ADN del crimen: Máximo Thomsen, el acusado que más pegó en el asesinato de Fernando Báez Sosa y el primero en llorar en el juicio
Al menos siete testigos lo identificaron como autor de golpes y patadas mientras la víctima estaba en el piso; hoy se conocerá el veredicto en Dolores
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Entre los ocho acusados de asesinar a Fernando Báez Sosa, Máximo Pablo Thomsen fue el que más pegó, también el que rompió en llanto antes que otro detenido al decir sus últimas palabras frente al Tribunal Oral N° 1 de Dolores, el primero en pedir asistencia psicológica, el que se anticipó a los demás para pegarle a la víctima mientras estaba indefensa, en el piso; fue el que gritó “a este negro de mierda me lo llevo de trofeo” y fue el que dejó su marca en el maxilar del joven estudiante de medicina, cuando le pisó la cabeza con el talón de su pie izquierdo.
Thomsen también fue el más exaltado entre el grupo de diez amigos zarateños expulsados del boliche Le Brique. Alejandro Muñoz, jefe de seguridad del local nocturno de Villa Gesell recordó, en el juicio oral, la fuerza que tuvo que aplicar con un compañero, para contener al acusado.
También fue de Thomsen la seña en la que se pasó el dedo índice por debajo del cuello a modo de amenaza contra Fernando, al que responsabilizó porque los custodios lo expulsaron del boliche.
El nivel de excitación de Thomsen no decayó aún después de asesinar a Fernando. La testigo Andrea Fabiana Ranno, encargada del turno noche del hotel Inti Huasi, situado en el recorrido que hicieron los imputados luego del crimen, reconoció a Thomsen y lo recordó por su forma de caminar, marcando cada paso como si le pegara al piso.
En la ropa y en las zapatillas de Thomsen hallaron sangre de Fernando. Además, el peritaje scopométrico realizado por los técnicos de la Policía Federal, determinó que la equimosis o moretón hallado en el maxilar izquierdo de la víctima correspondía a la suela del talón de la zapatilla izquierda marca Cyclone, secuestrada en poder de Thomsen. Según el forense Diego Duarte, para provocar esa equimosis el agresor aplicó una extrema fuerza sobre la cabeza de la víctima. Dicha lesión era compatible con un pisotón.
Esas zapatillas negras de Thomsen aparecieron claramente en el acta de visualización de la cámara de seguridad del municipio de Villa Gesell confeccionada por la oficial Evelyn Merlo.
“A las 04.44.13 se observa circulando por la vereda mano este de la Avenida 3 en dirección a la Avenida Buenos Aires, a ocho personas del sexo masculino, el primero, con camisa gris, jeans oscuro; el segundo, con camisa negra, suéter de blanco colgado en el cuello, pantalón beige; el tercero, con pantalón de negro y zapatillas negras; el cuarto, con remera negra, jeans oscuro; el quinto, con camisa blanca y pantalón de jean claro y zapatillas blancas; el sexto, con camisa blanca, pantalón beige y zapatillas oscuras; el séptimo, con remera blanca, jean claro y el octavo, con remera negra, bermuda negra y zapatillas negras”, expresó la oficial en el acta que figura en página 38 del expediente.
De los ocho acusados, Thomsen fue el que primero rompió en llanto, al decir sus últimas palabras antes el veredicto que se conocerá pasado mañana. También vomitó, cuando los detuvieron durante el operativo que comenzó a las 10.45 y terminó a las 14, el mismo día del homicidio. Thomsen, además, fue el único de los ocho acusados que decidió involucrar a un inocente que no tenía ninguna vinculación con el homicidio, cuando le dijo a los policías que lo capturaron que sus zapatillas eran del remero Pablo Ventura. Además, nadie más que Thomsen pidió asistencia psicológica. Matías Benicelli, Ayrton Viollaz, Blas Cinalli, Enzo Comelli, Lucas, Luciano y Ciro Pertossi no solicitaron ayuda de un psicólogo. Solo Thomsen. En una conducta que lo mostró muy lejos de la función de líder que algunos le adjudicaron.
La huella de la violencia
Diez días después del homicidio, a partir de las declaraciones de los testigos y de los reconocimientos en ruedas de detenidos, cada uno de los ocho amigos que agredieron a Báez Sosa y que fueron grabados por el domo de seguridad instalado por el municipio de Villa Gesell, tuvieron nombre y apellido. El octavo sospechoso, de zapatillas negras, remera negra y bermuda negra era Thomsen.
Durante las primeras horas posteriores al homicidio, cada uno de los acusados era marcado por la ropa que usaron la madrugada que mataron a Fernando.
