ADN del crimen. Un femicidio llevó a la pista de la mafia de las funerarias
Para la Justicia, en agosto de 2010, Daniel Lagostena asesinó a su pareja, Érica Soriano, quien estaba embarazada de ocho semanas, en su casa de Lanús. Según se expuso en el juicio oral, para evitar que lo relacionaran con el homicidio, recurrió a los vínculos de su familia con el ambiente de las empresas funerarias y se deshizo del cuerpo.
"Se ha quemado una persona y la empresa desconoce su identidad. No se han presentado los certificados de defunción que, por ley, se exigen para realizar ese acto".
Con esta frase, la gerenta de una empresa funeraria de Lanús le relataba a un colega que, en 2010, en el horno del cementerio local había sido cremado el cadáver de una persona sin que quedaran registros de ello y sin los documentos que exige la ley. Ese cuerpo desapareció.
Esta conversación corresponde a una escucha telefónica realizada hace diez años, que se reprodujo en el juicio oral contra Lagostena y que originó la sospecha de la presunta existencia de una "mafia" integrada por algunas empresas funerarias del sur del conurbano que cremaban cuerpos en el cementerio de Lanús.
La desgrabación de aquella escucha telefónica también figura en la página 1163 de uno de los expedientes que se anexaron al sumario por la investigación del homicidio de Érica.
"Estaba con mi pareja en su casa. Mirábamos la televisión cuando apareció la noticia sobre el caso Érica Soriano. Entonces, le pregunté a mi novio qué creía que pasó con ella. Me respondió que Daniel estaba discutiendo con Érica, le pegó y, a raíz del puñetazo se cayó, se golpeó la cabeza contra una mesita y murió", expresó la testigo durante el juicio oral.
Érica Soriano había sido vista por última vez el 20 de agosto de 2010, cuando salía de un sanatorio de Recoleta, donde concurrió a una consulta médica para controlar el desarrollo de su embarazo. Desde allí, salió acompañada por su pareja Daniel Lagostena y se dirigió a la casa de Coronel Santiago 1433, en Lanús, donde vivía.
Nadie vio salir con vida de esa casa a Érica Soriano. Ninguna cámara de seguridad registró el paso de la mujer embarazada después de esa noche. Su teléfono celular fue utilizado por última vez el 20 de agosto de 2010, minutos después de las 22, cuando recibió una llamada de una amiga.
El secreto de los US$ 100.000
"Luego, durante la madrugada Daniel buscó a su amigo Leonardo para que se llevara el cuerpo de Érica. Mi pareja me comentó que, por dichos de Leonardo, sabía que tenía entrada y salida del cementerio de Lanús y que, cualquier cosa que quisiera quemar, lo que fuera, él podía hacerlo. Entonces, esa mañana, se llevó a Érica y la cremó en el cementerio de Lanús", agregó la testigo ante los jueces del Tribunal Oral N° 9, de Lomas de Zamora.
A partir de la investigación encarada por el fiscal Gerardo Loureyro y el comisario mayor de la policía bonaerense Julio Di Marco, se determinó que Leonardo era un amigo de la familia de Lagostena, que alquiló la casa velatoria cuando falleció el padre del acusado.
Lagostena y su familia siempre negaron el vínculo con Leonardo y la empresa de servicios fúnebres.
Meses después de la muerte del padre de Lagostena, Leonardo habló con los hermanos del imputado porque estaba interesado en comprar la casa familiar. Según el testigo la operación se concretó en U$S 220.000. Pagó un anticipo de U$S 120.000 para tomar posesión de la vivienda y el resto lo abonaría en el momento de realizar la escritura.
"Las inconsistencias advertidas en la operación de compraventa del inmueble donde vivía Héctor Lagostena concretada entre los sucesores y el testigo Leonardo fundaron la necesidad de que el hecho se ponga en conocimiento de la fiscalía correspondiente para que se investigue la presunta existencia de irregularidades", indicaron los magistrados en resolución que terminó con la condena contra Lagostena.
Los responsables de la investigación abonaron la sospecha que indicaría que Leonardo nunca realizó la escritura de dicho inmueble porque no pagó el saldo de U$S 100.000 que faltaba. Ese dinero no fue abonado porque constituyó el pago que habría recibido el dueño de la funeraria por hacer desaparecer el cuerpo de Érica.
