ADN del crimen: todos los caminos de la violencia narco cruzan la villa 1-11-14
Emboscadas en Melchor Romero y amenazas en el barrio Padre Mugica están relacionadas con el abastecimiento de drogas en el Bajo Flores
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Melchor Romero, Lugano y el barrio 1-11-14 constituyen los vértices de un triángulo narco que provocó una guerra entre bandas que, en los últimos doce meses causó un baño de sangre a raíz de los ajustes de cuentas entre las organizaciones criminales que luchan por dominar el territorio para controlar el mercado del tráfico de drogas.
A pesar de los 72 kilómetros que separan la localidad de Melchor Romero, en el partido de La Plata, del barrio Padre Mugica, en Lugano, tienen en los laberínticos pasillos de la 1-11-14 la fuente de provisión de la droga y a uno de los máximos mayoristas: Marco Estrada Gonzales, alias Marcos.
Hasta el barrio 1-11-14 se dirigió hace poco menos de un año el hermano de Rubén Fleita. Se movió con absoluta libertad, a pesar de las restricciones impuestas por el aislamiento preventivo social y obligatorio (ASPO). Tenía que cerrar una operación de compra de un cargamento de marihuana para distribuir en la zona de Melchor Romero y del Gran La Plata. Nunca regresó a Melchor Romero. Lo mataron de cuatro balazos por la espalda.
El domingo pasado, Rubén Fleita fue asesinado mientras estaba en su moto en la puerta del supermercado situado en 167, entre 523 y 524. Dos sicarios le dispararon 28 balazos. Los asesinos vaciaron los cargadores de dos pistolas calibre 9 mm. Todos los balazos estaban agrupados en la cabeza, cuello y pecho.
Según fuentes de la investigación, el homicidio del muchacho, de 23 años, constituyó un mojón en una guerra entre las bandas de la familia Fleita y Sosa, quienes se disputan el control del territorio para comercializar marihuana en Melchor Romero.
No se trata de grandes bandas. Ambos grupos delictivos en lucha cuentan con la estructura de clanes familiares dedicados al narcomenudeo y, necesariamente, tienen una relación de dependencia con los narcos instalados en el barrio 1-11-14, en el Bajo Flores. Los Fleita y los Sosa no poseen conexiones para poder traer un cargamento de marihuana paraguaya o cocaína desde Bolivia. El poder de las narcofamilias Sosa y Fleita de Melchor Romero tiene sus bases en el dominio del territorio y por ese control pelean y matan.
El manejo territorial otorga al vencedor de esa guerra la posibilidad de llegar a los consumidores. Esta cercanía entre la droga y el comprador constituye otro de los fundamentos del poder de cada organización delictiva. Por una cuestión de distancia, los consumidores de Melchor Romero no se trasladan al Bajo Flores. Así entran en escena los Fleita y los Sosa que instalaron bocas de expendio o quioscos de droga que, a su vez, compraban en el barrio 1-11-14.
En una de esas transacciones fue asesinado el hermano de Rubén Fleita, por uno de los mayoristas de marihuana del enclave narco de Bajo Flores. Pero, en esta guerra entre bandas de narcotraficantes también hubo víctimas inocentes.
Una víctima inocente
El 11 de mayo de 2020, Micaela Sofía Martínez, de 18 años, caminaba con una amiga por las adyacencias del barrio Don Fabián cuando fue asesinada de un balazo en el pecho. El disparo fue efectuado por uno de los dos grupos que se enfrentaban a una cuadra, en una pelea cuerpo a cuerpo por una vivienda en la que una de las bandas intentaba instalar un búnker de venta de droga.
Dos semanas después del homicidio de Micaela, la policía apresó a un integrante de la familia Sosa por su presunta responsabilidad en el asesinato de la joven.
La víctima vivía en el asentamiento situado en 52 y 157. En ese lugar, tres meses antes, durante otra pelea entre bandas narco fue asesinado Marcelo Fabián Pavón, de 19 años. El muchacho no tenía ninguna vinculación con el narcomenudeo y, igual que Micaela, quedó en medio de un enfrentamiento entre “soldaditos” de los traficantes de droga.
Con respecto a Rubén Fleita, fuentes de la investigación indicaron que hace cuatro años le habían disparado cinco balazos cuando circulaba en un automóvil, pero salió ileso de ese atentado. Dos años más tarde sufrió un nuevo ataque. En esa oportunidad lo balearon en un descampado de la zona rural de La Plata. Nuevamente, logró salvar su vida. El domingo pasado no pudo escapar de la tercera emboscada.