“A las 04.46.4 el sospechoso de camisa blanca, pantalón de jean claro y zapatillas blancas y el que viste remera negra, pantalón jeans, zapatillas negras se separan del grupo, se abrazaron y se retiraron del lugar en dirección norte sur por la vereda de mano este en dirección a la avenida Buenos Aires”, concluyó la oficial en el acta visualización.
Después se supo que los dos acusados que se fundieron en un abrazo luego de asesinar a Fernando fueron Matías Benicelli y Luciano Pertossi, que comparte con Thomsen el calabozo desde que fueron trasladados al penal de Dolores.
“Thomsen fue reconocido por la mayoría de los testigos como el acusado que le pegó una patada en el rostro a Fernando cuando estaba tendido en el suelo y fue reconocido por uno de los testigos, como quien pegó golpes de puño cuando la víctima estaba de pie. Además, le pegó una patada con su pierna derecha en el hemisferio izquierdo de la cara de Fernando, cuando este se había quedado de rodillas. Los testigos pudieron aportar datos precisos sobre la ropa que usaba el agresor. Durante el procedimiento que terminó con la detención del imputado, se determinó que la ropa secuestrada en poder de Thomsen correspondía a la que usaba el acusado señalado por los testigos”, indicó el Ministerio Público en los lineamientos de su acusación.
Cuando el forense Duarte realizaba la autopsia de Fernando, minutos después de las 12, advirtió que en el maxilar izquierdo de la víctima había un hematoma de dos por seis centímetros. Entonces, el forense le pidió a la fotógrafa que tomara unas imágenes de esa particular impronta para compararla, eventualmente, con algún calzado que se le secuestró al sospechoso.
María Eugenia Cariac, perito de Policía Científica de la fuerza de seguridad bonaerense, sostuvo que se determinó que esa marca tenía “una correspondencia” con la zapatilla marca Cyclone “con diseño en zigzag” que usaba Thomsen en el momento del ataque, en la madrugada del 18 de enero de 2020.
Cariac fue quién obtuvo la foto del rostro de Fernando durante la operación de autopsia, e indicó que tras comparar la marca en esa parte del cuerpo con el calzado de los imputados, tuvo esa conclusión.
Los testigos del horror
Entre los testigos que declararon y que, además, participaron de las ruedas de reconocimiento de detenidos había amigos de Fernando que fueron atacados por algunos de los acusados cuando intentaron ayudar al joven estudiante de Derecho que era agredido mientras estaba en el piso, y otros que no tenían ninguna relación con la víctima.
Este fue el caso del mencionado Muñoz, quien se desempeñaba como jefe de seguridad de Le Brique y de Tomás Bidonde, un testigo independiente que estaba de vacaciones en Villa Gesell y que identificó a seis de los ocho acusados cuando participó en las ruedas de reconocimiento. En ese momento, los rostros de los imputados no habían tomado el estado público que tienen, en la actualidad.
Por ese motivo, el testimonio de Bidonde tuvo una importancia vital para probar la responsabilidad de los acusados y la actuación que tuvo cada uno de ellos en los casi 60 segundos que duró la golpiza que le asestaron a Fernando.
“Creo que la agresión no duró más de un minuto, desde el momento que comencé a ver el ataque. La imagen que me quedó de Fernando fue la de una persona débil por los golpes que recibía, en ningún momento pegó, solo trataba de defenderse. Nunca agredió pero le pegaron sin parar. No fue una pelea, porque Fernando no peleó en ningún momento, solo recibió golpes”, expresó Bidonde en su declaración.
Tan importante fue el testimonio del joven turista que el defensor de los acusados lo incluyó en su alegato e intentó poner en duda su declaración. Mostró un plano con la ubicación que supuestamente tenía el testigo en el momento del ataque y sostuvo que desde ese lugar no podía haber visto a los imputados.
Sin embargo, el testimonio de Bidonde fue destacado por los fiscales Juan Manuel Dávila y Gustavo García y por los abogados Fernando Burlando y Fabián Améndola, que representan a los padres de la víctima, que sostuvieron la independencia del joven turista y la importancia de su declaración para probar la responsabilidad de cada uno de los acusados.
“Puedo reconocer a todos los agresores que describí, con seguridad a cinco o seis, no puedo reconocer a todos”, expresó el testigo en su declaración original, que ratificó y amplió en la tercera audiencia del juicio oral.
Tanto Bidonde como Muñoz, confirmaron el estado de indefensión de la víctima que los imputados provocaron, al impedir que sus amigos lo pudiesen defender.
Según expresó el fiscal García, en su alegato, con sus declaraciones Bidonde y Muñoz permitieron aclarar los puntos oscuros que no quedaron registrados en las grabaciones realizadas con el teléfono del acusado Lucas Pertossi, con los celulares de dos transeúntes y con las cámaras de seguridad de la zona.ß
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