ADN del crimen: Salvaje, el narco que domina el tráfico de drogas a sangre y fuego
Un jurado popular encontró culpable de homicidio al hijo de Mameluco Villalba
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De nada sirvieron las amenazas e intimidaciones que Iván “Salvaje” Villalba y su entorno dirigieron hacia los doce integrantes del jurado popular que debía decidir si lo declaraba culpable o inocente de los homicidios del chofer del móvil de Protección Ciudadana de San Martín, Jesús Porres y el adolescente Mariano Valdez. Igual lo condenaron.
Con el veredicto de culpabilidad por uno de los dos asesinatos que lo juzgaron, el hijo de Miguel Ángel “Mameluco” Villalba, uno de los narcotraficantes más importantes de San Martín sumó la tercera condena en su contra. Hace cuatro días el juez del Tribunal Oral N° 1, de San Martín Alejandro Moramarco Terrarossa le impuso la pena de 27 años de prisión por el asesinato de Porres, quien conducía un móvil municipal y por el intento de homicidio del policía Gabriel Zárate, que acompañaba la víctima.
Esta condena, fijada en la denominada audiencia de cesura, realizada después que los jurados populares dictaron el veredicto de culpabilidad, marcó el final del juicio oral que estuvo marcado por las constantes intimidaciones del Salvaje Villalba y de sus allegados contra los vecinos que debían juzgarlo y contra la fiscal Noemí Carreira, que estuvo a cargo de la acusación.
Diez de los doce jurados populares, seis mujeres y seis nombres, no dudaron en considerar que uno de los narcotraficantes más sanguinarios de San Martín disparó seis balazos contra el móvil que conducía Porres y que había salido en persecución de los autores del homicidio de Valdez, de 17 años.
Después de declarar culpable al Salvaje Villalba de asesinar al chofer Porres, esos jurados populares retomaron sus actividades habituales. Mientras que el hijo de Mameluco seguirá en la cárcel junto con su padre, condenado a 23 años de cárcel por comandar la banda que dominó el narcotráfico durante más de 20 años en los asentamientos de San Martín.
Está probado que, además, que la organización criminal comandada por los Villalba manejaba los distintos búnkeres de droga desde la cárcel. Dicha circunstancia quedó expuesta con la masacre ocurrida en febrero de este año, cuando una serie de escuchas telefónicas pusieron al descubierto que un dealer del Salvaje había comprado la partida de cocaína contaminada con carfentanilo que mató a 24 personas.
“Todas las cagadas que hicieron, tiraron a la cancha lo que no estaba para tirar, hicieron todo cagada”, decía molesto, pero con voz pausada desde el penal de Rawson, Mameluco. Su interlocutor, Matías Pare y Ruiz, apodado Mocho, respondió: “Sacaron la droga fea, la sacaron a vender acá a la mañana”.
Para la Justicia no hay dudas de que Mameluco y Mocho hacían referencia a las dosis de cocaína adulterada que provocaron 24 muertes y casi 100 intoxicados.
Así lo informaron a LA NACION calificadas fuentes judiciales. Mocho Pare y Ruiz fue de los sospechosos detenidos en el denominado operativo Droga Salvaje, un fuerte golpe a la organización liderada por Mameluco.
“En las escuchas surge que Mameluco Villalba y sus segundas líneas, harían referencia al trágico episodio en el que murieron 24 personas por el consumo de cocaína que tendría un alto poder de letalidad”, explicaron a LA NACION fuentes judiciales.
Mocho fue uno de los imputados que fueron indagados por la jueza Vence. El operativo, donde se detuvo a 17 sospechosos y se secuestraron cinco kilos y medio de cocaína, fue bautizado Droga Salvaje por el apodo de Iván Villalba.
“La cocaína contaminada con carfentanilo habría sido distribuida entre los puntos de venta que Mameluco y su hijo regenteaban, desde el interior de dos sedes penales de alta seguridad [Rawson y la cárcel de Magdalena], en diferentes localidades de la provincia de Buenos Aires, pero con un claro epicentro en el barrio 18 de septiembre, en Billinghurst, en San Martín”, explicaron fuentes judiciales.
Cuatro años antes, Salvaje estaba detenido en el penal de Ezeiza, tenía dos condenas por narcotráfico que se habían unificado en una pena única de ocho años de prisión. Al cumplir seis años preso, el juez de Ejecución penal lo benefició con las salidas transitorias. Abandonaba el penal a la mañana y debía regresar doce horas después.
Pero el fin de semana del 14 de enero de 2018, el hijo de Mameluco Villalba decidió no regresar a la cárcel de Ezeiza. Estaba prófugo cuando Valdez fue asesinado en uno de los pasillos de la villa del kilómetro 18.
