ADN del crimen: Los extraños casos de las masacres cometidas por quienes compartían la mesa familiar
La investigación de la fiscalía de San Nicolás tiene puntos en común con otros homicidios que conmocionaron por la cercanía entre el criminal y las víctimas
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Para la Justicia existen indicios que avalan la sospecha de que Pablo Damián Grottini mató a su madre, su hija y su hermano, entre 2019 y el sábado pasado. A partir de la reconstrucción de los asesinatos realizada por el Ministerio Público de San Nicolás, se determinó que en julio de 2019, Grottini habría matado a su hermano, Germán; en abril de 2021, a su hija, Aylén, de 10 años y, un año después, a su madre, Teresita. Sus víctimas no lo sabían, pero tenían al asesino en su casa. Los tres compartían la misma vivienda en la calle Tucumán, del barrio General Savio, de Villa Ramallo. Por la conjunción de las circunstancias del espacio que habitaban, de lazos de sangre, de cantidad de víctimas y los períodos de tiempo que hubo entre cada uno de los homicidios, Grottini podría convertirse en el primer asesino serial intrafamiliar de la historia criminal argentina.
Hasta la aparición de Grottini, las masacres intrafamiliares ocurridas en nuestro país fueron provocadas por un solo asesino que mató a varias personas en una misma acción, en un breve período de tiempo.
Los exponentes más conocidos de masacres intrafamiliares en la Argentina fueron Mateo Banks, Ricardo Barreda, Luis Fernando Iribarren y José Ramón Valdez. Cometieron asesinatos con múltiples víctimas.
A través de un siglo, un sangriento hilo unió a las 25 víctimas de Banks, Barreda, Iribarren, Valdez y Grottini: todas tenían al asesino en casa.
Una serie de circunstancias convertirían a Grottini en un caso único en la historia penal argentina y marcan la diferencia con los otros autores de masacres intrafamiliares.
Para Raúl Torre, profesor universitario de Criminología y Criminalística y Perfiles Criminales “se define como un homicida serial, a quien mató, como mínimo a dos personas en dos acciones diferentes, con intervalos fríos. En esos períodos, el asesino se desconecta de su actividad criminal. En cada uno de esos actos puede producir más de un homicidio”.
Esos intervalos en los que el asesino serial se desconecta de la actividad criminal habrían quedado expuestos en el caso Grottini, a través de la declaración, por ejemplo, Luisa, la madrina de una de las víctimas.
“Estoy conmocionada. Nunca imaginé que podría ocurrir algo así. En los tres años que pasaron desde la muerte de su hermano hasta que lo detuvieron por la muerte de su madre, Pablo nunca cambió sus hábitos. Tampoco dejó de trabajar”, expresó la vecina del acusado.
Otro de los parámetros que indican que Grottini sería un asesino serial se fundaría en la organización de los homicidios que cometió. A partir de los elementos que figuran en el expediente, el empleado de la casa funeraria de San Nicolás, eligió siempre el mismo lugar para matar: un hospital.
Además de la organización que se advirtió que el acusado habría planificado cada uno de los asesinatos. Anteayer, los funcionarios de la fiscalía de San Nicolás, allanaron la casa y el vehículo de Grottini y secuestraron una tablet del acusado. Al revisar ese dispositivo, los investigadores hallaron patrones de búsqueda en internet en los que el imputado preguntaba: “¿Qué pasa si inyecto aire en las venas?”, “¿Qué medicamento se puede tomar para causar la muerte?”, “¿Cuánto después de introducir aire se produce el infarto?”.
Con este peritaje y las declaraciones de dos médicas y enfermeras del hospital San Felipe, la fiscal Belén Baños fundó el pedido de detención de Grottini y lo acusó de los tres homicidios.
Si bien, los cuerpos de hija, de 10 años y del hermano de Grottini, fueron cremados, existe un detalle que podría probar la supuesta responsabilidad del imputado en ambos asesinatos: las búsquedas en internet se concretaron antes del primer homicidio.
La mirada criminal
“Habitualmente, cada asesino serial tiene una especie de comportamiento y un ritual que le son característicos, y que mantiene inalterados durante la secuencia de homicidios”, explicó Torre, autor de libros como Homicidios seriales e Investigación criminal de homicidios seriales, como Jack, el destripador, entre otros.
Esta circunstancia que describió Torre sobre las características de los asesinos seriales estaría presente con el sospechoso de San Nicolás, en las fotos que publicó en su perfil de Facebook en las que se mostró en una iglesia, como un ferviente católico.
