Un rastreador experto
Cuando Tula, el guía del perro Bruno, llegó a la casa de Bazán debido a que el can había seguido hasta allí la huella de olor de Anahí, el sospechoso se negó a dejarlo pasar a su vivienda, situada al lado del galpón donde los guardaparques dejaban herramientas y a metros de la estación del tren. Fue necesario que el jefe del operativo de búsqueda consiguiera una orden judicial para que Bazán franqueara el ingreso de los policías.
Al revisar la casa, el perro marcó un rincón en el galpón de la vivienda de Bazán como el lugar donde estaba la huella de olor más fuerte de Anahí. Esta prueba, que forma parte de la odorología forense, integró los fundamentos de la condena contra Bazán.
Para incluir esa prueba, el magistrado Lugones tuvo en cuenta las más de 200 intervenciones positivas en las que participaron el perro Bruno y su guía, Tula. Además, el magistrado valoró el hecho de que Tula era el único guía con entrenamiento especial para el adiestramiento de perros rastreadores por parte del FBI de los Estados Unidos.
En su defensa, Bazán dijo que no conocía a Anahí. Sin embargo, la adolescente tenía una llave que abría la puerta de su casa. Otro elemento que lo comprometió fue el hallazgo de una tijera escolar con el nombre de Lautaro. Se trata de un objeto que un compañero del colegio le había prestado a Anahí.
Llamó la atención de los forenses el hallazgo de naftaleno en la sangre de la víctima. Al revisar los envases encontrados en el galpón, los peritos determinaron que mientras Anahí estuvo secuestrada en ese lugar aspiró vapores compatibles con un preparado que usaba Bazán para cultivar hongos.
Los peritos determinaron que los restos de la tierra hallada en la pala de punta de Bazán correspondían a la tierra del pozo donde fue sepultada Anahí. Los técnicos llegaron a dicha afirmación porque los minerales hallados en el lugar donde fue abandonado el cuerpo de la víctima eran distintos a los que había en el jardín de la casa de Bazán.
Después de luchar para que se realizara un nuevo peritaje de Villalba y que se lo someta a juicio, Silvia, la madre de Anahí, afirmó que la investigación no está cerrada y que hubo más personas involucradas en el asesinato de su hija. "Acá hubo gente con mucho poder que aportó el lugar donde mi hija estuvo cautiva antes de que la llevaran a la casa de Bazán", concluyó la madre de Anahí.
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