La madre de la víctima dijo que escuchó dos disparos y cuando salió de su casa encontró el cuerpo de su hijo ensangrentado. Al mismo tiempo, otro adolescente le contó que había visto disparar a Iván Villalba. “Fue con una ametralladora”, dijo el menor.
Entonces, la mujer siguió el trayecto que le había indicado el adolescente para tratar de encontrar al autor de los disparos que mataron a su hijo.
Al llegar a la calle que cruza la ruta 8, a un costado de una estación de servicio, la madre de Valdez, acompañada por una vecina, se encontró con el móvil de seguridad municipal conducido por Porres y denunció que habían matado a su hijo. La mujer sumó una descripción de la ruta de escape que tomaron los autores de los disparos.
En ese momento, Porres, acompañado por el policía Zárate giró la camioneta y se dirigió hacia un grupo de jóvenes que estaban a una cuadra. Cuando intentó identificarlos junto con el policía los sospechosos abrieron fuego contra el móvil. El vehículo estaba equipado con una cámara de video que grabó la agresión y al autor de los disparos.
A Porres lo mataron de un balazo en la cabeza. En tanto que el policía logró alertar al Centro de Operaciones Municipales sobre la balacera. Instantes después, varios móviles se sumaron al operativo de rastrillaje para tratar de capturar a los agresores.
Luego de una persecución, los policías hallaron a los atacantes dentro del barrio. Cuando intentaban escapar por el fondo de una casa se produjo un tiroteo. Hubo siete disparos que fueron cotejados con el proyectil que mató a Porres y se determinó que salieron de la misma arma.
El enfrentamiento terminó con la captura del hijo del narco que intentó convertirse en intendente de San Martín y de un cómplice que fue identificado como Víctor Manuel Sánchez.
Según fuentes policiales y judiciales, el menor de los Villaba recurría a las salidas transitorias de la cárcel para regresar a “La 18″ y al barrio 9 de Julio para evitar que sus enemigos, Javier Alejandro “El Rengo” Pacheco y Max Alí Alegre, alias Alicho ocuparan el territorio para instalar búnkeres destinados a la venta de droga.
Supuestamente, en esa necesidad de demostrar poder en medio de la guerra narco, Salvaje habría asesinado a Valdez, al que acusaba de asaltar a los consumidores que llegaban a “La 18″ a comprar droga.
A pesar del testimonio de la madre de Valdez, los jurados populares no consideraron a Villalba y Sánchez responsables del homicidio del adolescente. Pero le aplicaron el veredicto de culpabilidad por el asesinato de Porres y el intento de homicidio del policía Zárate.
Aunque era menor y apenas tenía 17 años, Valdez había sido detenido en varias oportunidades por cometer robos en la zona de San Martín. Su madre había estado presa. Su padre cumplía una condena por robos en el momento del asesinato y también tenía un hermano detenido.
Tanto Salvaje como su padre habían sido procesados en marzo de este año por la jueza federal de San Martín, Alicia Vence, que los consideró como jefes de una organización criminal “dedicada al tráfico de drogas, desde sus lugares de detención: el mayor desde la cárcel de Rawson y el menor desde el penal de Magdalena”.
La sucesión de homicidios vinculados con la guerra narco siguió a pesar que los Villalba estaban presos. En marzo pasado, fue asesinada Favia Vanesa Romero era la viuda de Jorge Yankovich, uno de los colaboradores de Mameluco, en la red de narcotráfico que dominaba la venta de drogas en la denominada villa del 18, en San Martín.
La mujer, de 40 años, que fue precandidata a concejal en las elecciones internas de 2011, fue asesinada de cuatro balazos, en un supuesto ajuste de cuentas, el 22 de marzo pasado.
A partir de la reconstrucción del violento episodio realizada por los investigadores policiales y judiciales se determinó que la mujer fue interceptada por un grupo de sicarios cuando circulaba a bordo de su automóvil Renault Clío bordó, en Suipacha al 5800.
Según fuentes de la investigación, en ese momento, dos agresores descendieron del automóvil blanco que le cortó el paso al vehículo de la mujer y, sin mediar palabra, le dispararon cuatro balazos, uno en la cabeza y tres en el pecho. Aunque los Villalba están en prisión, la guerra narco sigue.
Romero había recibido una advertencia a fines de diciembre pasado.
Una granada arrojada en el patio de su casa constituyó el mensaje que indicaba que debía apartarse del supuesto manejo de algunos puestos de venta de droga que quedaron bajo su control desde que “Mameluco” Villalba fue condenado a 23 años de prisión por narcotráfico.
El nombre de Romero aparece en una de las 120 páginas del fallo que condenó a Villalba. En la resolución se consignó que la mujer recibía llamados en los que se pedía el envío de estupefacientes.
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