La autopsia duró más de ocho horas debido a la gran cantidad de disparos que presentaba el cuerpo de la víctima. Esta circunstancia llevó a los forenses a trabajar con detectores de metales para quitar los proyectiles y las numerosas y pequeñas esquirlas esparcidas en el cadáver, que quedaron en medio de las distintas capas de tejidos.
La investigación del homicidio, encarada por la fiscal Cecilia Corfield, puso al descubierto la red de vínculos de la víctima y sus familiares con el ambiente del narcotráfico y no descartan que entre esos nombres figuren las identidades de los sospechosos del asesinato.
A casi 72 kilómetros de la escena del homicidio cometido por sicarios, en Melchor Romero, en el barrio Padre Mugica, de Villa Lugano, aparecen vasos comunicantes entre ambas zonas: la presencia de narcotraficantes que pelean por el dominio del territorio para vender droga y un proveedor común de estupefacientes instalado en el Bajo Flores.
A la vera de la General Paz
Entre el lunes a la noche y el martes por la madrugada el complejo de trece edificios en los que viven 2200 personas en Villa Lugano fue escenario de un tiroteo entre dos bandas de narcotraficantes que luchan por el control del territorio.
Antes de dicho enfrentamiento, como muestra de poder frente a los vecinos uno de los “soldaditos” de la banda de un supuesto narcotraficante que habría sido identificado por fuentes policiales como Raúl Martín Mayli Rivera, alias Dumbo, baleó el frente de una peluquería. Grecia, la inquilina del local explicó que se instaló en el barrio hace tres años y que, debido a los constantes tiroteos entre las bandas de narcotraficantes tuvo que enseñarles a sus hijos a arrojarse al piso al escuchar los estruendos de los disparos.
Como parte de esa guerra narco, los grupos delictivos se pelean por usurpar departamentos situados en las plantas bajas de los edificios y cerca de la colectora de la avenida general Paz. Es una maniobra características de las bandas de narcomenudeo que copan un barrio.
Se trata de ubicaciones clave por la cuestión de cercanía con los consumidores que concurren al barrio para comprar drogas.
Cansados de la violencia ejercida por los narcos y ante la supuesta falta de acción de los policías, los vecinos decidieron cortar el tránsito en la colectora de la avenida General Paz.
Uno de los carteles que llevaba un vecino indicaba “Nos están matando los narcos”.
Esa madrugada, los “soldaditos” narco avanzaron contra los efectivos de la Policía de la Ciudad que desalojaron el corte de los vecinos e intentaron recuperar el control del barrio.
Ante la presencia de los policías los narcos dispararon y, luego de cruzar el puente peatonal sobre la avenida General Paz, se dirigieron a la estación Villa Madero del exferrocarril Belgrano Sur, donde se enfrentaron con efectivos de la Prefectura.
El negocio de Dumbo
Si bien Dumbo Rivera había sido apresado hace tiempo, manejaba los puestos de venta de droga a través de su lugarteniente, que habría sido identificado por fuentes policiales como Luis Exequiel Álvarez. Cuando los efectivos de la Policía de la Ciudad allanaron la casa de Rivera, en el barrio Bermejo, al lado del complejo Padre Mugica, hallaron un arsenal, miles de dosis de droga y equipos de comunicación.
Según fuentes policiales, Dumbo Rivera, de 28 años, tendría vínculos con Marco Estrada Gonzales, alias Marcos, el jefe narco más poderoso del complejo 1-11-14, en el Bajo Flores.
Con la detención de Dumbo Rivera, otra banda intentó desembarcar en el barrio Padre Mugica. Dicha organización delictiva estaba comandada por una mujer conocida como “La Peruana”. Esta organización delictiva llegó al barrio después que los efectivos de la Policía de la Ciudad allanaron cinco puestos de venta de drogas en las villas 21 y 24.
Hasta marzo pasado, los efectivos de la Prefectura tenían a su cargo la vigilancia en dichas villas en la zona sur de la ciudad. Pero no realizaban operativos antidrogas y la presencia del personal de la fuerza federal de seguridad era pasiva.
Con el reemplazo de los efectivos de la Prefectura por parte de los policías de la Ciudad, comenzaron los allanamientos contra los quioscos narcos.
En diciembre pasado, los responsables de la Policía de la Ciudad solicitaron más órdenes de allanamientos contra búnkeres de venta de droga para propinarle el golpe de gracia al grupo de Dumbo Rivera. Sin embargo, al menos tres magistrados de la Justicia porteña negaron esos pedidos de allanamiento.
Desplazados de la villa 21-24, los integrantes de la banda de “La Peruana” intentaron hacerse fuertes en el barrio Padre Mugica, pero se encontraron con la resistencia de los secuaces de Dumbo Rivera. Así comenzaron los enfrentamientos que causaron dos asesinatos y con los vecinos inocentes, en medio de la guerra.
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