ADN del crimen: Samuel Llanos, el femicida narcisista
El detenido por el asesinato de Analía Maldonado, en Los Toldos, podría recibir la misma pena que Robledo Puch
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Samuel Llanos es un narcisista, psicópata y violento. Así lo describen quienes conocen a este fisicoculturista, acusado de asesinar a su pareja, Analía Maldonado, en la casa de la víctima, en la ciudad de Los Toldos. En diez años nadie pudo frenarlo. Antes de estrangular a su pareja hasta matarla, Llanos acumuló once denuncias en su contra por pegarles a tres exparejas, a sus hijos y a un vecino. Aunque fue condenado en dos de los procesos que enfrentó, nunca estuvo preso. Las penas fueron de ejecución en suspenso. Debido a estas sentencias, para el sistema penal Llanos es considerado un reincidente.
Para que lo dejen preso por un tiempo importante, Llanos tuvo que cometer el delito que la ley castiga con la mayor pena: reclusión perpetua más la accesoria por tiempo indeterminado. En un eventual juicio oral, Llanos podría ser sentenciado a la misma condena que recibió Carlos Eduardo Robledo Puch, el mayor asesino serial de la historia criminal argentina.
Esto significa que en un futuro debate oral, el Ministerio Público podría pedir que Llanos sea condenado a las penas establecidas por los artículos 80 y 52 del Código Penal que establecen que los delitos como el femicidio serán castigados con la reclusión perpetua más la accesoria por tiempo indeterminado a partir de la aplicación del concepto de crimen aberrante, establecido por la doctrina jurídica.
Antes de que Llanos se negara a declarar, tuvo que escuchar la lectura de la descripción del hecho que se le imputó. Además del femicidio de su pareja, Llanos fue acusado de robar el automóvil Nisan Tiida blanco de Analía y $200.000 y US$1500 que la víctima guardaba en su casa, en concepto de ahorros.
Si bien no figuraban en la descripción del hecho, en las últimas horas se conocieron detalles macabros del crimen, que se incorporaron en el expediente en distintos momentos de la búsqueda de la víctima, al revisar la escena del femicidio y a partir del análisis de las cámaras de seguridad del restaurante en el que el acusado y Analía cenaron el sábado pasado.
Después de cenar en el restaurante Barbarie, Analía y Llanos discutieron. Según los testigos, la mujer le habría reprochado a Llanos porque habría bebido demasiado. Esta discusión también quedó grabada por una cámara de seguridad de un maxiquiosco situado en la misma cuadra del restaurante. Fue la última imagen de Analía con vida.
Después la pareja se dirigió a la casa de Analía, situada en Moreno al 700.
Quienes conocieron a Analía la describieron de una forma completamente distinta a Llanos. Con mucho esfuerzo y a base de trabajo instaló un centro de estética femenina que era muy concurrido por las vecinas de Los Toldos. Irradiaba belleza y simpatía. Pero también era vulnerable. Separada del padre su pequeño hijo, Llanos se habría aprovechado de esa situación. Hace un año, antes que se ordenara el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) para evitar el contagio del virus Covid-19, Analía inició una relación con Llanos que, en esa época, había sido expulsado de la casa en la que vivía con su familia porque le pegó a uno de sus hijos.
Gritos y golpes
Cuando llegaron a la casa de Analía, en algún momento de la madrugada del domingo, se habría reiniciado la discusión que tuvieron en el restaurante.
En medio de los gritos, Llanos le asestó una serie de golpes a Analía. A raíz de la golpiza la mujer habría sufrido heridas que la hicieron sangrar. Luego, el fisicoculturista tomó del cuello a la víctima y la estranguló hasta matarla.
En ese momento, Llanos puso en marcha su plan para hacer desaparecer el cuerpo de Analía. Para lograr ese objetivo, comenzó a prender fuego en la parrilla. Recurrió a todo elemento que hubiera en la casa que sirviera como combustible. Una vez que sometió el cuerpo a la acción de las llamas, el imputado se abocó a la tarea de borrar todas las pruebas que indicaran que, en la casa, se había cometido un crimen.
Llanos limpió el piso, juntó las cenizas que habían quedado en la parrilla, recogió los vidrios de la ventana rota y guardó los restos de su pareja en una bolsa blanca. Luego tomó otra bolsa para arrojar las cenizas, que previamente había colocado en una caja. A primera hora de la mañana, Llanos cargó ambas bolsas en el baúl del Nisan Tiida blanco que pertenecía a Analía y dejó la casa.
Durante la mañana, debido a que Analía no había concurrido a la vivienda de uno de sus familiares a buscar a su pequeño hijo, su padre, Juan Carlos Maldonado, concurrió a la casa ubicada en Moreno al 700.
Allí, algunos vecinos le dijeron a Juan Carlos que habían escuchado gritos y que Llanos se llevó el automóvil de Analía. Entonces, a las 12, Juan Carlos se dirigió a la comisaría local y radicó una denuncia por averiguación de paradero.
Una hora después, el fiscal José Alvite Galante ordenó a la policía que comenzara la búsqueda del vehículo y solicitó las grabaciones de las cámaras de seguridad de la zona. En las primeras horas de la tarde, se determinó que el paso del vehículo había sido grabado por una cámara de seguridad cuando salía de Los Toldos por la ruta provincial 65.
