ADN del crimen: puerta giratoria para un joven ladrón que fue detenido 56 veces
El adolescente de 17 años confesó que había sido reclutado por Guille Cantero, cuyo hermano menor fue arrestado tres veces este año
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En Rosario hay menores delincuentes que fueron detenidos 56 veces en cinco años y otros, que circulan en automóviles de alta gama con más de $600.000 en efectivo y armados. A pesar de ser extremadamente violentos, para ellos se aplica la puerta giratoria. Por su edad no pasan presos más que cuatro o cinco días y la Justicia se los entrega a los padres.
A casos como estos se referían los organizadores de las dos manifestaciones realizadas en los últimos días para reclamar medidas contra la inseguridad en esa ciudad santafesina. Ambas marchas tuvieron duras críticas contra el poder político y contra la Justicia por resoluciones a favor de delincuentes que salían de la cárcel y volvían a cometer delitos.
En el momento de excarcelarlos, los funcionarios judiciales tampoco tuvieron en cuenta que uno de esos menores era integrante de la familia Cantero. El joven, de 17 años, es el heredero del clan. Fue apresado tres veces en lo que va de este año. En las tres oportunidades fue liberado.
Aunque no trabaja ni estudia, el menor de los Cantero manejaba una camioneta Toyota Hilux cuando fue detenido el 31 de mayo pasado y le secuestraron $214.000. Dos meses antes, lo habían apresado en Moreno y Khantuta. En ese momento, los policías encontraron $280.000 y US$700. La joven, de 18 años, que lo acompañaba tenía una pistola 9 mm, con tres proyectiles. El 9 de septiembre pasado, el hermano menor de Ariel Máximo “Guille” Cantero fue apresado por tercera vez en 2021. Durante un allanamiento en su casa, la policía encontró partes de motos robadas .
Durante una de las tres detenciones, los efectivos de la Unidad Regional de Rosario, encontraron seis celulares en poder del menor de los Cantero. A pesar que nunca justificó para qué necesitaba esos teléfonos, de dónde había sacado el dinero que llevaba encima y por qué su novia llevaba una pistola 9 mm, también fue liberado.
Los jueces de Menores que beneficiaron al adolescente con la excarcelación no tuvieron en cuenta que su hermano mayor, comanda desde la cárcel la banda de narcotraficantes más importante de Rosario. Tampoco consideraron que “Guille” Cantero utiliza celulares y teléfonos fijos en el calabozo de la cárcel federal de Marcos Paz para comandar a su organización.
En algunos casos, esas instrucciones incluyeron planes para atacar a jueces y fiscales de Rosario, tal como quedó expuesto en el juicio oral que terminó con la condena a 22 años de prisión por los atentados a funcionarios del Poder Judicial. Con otra condena recibida anteayer, “Guille” Cantero sumó 100 años de prisión en sentencias.
A pesar de todas estas circunstancias y de que el adolescente forma parte de una familia dedicada al narcotráfico e involucrada en la guerra por el dominio del territorio para vender droga, los magistrados de Menores rosarinos, cada vez que el más joven de los Cantero fue detenido lo mandaron a su casa.
El camino del sicario
Lucas, otro delincuente precoz, tiene la misma edad que el heredero del clan Cantero: 17 años. Pero no puede acceder a los mismos lujos que el integrante de la banda de Los Monos. En los últimos cinco años, Lucas no paró de robar. Se dedica a asaltar desde que tenía 12 años. Su prontuario ocupa varias páginas. Desde 2016 a la actualidad fue apresado en 56 oportunidades.
Lo detuvieron por robos, tentativas de robos o robos agravados por el uso de armas de fuego y la evasión de un instituto de menores. Se trata de delitos violentos. No obstante, por ser menor, siempre fue liberado y entregado a sus padres. Solamente en 2020 fue apresado en 26 oportunidades. Lo apresaban, lo liberaban, robaba, lo detenían otra vez y lo excarcelaban nuevamente.
Durante las 56 oportunidades en las que fue detenido, Lucas pasó por siete comisarías de Rosario. La última captura se concretó en jurisdicción de la comisaría 2a., en el Parque Independencia. Allí fue apresado por la policía que lo sorprendió después de robarle el celular a un joven, de 18 años.
Mientras los policías esperaban instrucciones del juzgado de Menores para saber si se dictaría alguna medida contra el precoz ladrón, Lucas pidió declarar ante los uniformados y manifestó que el episodio en el que lo detuvieron “no fue un robo, sino que se trató de un encargo realizado por parte de ‘Guille’ Cantero desde la cárcel para matar y robar el celular de la víctima debido a que tenía una deuda por drogas”.
