ADN del crimen: Tractorcito, el bon vivant que robaba bancos y era experto en fugas
Daniel Cabrera fue el único preso en la historia penal argentina que logró escaparse por la puerta principal de la cárcel de Villa Devoto y del Departamento Central de la Policía Federal
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Daniel Agustín Cabrera, alias Tractorcito y Julio Enrique Pacheco son expertos en fugas. Pacheco, alias “Julio Oscar González”, exintegrante de la banda Luis “Gordo” Valor es el único preso en historia criminal argentina que huyó dos veces del penal de Villa Devoto. Hace 28 años, el 17 de septiembre de 1994, concretó la primera evasión que, además fue filmada. Cuatro años después, cuando habían pasado apenas 50 días desde la sentencia a siete años de prisión que un tribunal le impuso por dicha evasión, Pacheco se escapó otra vez de la cárcel de Villa Devoto. No huyó solo, lo acompañaron Tractorcito Cabrera, Gabriel Chiavasco y Maximiliano Noguera.
Dos años más tarde, Cabrera, otro asaltante de bancos y blindados, lideró otra fuga de película. En septiembre de 2000, huyó por la puerta principal del Departamento Central de Policía, junto con dos sicarios paraguayos que estaban acusados de matar al vicepresidente de su país, Luis María Argaña.
Así, Tractorcito Cabrera se convertía en el único preso argentino en huir del penal de Villa Devoto y del Departamento Central de la Policía Federal.
En su plan de huida, Tractorcito Cabrera y sus cómplices paraguayos, Luis Alberto Rojas y Fidencio Vega Barrios, llegaron hasta la planta baja, cruzaron el Patio de las Palmeras, atravesaron el hall central y saludaron al policía asignado a la custodia de la entrada de Moreno 1550, la puerta principal de la jefatura.
La cinematográfica fuga provocó un escándalo internacional, debido a que los acompañantes de Cabrera eran asesinos requeridos por la Justicia de Paraguay. Debido a la evasión, fueron procesados diez policías, entre los que figuraban un comisario general que, por entonces, estaba a cargo de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana, el jefe y el segundo jefe de la comisaría 6a. y el responsable de la alcaldía.
Cabrera fue recapturado un mes y medio después, en Bahía Blanca luego de robar US$ 80.000 dólares de la surcursal del Banco Balcarce, situada en Lamadrid al 200.
Dos años antes, Cabrera se fugó de la cárcel de Villa Devoto por la puerta principal. Con Pacheco, Chiavasco y Noguera forzaron dos barrotes de la sala de abogados, tomaron un arma y huyeron por la puerta principal del penal.
Para lograr su traslado al Departamento Central de Policía, Cabrera armó un ardid ingenioso: denunció al Servicio Penitenciario Federal (SPF). Se presentó ante el juez que investigaba el caso de los presos que salían de la cárcel para robar y matar con la complicidad de un grupo de guardiacárceles y aseguró que pagó US$ 100.000 a los agentes del SPF para que facilitaran su fuga de la cárcel de Villa Devoto, en junio de 1998.
Además, aportó nombres y detalles de cómo se realizó el arreglo con los guardiacárceles. En la indagatoria ante el magistrado que investigaba el homicidio del cabo Rubén Heraldo Juárez, en la puerta del restaurante Dolli, situado en la esquina de Figueroa Alcorta y Tagle fue asistido por dos abogados, que estudiaron en el Centro Universitario Devoto (CUD).
Uno de los letrados que asistió a Cabrera en esa declaración apareció, seis años después, entre el grupo de ladrones que, el 13 de enero de 2006, irrumpió en la sucursal Acassuso del exbanco Río y concretó el asalto boquetero que se conoció como “el robo del siglo”. A pesar que el rostro del abogado fue grabado por las cámaras de seguridad del banco, nunca fue procesado ni condenado. Ese letrado, fue el verdadero jefe de la banda de asaltantes que se apoderó de US$ 19.000.000 que estaban guardados en las 145 cajas de seguridad saqueadas.
La despedida en las redes
A modo de ejemplo que en el ambiente del hampa existen vasos comunicantes entre las distintas bandas delictivas, puede observarse que hubo un mensaje difundido a través de la red social Twitter de un perfil presuntamente adjudicado a Luis Mario Vitette, alias “Uruguayo” o “El hombre del traje gris”, uno de los condenados por el asalto boquetero contra el exbanco Río.
“Que me van a hablar de amor, caño y pico, buen ladrón y buena conducta en cana, no como otros. Nunca un furcio, ni rastreada, ni falta de respeto a la familia. Julio Enrique Pacheco. QEPD”, posteó el usuario del perfil Luis Mario Vitette, en abril de 2020, con una foto de Pacheco tomada 22 años antes, en la Sala de Audiencias de la Cámara Federal durante el juicio oral por la primera fuga del penal de Villa Devoto.