Al mismo tiempo, el fiscal dispuso un allanamiento de urgencia en la vivienda de Analía y convocó a los peritos de la División Policía Científica. Al revisar la casa, los técnicos advirtieron que el piso había sido limpiado recientemente, encontraron una ventana rota y manchas de sangre en el marco de una puerta.
Mientras recorrían el patio, llamó la atención de los peritos que el frente de la parrilla estaba quemado, pero no había cenizas. Aunque al costado de la parrilla había partes de sillas, también hallaron pasto quemado por brasas y no pasaron por alto que el limonero tenía algunas ramas quemadas.
Estos elementos avalaron la presunción que indicaba que, durante la madrugada, alguien había hecho una fogata importante. Ante este panorama, los investigadores policiales y judiciales avalaron la sospecha que indicaba que Analía pudo ser víctima de un asesinato y que el homicida intentó borrar las pruebas. En ese momento, el representante del Ministerio Público recalificó el caso como femicidio.
La presunción sobre el posible asesinato de Analía fue avalada con los dichos de dos testigos, vecinos de la víctima. El matrimonio indicó que durante la madrugada, minutos después de las 2.30, escuchó ruidos en la casa donde convivían Analía y Llanos. “Después de escucharla gritar me levanté, pero ya era tarde. Los gritos duraron un segundo”, recordó el vecino de Analía. Además, el testigo indicó que sintió un ruido como que arrastraban a alguien y el crujido parecido al que se produce al caminar sobre hojas secas. El vecino agregó que minutos más tarde escuchó los gritos de Llanos, pero fue algo muy breve.
El matrimonio sostuvo que, antes de la noche del crimen, no había escuchado ninguna discusión entre Analía y Llanos.
El aporte de las cámaras
A las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del municipio de General Viamonte, se sumó el dato aportado por una familia que marcó el paso del automóvil de la víctima por el Camino Real que conduce a la localidad de San Emilio.
Este dato provocó que se ampliara el radio de búsqueda más lejos del centro de Los Toldos. Al mismo tiempo, el fiscal Alvite Galante se dirigió a la zona oeste del Gran Buenos Aires, más precisamente a San Antonio de Padua, para seguir la pista de Llanos hasta la casa de una hermana.
Grupos de policías bonaerenses, bomberos con perros rastreadores y buzos para revisar los cauces de los arroyos recorrieron las adyacencias de la ruta 65 y el Camino Real a San Emilio.
Menos de 48 horas después de la desaparición de Analía, un perro llevó a su guía, un bombero de Los Toldos, hasta una cuneta flanqueada por totoras, tres metros al costado del camino de tierra. En el lugar marcado por el perro rastreador, el bombero y los policías que participaban del rastrillaje hallaron dos bolsas: una blanca y otra oscura.
Al revisar la bolsa blanca, los policías hallaron restos humanos parcialmente calcinados. Mientras que en la bolsa negra, similar a las de consorcio pero más chica que la blanca, los responsables de la búsqueda encontraron madera quemada y cenizas colocadas dentro de una caja con la leyenda “Analía”.
Eran las 9.35 del martes y los policías alertaron a los funcionarios de la fiscalía. Entonces, el lugar del hallazgo del cuerpo fue precintado, con el convencimiento de que se trataba de la escena secundaria del crimen, debido que las pruebas indicaban que Analía fue asesinada en su casa de Los Toldos.
El mismo patrullero del caso M.
Mientras tanto, en el oeste del conurbano, el fiscal Alvite Galante supervisaba la búsqueda de Llanos entre Luján y San Antonio de Padua. Hasta ese momento, se había determinado que el prófugo había pasado la noche del domingo en la casa de su hermana, el lunes se refugió en el albergue transitorio Deseos, situado en el cruce de la ruta 192 y el Acceso Oeste, en las afueras de Luján. Al día siguiente se instaló en el hotel Victoria, situado en Lavalle al 100, a pocas cuadras de la basílica.
La conserje del último hotel observó la foto de Llanos que se difundió a través de los diversos medios de comunicación y lo identificó como el pasajero que se había alojado esa mañana.
Dos efectivos de la comisaría de Luján, a bordo del móvil 103, el mismo que utilizaron los uniformados que rescataron a la niña, de 7 años, que había sido secuestrada en Villa Lugano, pero con otra dotación, concurrieron al hotel.
Al revisar el estacionamiento, los policías hallaron el Nisan Tiida blanco. En el baño de una de las habitaciones, lograron detener a Llanos, que no se resistió.
Al revisarlo, los policías secuestraron poco más de $3000 en efectivo. Hasta el momento, los investigadores no lograron determinar qué hizo con el dinero que se habría llevado de la casa de su pareja. Era la primera vez que le ponían las esposas. Durante los últimos diez años sumó once denuncias por hechos de violencia en su contra, pero nunca quedó preso.
Ninguno de los funcionarios judiciales que tuvo a Llanos como imputado pudo detenerlo debido a que los delitos por los que fue procesado tienen penas mínimas inferiores a los tres años.
Llanos tuvo dos condenas. En uno de los casos se sometió a la suspensión de un juicio prueba y la otra condena fue de seis meses de prisión, en suspenso. En febrero del año pasado, Llanos fue acusado de lesiones graves. En menos de dos meses, la fiscalía clausuró el sumario y requirió la elevación a juicio oral contra Llanos.
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