ADN del crimen: un tirador fantasma y la exesposa, las claves de la misteriosa muerte de un empresario
El cuerpo de Mirco Zampieri fue encontrado en enero de 2013 y la fiscalía sostiene desde entonces la teoría del asesinato con un móvil económico
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Un día antes de que lo mataran, el empresario italiano Mirco Zampieri tomó un café con un amigo y le dijo que tenía miedo de que se quedaran con su fábrica de pastas. Para evitar que le arrebataran su negocio, el exsocio del restaurante Harry Cipriani decidió reunirse con su abogada. Le entregaría un poder sobre las acciones de la empresa. Pero ese encuentro nunca se concretó. Horas antes de juntarse con su representante legal para aportarle esos documentos con los que impediría que le quitaran su emprendimiento de elaboración de pastas gourmet, el cadáver de Zampieri fue hallado con un balazo en la cabeza en el palier de su departamento de Libertad 1637, en el barrio de Retiro.
El cadáver fue encontrado el 4 de enero de 2013. Así comenzaba un misterio que lleva casi diez años. El fiscal de instrucción Martín López Perrando dio el primer paso para tratar de revelar el enigma sobre quién asesinó al exsocio de uno de los restaurantes porteños más importantes de la década del 90. A partir una serie de elementos y testimonios reunidos en el expediente, el representante del Ministerio Público solicitó que la exesposa del empresario, el exsuegro y un colaborador de la familia sean sometidos a juicio oral, acusados de haber modificado la escena del crimen para proteger al asesino del empresario. Debido a una cuestión legal y procesal, las identidades de los acusados se mantendrán en reserva y solo se los consignará a través de sus iniciales. En el caso de la exesposa, F. G.; J. G., el suegro, y P. M., el colaborador.
A partir de la llamada al número de emergencias 911 en la que se alertó sobre el hallazgo del cuerpo del empresario, los efectivos de la comisaría 15 que intervinieron ese día caratularon inmediatamente el caso como un suicidio.
Zampieri tenía una pistola Glock calibre 40 en la mano izquierda. Pero esa versión duró poco tiempo. Cuando el fiscal López Perrando revisó el informe policial advirtió una serie de irregularidades. Así, el fiscal decidió investigar el caso como un asesinato y no como un suicidio, tal como pretendían presentarlo los policías.
Luego de que el fiscal López Perrando decidiera exhumar el cadáver de Zampieri debido a las serias irregularidades advertidas en el sumario policial, los amigos de la víctima fueron llamados a declarar.
Uno de esos allegados se refirió a los temores del empresario; dijo, por ejemplo, que la persona que figuraba como titular de la fábrica situada en Pilar buscaba quedarse con la empresa aprovechando que Zampieri había puesto el establecimiento a su nombre. Por tal motivo, según declaró a LA NACION el amigo de la víctima, Zampieri había decidido reunirse con una abogada para ejecutar el poder que indicaba que podía expropiar la fábrica y ponerla a nombre de uno de los allegados en los que podía confiar.
Esa reunión estaba pautada para el viernes 4 de enero a las 10.30 y nunca se concretó. Cuatro horas antes, el cuerpo del hombre de negocios, de 61 años, nacido en Venecia, Italia, apareció con el cráneo destrozado en el palier del departamento en el que había vivido, con su esposa y su hija, hasta hacía pocos días.
Testigos bajo presión
“La conducta ejercida por los acusados tuvo como objetivo influenciar y hostigar a testigos con el fin de lograr que se pronuncien y/o actúen de modo acorde a la versión del ‘suicidio’. Una de esas maniobras se materializó el 27 de marzo de 2013 en el interior de la estación de servicio situada en la intersección de la ruta 8 y Tratado del Pilar, en Pilar, oportunidad en la cual F. G. y su padre intentaron convencer al testigo Francisco Molinari de que Zampieri se había suicidado tras intentar ingresar durante la madrugada del día del hecho en el departamento por la puerta principal y luego por la de servicio con la finalidad de matar tanto a F. G. como a su hija, siendo que al no lograrlo dado que se encontraba colocada la llave en la cerradura interior el nombrado se había quitado la vida. También pidieron al nombrado Molinari que dijera en una declaración testimonial que la pistola de Zampieri no hacía ruido al disparar porque era de plástico”, expresó el fiscal al describir la maniobra en la que dos de los acusados intentaron convencer a un amigo de la víctima para que aporte una versión que sostenga la hipótesis del suicidio.