Con ese mensaje el supuesto Vitette recordó a Pacheco, fallecido fuera de la cárcel a raíz de un infarto.
De modales elegantes y amante de la buena vida, Cabrera, en tanto, se distinguía de sus colegas. Durante el final de la década de 1990, vivió en un lujoso edificio situado en la esquina de Avenida del Libertador y Sucre, cerca del túnel. Para sus vecinos, era un empresario exitoso. Para la Justicia y para la policía, un asaltante de bancos y blindados.
Aquellos policías que conocieron a Cabrera lo describieron como un hábil delincuente que tenía los contactos para vivir en la clandestinidad. Así, pasó casi 700 días en libertad, hasta que a fines marzo de 2000 lo traicionaron. Efectivos de la policía bonaerense lo detuvieron cuando manejaba un automóvil importado, a mitad de camino entre Tandil y Mar del Plata.
“Aparentemente, Cabrera se relajó y un excompañero del penal de Villa Devoto, experto en estafas, que se había refugiado en Mar del Plata, lo entregó a la policía, que lo buscaba por su presunta participación en el asalto a un blindado, ocurrido en octubre de 1999″, dijo uno de los policías que participó en su búsqueda.
A pesar de los antecedentes de reiteradas fugas, Cabrera fue beneficiado con salidas transitorias de la cárcel de Ezeiza. En la tercera oportunidad, el 20 de junio de 2008, no regresó al penal.
Fue detenido nuevamente el 27 de febrero de 2010 durante un tiroteo con efectivos de la policía bonaerense, en El Palomar. Actualmente cumple la pena unificada por todos los hechos que le adjudicaron en una cárcel federal.
Pacheco, uno de los socios de Tractorcito en la evasión del 26 de junio de 1998 también era un experto en fugas.
Cincuenta días antes, la Justicia lo había juzgado y condenado por evadirse de ese mismo penal el 17 de septiembre de 1994, cuando se descolgó por el muro de la calle Bermúdez junto con el exlíder de la superbanda, el mencionado Gordo Valor, Oscar Sosa Aguirre, alias Cacho o La Garza, Emilio Nielsen Rodríguez y Carlos Dante Paulillo.
Dos años antes de esa resonante fuga, el 13 de diciembre de 1992, Pacheco se había escapado de la comisaría bonaerense de Sáenz Peña, en el partido de Tres de Febrero.
Tres días después de la escapar del penal de Villa Devoto, Sosa y Valor protagonizaron un asalto contra un camión blindado el Acceso Oeste, a la altura de la localidad de La Reja. Durante el tiroteo fue asesinado el sargento de la policía bonaerense Claudio Calabrese.
Debido a no integraba el staff permanente de la superbanda comandada por Valor, Pacheco no estuvo en ese asalto.
La tarde que huyó del penal de Villa Devoto, con Cabrera, Noguera y Chiavasco, Pacheco dejó dos camaradas atrás. Sixto Albarenque y un recluso de apellido Juncos quedaron rezagados y fueron detenidos por los guardiacárceles. Estaban a pocos metros de la última puerta que debían cruzar para llegar hasta la calle Bermúdez.
Albarenque también figuró entre los integrantes de la superbanda que, liderada por Luis Valor. Llegó al penal de Villa Devoto, en 1995, cuando fue apresado con La Garza Sosa, después que intentaron asaltar un blindado frente a la terminal de colectivos de la línea 41, en Munro.
Un simple llamado telefónico
“Hola, buenas tardes. Habla el doctor . . . ¿Me puede bajar para las 19 a los presos Albarenque, Chiavasco, Pacheco, Cabrera, Noguera y Juncos, por favor? Gracias.”
Esa fue la frase que constituyó el punto de partida para la fuga que en junio de 1998 protagonizaron Pacheco, Cabrera y sus dos cómplices. Dicho pedido fue escuchado por el agente penitenciario que atiende el 566-0993 de la sala de abogados del penal. Acto seguido, el guardia se comunicó con el ala “C” del pabellón 7, donde son alojados los presos más peligrosos, y solicitó que bajen los internos para que conversen con el abogado que estaba en camino al penal.
El agente penitenciario no sabía que quien lo habría llamado no era un abogado, sino uno de los presos, desde el teléfono público de la cárcel. Una vez que llegaron a la sala de abogados, uno de los internos solo necesitó siete minutos para violentar los barrotes y pasar hacia el sector donde se ubican los letrados.
Así los seis reclusos redujeron a los seis abogados -tres hombres y tres mujeres-, tomaron sus credenciales y los encerraron dentro del baño junto con el único guardiacárcel que custodiaba el lugar.
Con uno de los presos vestido con el uniforme penitenciario y con los otros exhibiendo las credenciales sortearon cuatro puertas, pasaron frente a la dirección de la cárcel y llegaron a la calle por el acceso principal. A una cuadra del penal robaron el Peugeot 405 blanco a un vecino y huyeron.ß
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