La operación se concretó sin la declaratoria de herederos. Además, no existe ninguna escritura sobre el traspaso de la propiedad. Un boleto de compraventa constituye el único documento, aunque no se detalla cómo ni con qué dinero se concretó.
El nombre completo de Leonardo se mantendrá en reserva debido a que declaró como testigo en el juicio oral y nunca fue imputado como presunto cómplice o encubridor de Lagostena.
Así fue que a partir de la declaración de la testigo, del hallazgo del boleto de compraventa falso de la casa del padre de Lagostena y de las escuchas telefónicas surgió la sospecha de que la supuesta cremación del cuerpo de Érica, ocurrida en 2010, no habría sido un caso aislado.
Por tal motivo los jueces del Tribunal Oral N° 9 de Lomas de Zamora ordenaron que se inicie una causa para determinar si había una organización formada por un grupo de funerarias de la zona que hacían desaparecer cadáveres a cambio de dinero.
Durante la declaración de la testigo, el abogado Marcelo Mazzeo, quien representa a la familia de Érica le preguntó a la mujer por qué su pareja no le había dicho nada de lo que sabía a los amigos de la víctima. "Me respondió que si hablaba podría tener muchos problemas porque eso era una mafia", respondió la testigo.
La pareja de la testigo también declaró en el juicio y manifestó que: "En esa época, Leonardo hacía lo que quería en el cementerio de Lanús porque estaba de novio con la hija de un exdirector. También relató que en el "ambiente de las funerarias se comentaba que Lagostena habría ido a ver Leonardo para que lo ayudara con el cuerpo".
Según consta en el expediente, el testigo agregó que "todos apuntaban a Leonardo como el encargado de llevar el cuerpo a un crematorio".
Se investiga la desaparición del cuerpo
Actualmente, ambas declaraciones forman parte de una causa judicial en la que se investiga la desaparición y ocultamiento del cuerpo. A estas pruebas se le sumaron los testimonios de los empleados que trabajaban en el cementerio de Lanús en la época del homicidio de Érica.
"Durante la investigación se acreditó la relación entre Lagostena y Leonardo. Sobre este último se corroboró que tendría los medios para acceder en la forma en que quisiera a crematorios. Se pudo saber esto a través de dichos de personas que están en el rubro de los crematorios y por una escucha telefónica en la que Leonardo ironizaba sobre esa circunstancia", expresó uno de los representantes del Ministerio Público de Lomas de Zamora al fundar su acusación contra Lagostena.
A pesar que el cuerpo de Érica nunca apareció, el juez de Garantías de Lomas de Zamora, Gabriel Vitale, revisó las pruebas aportadas por el fiscal Loureyro y, en 2016, dictó el procesamiento con prisión preventiva de Lagostena. Esta medida posibilitó preservar las pruebas y que el imputado llegara detenido al juicio oral realizado en julio de 2018, que terminó con la condena contra Lagostena a 22 años de prisión por el homicidio de Érica y el aborto provocado durante el asesinato.
Para la Justicia, Érica fue asesinada en la casa de Lagostena, entre las 22.30 del 20 de agosto de 2010 y las 15 del día siguiente.
Tanto en la etapa de instrucción como en el juicio oral se probó que Lagostena nunca estuvo interesado en saber qué pasó con su pareja. La familia de la víctima siempre cuestionó a Lagostena por la demora en hacer la denuncia por averiguación de paradero.
El acusado armó una puesta en escena para tratar de demostrar algún interés en la búsqueda de Érica.
Dijo que repartió volantes con la foto de su pareja en los que denunciaba la desaparición de Érica, sin embargo, omitió colocar algún número de teléfono suyo para que cualquier persona que hubiera visto a la joven embarazada se comunicara y aportara datos que permitieran encontrarla.
Esos 110 afiches sin el número de teléfono fueron hallados durante uno de los allanamientos a su casa.
"El vínculo es de sometedor a sometido, donde Daniel ejercía el férreo control sobre Érica, careciendo de toda capacidad e interés para brindar o sentir amor anteponiendo sus necesidades a las de cualquier otro. Respecto al hijo que esperaba con la víctima era solamente un objeto más de control. Tengo la sensación de que Érica se le iba y al narcisista nadie lo deja. Él deja", concluyó la psiquiatra forense que analizó la personalidad de Lagostena y lo definió como un psicópata.
En mayo pasado, la Sala I de la Cámara de Casación penal bonaerense confirmó la condena contra Lagostena y seguirá preso.
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