Según la línea de investigación del representante del Ministerio Público, ambos acusados le pidieron al testigo que declare que Zampieri le había pedido la pistola pocos días antes. La versión que intentaron instalar los imputados indicaba que el día del hecho Zampieri concurrió al departamento en el que vivía con su esposa hasta dos semanas antes. Pero, al advertir que no podía abrir la puerta principal porque tenía la llave puesta desde el interior, decidió acceder por la puerta de servicio y allí se habría quitado la vida de un balazo en la cabeza. Pero era todo mentira. La puesta en escena duró poco.
Al declarar ante el fiscal, el testigo afirmó que durante la inspección realizada en la escena del crimen, el 19 de febrero de 2016, uno de los acusados se acercó y le advirtió: “Leé bien lo que te dan para firmar”,
En su dictamen, el representante del Ministerio Público sostuvo que los acusados realizaron otra maniobra para modificar la escena del crimen. “Tomaron la llave del automóvil Volkswagen Vento dominio GKR 845 de la víctima y la sacaron del bolsillo del saco. Lo mismo hicieron con el celular, que tampoco fue encontrado en la escena del hecho, determinándose que el aparato fue utilizado el mismo día de su muerte por F. G., desconociéndose a la fecha desde qué momento y en qué circunstancias tomó el móvil de la víctima, que tampoco pudo ser secuestrado”, expresó el fiscal.
Y agregó: “Asimismo, las llaves del departamento que pertenecían al occiso, antes, durante o después de la muerte de Zampieri, fueron colocadas en la puerta -por un tercero- y esta fue cerrada con las llaves puestas; propiciando así, falsamente, que al ser nuevamente abierta por el encargado del edificio desde el interior de la casa aquellas cayeran al suelo. Se comprobó físicamente que eso era imposible por el tipo de cerradura”.
Por su parte, aquel allegado al empresario explicó: “Yo sé a quién le tenía miedo mi amigo, pero, por ahora, no lo voy a decir. Que vayan y se fijen a nombre de quién está la fábrica de Pilar”. Según este conocido de Zampieri, el empresario le había pedido la Glock calibre 40 en diciembre de 2012, cuando surgieron las noticias sobre los saqueos en la zona norte del Gran Buenos Aires.
“Andaba con la recaudación encima y no quería que lo asaltaran. Además, tenía miedo de que saquearan la fábrica”, dijo a LA NACION el amigo de Zampieri. Esa persona fue quien reveló a los investigadores que Zampieri nunca podía tener la pistola en la mano izquierda porque era diestro y que además usaba una pistola que cuenta con una corredera para la expulsión de las vainas que solo pueden usar los derechos. Esa revelación se sumó a una serie de elementos, como inconsistencias en las declaraciones de los testigos del procedimiento del hallazgo del cuerpo, que permiten sospechar que la escena de la muerte habría sido manipulada para encubrir un homicidio.
A esto se suma la serie de contradicciones de algunos familiares del empresario que, durante el sepelio, afirmaron que Zampieri había fallecido de un ataque al corazón y no mencionaron nada del tiro en la cabeza ni del suicidio.
La hipótesis de la acusación
Las sospechas sobre el montaje de la escena de la muerte se fundaron también en el hecho de que los policías de la comisaría 15 no realizaron el dermotest en las manos de la víctima en busca de la pólvora que deja un disparo. Todos esas sospechas se convirtieron en certezas durante la investigación encarada por el fiscal y fueron detalladas en el requerimiento de elevación a juicio contra la exesposa y el suegro del empresario italiano.
Según el planteo del representante del Ministerio Público, esos acusados no habrían actuado solos. Contaron con la colaboración de un allegado de la familia que los ayudó a acomodar el cuerpo y sacar el teléfono y las llaves del automóvil de la víctima.
La hipótesis del fiscal indica que el exdueño del restaurante Harry Cipriani intentó ingresar en su departamento para retirar sus cosas y discutió con un hombre que estaba junto a su exesposa. En medio de esa pelea, el acompañante de la exmujer de Zampieri le disparó un balazo en la cabeza y lo mató. Después, la mujer y su padre, con la ayuda de un allegado, modificaron la escena del crimen para hacer pasar el hecho como un suicidio cuando, en realidad, de trató de un asesinato.
Para la defensa de los imputados no hubo delito porque debido a que F. G. y J. G. están vinculados por un lazo de sangre, son padre e hija, no se les puede endilgar la conducta de encubrimiento. Además, según la defensa, “se habría probado que no hubo ningún tercero que provocara la muerte de Zampieri”.
No obstante, para el fiscal la instrucción fue agotada y existen indicios serios “de responsabilidad penal para los procesados que ameritan el avance del proceso a la etapa plenaria”. El caso no se terminaría con los tres acusados para los que se requirió el juicio oral. Habría un cuarto sospechoso sobre el que se estarían sumando pruebas.
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