El adolescente agregó que Cantero le pegaría $250.000 por el ataque. Hasta ese momento, no había ningún elemento en el prontuario del precoz asaltante que lo vinculara con la banda de los Cantero. Por lo tanto, se abonó la sospecha que indicaría que pudo inventar la historia para obtener algún beneficio.
En esa declaración espontánea ante los policías, que no tendría valor legal debido que se realizó sin el resguardo de las garantías constitucionales del acusado, el menor agregó otro detalle más sorprendente. “Yo manejaba el auto blanco que utilizaron los sicarios que mataron a un muchacho en Ovidio Lagos y Rueda, frente al barrio Fonavi”, expresó el adolescente.
El homicidio al que se refería Lucas ocurrió el 15 de octubre pasado. Fuentes policiales identificaron a la víctima como Sebastián Nahuel Nandón, de 24 años. Según los testigos, dos agresores descendieron de un Peugeot blanco, dispararon seis balazos y huyeron en el mismo vehículo. En el momento que lo atacaron, Nandón estaba sentado en el cordón de la vereda. Exjugador de rugby del club Provincial, Nandón no tenía ningún antecedente que abonara la sospecha sobre un supuesto vínculo con el narcotráfico.
Por este motivo, sorprendió la declaración de Lucas, quien hasta la última detención nunca había sido acusado de un delito de sangre.
A partir de los dichos ante los efectivos de la comisaría 2a. el adolescente quedó a disposición de una fiscalía de Menores que, en esta oportunidad, dispuso que el adolescente quede detenido, debido a que, estaba acusado de un delito grave.
Ola de crímenes
Con el homicidio de Nandón, sumaron 185 los asesinatos ocurridos en Rosario durante 2021. Aunque en los días posteriores se registraron nueve asesinatos más.
Según cifras oficiales, en lo que va del año la policía apresó a 300 menores vinculados con delitos en el Departamento Rosario. La mayoría de los adolescentes fueron acusados de robos, arrebatos y asaltos en la modalidad motochorros.
Este sería el caso de los dos asaltantes que la policía y la Justicia buscan como presuntos autores del asesinato del arquitecto Joaquín Pérez, de 32 años y padre de una hija, de 2.
Pérez fue asesinado por dos motochorros que se dedican a robar autos en la zona de Arroyito y barrio Alberdi. La policía tiene firmes sospechas que indicarían que los agresores del arquitecto eran menores.
El arquitecto había sido baleado cuando dejaba su Renault Clio en la cochera que estaba a pocos metros de su casa, en Juan B. Justo al 1700, a doce cuadras del estadio de Rosario Central.
Si bien los investigadores policiales y judiciales sospechan que los asesinos del arquitecto integran un grupo delictivo que cometió varios asaltos en la zona.
A nueve días del homicidio y, con dos manifestaciones en las que los vecinos reclamaron por el esclarecimiento del asesinato, la Justicia y la policía no pudieron detener a ninguno de los homicidas.
Armas, siempre a mano
Además de la violencia extrema evidenciada en los casos de Lucas, del heredero de los Cantero y de los asesinos del arquitecto, los tres casos pusieron al descubierto la facilidad con la que los menores consiguen armas de fuego.
Lucas apenas tenía 12 años, cuando fue apresado por primera vez. En esa oportunidad ya portaba un arma de fuego que usaba para intimidar a las víctimas y obligarlas a que les entregaran los objetos de valor que llevaban.
Debido a que hasta los 16 años son inimputables, los menores son reclutados por los narcotraficantes. Las organizaciones dedicadas a la venta y distribución de drogas utilizan a los adolescentes como “soldaditos” para custodiar los puestos de venta de estupefacientes.
Les entregan armas para que defiendan el búnker ante la amenaza de la policía o de los integrantes de una banda rival. Algunos de esos adolescentes en conflicto con la ley viven en barrios como La Granada, Tablada, Villa Moreno, La Carne, El Tanque, Casiano Casas, Las Flores o Empalme Granero, lugares a los que el Estado no llega. Allí descubren esos jóvenes que la peligrosa oferta narco les una oportunidad para poder obtener los mismos bienes de consumo que jóvenes de otras clases sociales .
Si no los matan en alguno de los enfrentamientos armados que se desarrollan, a diario, en Rosario inician su propio emprendimiento de venta de droga. Con esta actitud desafían al jefe de la banda que los convirtió en “soldaditos” y así comienza una nueva guerra de venganza y lucha por el territorio para vender estupefacientes.
Para ese enfrentamiento, los jefes narco recurren a chicos que a los convierten en sicarios debido a que, por ser menores de 16 años, son inimputables y no reciben pena si los detienen por homicidio .
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