ADN del crimen. El Rey del Corte, el hombre que se movía con su Ferrari amarilla
Amoladora en mano, Elbio Fernández se jactaba de poder desguazar un automóvil en menos de cuarenta minutos. Por la rapidez con la que convertía un automóvil en piezas que vendía como repuestos usados, el dueño de la red de desarmaderos más importantes del sur del conurbano se ganó el mote de Rey del Corte.
Las montañas de automóviles apilados en sus galpones con terrenos al aire libre sobresalían en el barrio de casas bajas situado en la zona del Triángulo de Bernal, en el límite entre Avellaneda y Quilmes.
Según declararon algunos testigos en el juicio oral que terminó con la condena de siete años y medio de prisión contra Fernández, esos galpones constituyeron el lugar al que concurrían ladrones de automóviles para cambiar los vehículos que robaban por dinero.
"Vi que llegaban los ladrones con sus gorras y se bajaban de un auto. Había días en los que no tenían espacio en el galpón y salía Elbio con una amoladora o una autógena y se ponía a cortar el coche en la calle. En poco tiempo, del auto no quedaba nada. Cuando se iban, los ladrones de las gorras descartaban de las llaves del auto en alguna alcantarilla", dijo uno de los testigos durante el juicio al describir cómo desarmaban un rodado en pocos minutos.
Hasta 2002, el Rey del Corte era un personaje al que se le adjudicaba ser propietario de los desarmaderos situados sobre la avenida Monteverde o en Wilde.
Pero, con la grabación realizada con una cámara oculta que difundió Telenoche investiga, por El Trece, en la que Fernández se ufanaba de poder cortar un automóvil en cuarenta minutos, el rostro del Rey del Corte dejó de ser un misterio. Durante más de diez años Fernández había gozado de la protección policial y política que le permitió erigirse como el reducidor de automóviles más importante de sur del conurbano.
Al volante de una Ferrari amarilla se trasladaba desde Florencio Varela a Quilmes y Wilde para supervisar el funcionamiento de sus desarmaderos que, en algunos casos, ocupaban más de media manzana.
Pero ese paraguas protector cimentado en el pago de coimas a policías y políticos de la zona se terminó en 2010, cuando sus desarmaderos fueron allanados por efectivos de la Policía Federal y por funcionarios de la por entonces Dirección de Fiscalización del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación.
Cuando los policías irrumpieron en los galpones de Fernández en las calles Condarco, La Matanza, Cajaraville y Víctor Hugo, en Wilde, además de más 50.000 autopartes ilegales, los uniformados encontraron veinte automóviles robados.
Aunque, en diciembre de 2011, el Tribunal Oral N° 10, de Lomas de Zamora, integrado por los jueces José Polizza, Daniel Mazzini y Susana Silvestrini, le impuso la prohibición de diez años, para estar al frente de un desarmadero, Fernández volvió a dedicarse a su actividad de siempre. En 2017, el Rey del Corte fue detenido por efectivos de la policía bonaerense cuando salía de su casa en Víctor Hugo al 1400. Los uniformados de la comisaría 5a. de Avellaneda habían llegado hasta la vivienda que tiene el frente ornamentado con las figuras de dos leones, alertados por la empresa de localización satelital de vehículos, que indicó que en ese lugar estaba un Renault Fluence que había sido robado en Pilar.
Se rompió la cadena de frío
En el ámbito de los ladrones de automóviles se utiliza el término "enfriar" como la acción de dejar un vehículo robado estacionado en un determinado lugar con el objetivo de comprobar si los recuperadores o la empresa de seguimiento satelital lo van a buscar. Si esto no ocurría, el ladrón del automóvil entendía que el vehículo carece de localizador y se lleva el rodado para que sea desarmado, convertido en mellizo o llevado a Paraguay o Bolivia, donde se vende con una cobertura legal.
En el caso de Fernández, cuando los uniformados vieron que el Renault Fluence salía de la casa de Víctor Hugo al 1400, lo interceptaron y detuvieron al conductor. Según fuentes policiales, el acusado habría ofrecido $200.000 a los efectivos para que no lo lleven preso. Al confeccionar el acta de detención de Fernández, los policías consignaron que el hijo del imputado salió de la propiedad a bordo de un Alfa Romeo y luego, el acusado, al comando del Renault Fluence robado.
En la indagatoria ante el fiscal, el Rey del Corte acusó a los policías de armar una nueva causa en su contra y señaló que su hijo, adolescente, conducía el automóvil con pedido de secuestro. A pesar del descargo de Fernández, el representante del Ministerio Público de Avellaneda, procesó al imputado como presunto autor del delito de "encubrimiento doblemente agravado por la habitualidad y el ánimo de lucro".
Al allanar la casa de Fernández, los investigadores encontraron otros cuatro automóviles. Dos esos vehículos, un Fiat Duna y un Renault 12 tenían las numeraciones de motor y chasis suprimidas.
Además, al revisar la vivienda del imputado, los funcionarios judiciales y policiales hallaron gran cantidad de llaves, patentes apócrifas, estéreos, autopartes, anotaciones manuscritas con pedidos de algunos de esos repuestos y sobres con documentación de vehículos.
Pedido a la carta
En el buzón de la vivienda los policías encontraron las misivas con los pedidos de autopartes, consignados en notas con inscripciones como "Buscar autos: Transit en La Matanza; BMW en Monte Chingolo" o "Preciso, inyector de Passat y Trafic".
Gracias a la acción de su equipo de abogados, Fernández consiguió cambiar la jurisdicción de la causa debido a que el delito por el Renault Fluence que conducía cuando lo detuvieron había sido robado en Pilar y actualmente está en libertad.
En 2011, durante el juicio oral contra Fernández, también fue condenado a tres años y dos meses de prisión un funcionario del área de compras de la Fiscalía de Estado bonaerense que aportó la documentación para que el Rey del Corte justificara las decenas de miles de autopartes que tenía en sus depósitos.
La Fiscalía de Estado, entre otras funciones, es administradora y responsable de los vehículos judicializados de la provincia que nadie reclama. Con el tiempo esos rodados depositados a la intemperie en distintos predios del territorio bonaerense se convertían en chatarra. Este funcionario aportaba los formularios en los que se dejaba constancia de que Fernández o cualquier otra persona había comprado un lote de automóviles o autopartes sin especificar cantidades, características o marcas.
Entre las pruebas para fundar la condena contra Fernández, el tribunal tuvo en cuenta la grabación de una conversación telefónica en la que el Rey del Corte llamó a su cómplice en la Fiscalía de Estado y le preguntó, en un lenguaje encriptado, si le podía entregar formularios de venta de lotes de chatarra sin los números registrales.
La acusación que terminó con la condena de Fernández estuvo a cargo del fiscal de Lomas de Zamora, Jorge Bettini Sansoni, quien unificó todos los sumarios e identificó a una asociación ilícita integrada por tres grupos.
Una de las células era encabezada por Fernández y se encargaba de reducir los automóviles que robaban los integrantes del segundo grupo, formado por los asaltantes que, a mano armada o mediante ganzúas, se apoderaban de los vehículos.
Mientras que el tercer grupo, integrado, entre otros, por el funcionario provincial, aportaba la documentación con la que el Rey del Corte" intentaba justificar el origen de los repuestos.
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