Los posteos en la misma red social también expusieron el supuesto nivel de organización aplicada en un posible desvío de atención para alejar sospechas lo pudieran vincular con los asesinatos de su hija y de su hermano. “Hija, ya hoy un mes que te fuiste con tu tío, seguro estás descansando en los brazos de nuestro Señor...” escribió Grottini el 26 de agosto de 2021 . “Ya dos años que te fuiste, tu partida nos llenó de dolor, pero nos queda el consuelo de encontrarnos en el cielo”, publicó en Facebook al cumplirse dos años de la muerte de su hermano.
“A partir de los análisis de los perfiles de los distintos asesinos seriales que figuran en la base de datos del FBI, se ha efectuado una clasificación de los homicidios, dividiéndolos en dos categorías principales: organizados y desorganizados. Estas formas tienen correspondencia con patologías psíquicas puntuales y determinadas por los estudios efectuados a aquellos asesinos seriales que han sido aprehendidos; así, se ha concluido que preponderan dos identidades patológicas fundamentales. El homicida organizado, también reconocido como homicida perverso, se encuadra precisamente dentro de las personalidades psicopáticas como trastornos antisociales de la personalidad; también identificadas como perversas o desalmadas”, explicó Torre.
A partir del congreso que se realizó en San Antonio, Texas, sobre serial killers se fijaron algunas pautas para diferenciar a los asesinos seriales, a los múltiples y a los asesinos en masa. En el grupo de asesinos seriales figuran los que matan impulsados por una tendencia sexual; los que tienen un móvil ideológico, como los terroristas; los que matan eligiendo una determinada característica de las víctimas; los que asesinan para obtener una ganancia económica; los que matan por placer; los que matan como una demostración de poder y sometimientos sobre las víctimas, y los psicópatas. Con estos parámetros, Mateo Banks, sería parte de la categoría de asesino en masa.
El 19 de abril de 1922, Banks utilizó su rifle Winchester para irrumpir en las estancias La Buena Suerte y El trébol, en Azul, y asesinar a sus hermanos Dionisio, Miguel y María Ana; a su cuñada, Julia Dillon; a sus sobrinas, Sara y Cecilia, y a los peones Claudio Loiza y Juan Gaitán.
Durante el juicio oral que concluyó con la condena de Banks a prisión perpetua, se determinó que el acusado mató a sus familiares para quedarse con sus propiedades; en tanto que asesinó a los dos trabajadores para lograr su impunidad.
El último de los tres homicidios que le adjudicaron a Grottini ocurrió el 23 abril, justo a cien años y cuatro días los asesinatos cometidos por Banks, en Azul.
La masacre del odontólogo
Ricardo Barreda, igual que Banks fue un asesino en masa. El 15 de noviembre de 1992, en el petit hotel en el que vivía, en la calle 48 al 800, en La Plata, el odontólogo asesinó a su suegra, Elena Arreche; a su esposa, Gladys McDonald, y a sus hijas, Adriana y Cecilia Barreda.
“Todos se habían puesto en contra mío. Vivíamos en un clima de tensión y distanciamiento”, le dijo Luis Fernando Iribarren al juez de Instrucción de Mercedes Eduardo Costía, horas después de que la policía lo detuviera por matar a cuatro integrantes de su familia en el campo en el que vivían en San Andrés de Giles. Según le confesó al magistrado, luego de matar a su hermano Marcelo, se acercó al cadáver, le cerró los ojos, y le dijo: “Negro, por qué te hice esto, si yo te quería”.
La masacre ocurrió en 1986, pero fue descubierta ocho años después, cuando la policía encontró el cuerpo de Alcira, la tía del acusado. El cadáver estaba enterrado en el fondo de su casa. La autopsia determinó que, la mujer, de 63 años, fue asesinada de varios hachazos.
En otra de las categorías sobre asesinos múltiples que estableció el FBI figura la que agrupa a los “spree killer”. Uno de los casos más representativos de esta clase que figura en la historia criminal argentina tuvo como autor de la masacre a José Ramón Valdez, que el 26 de noviembre de 1995 mató a su hermana, a su cuñado y a sus dos sobrinas en la casa en la que vivían en Lavoissier 271, en Pablo Nogués.
Se define a un “spree killer” como al el “individuo que lleva a cabo un raid criminal con varios homicidios en distintos lugares y en una misma acción. Se trata, entonces, de aquel que por un elemento premeditado o precipitado, mata a una persona y luego no se detiene hasta terminar con todos los eventuales testigos”.
Durante el juicio que terminó con la condena a prisión perpetua contra Valdez, se determinó que su objetivo inicial era matar a su cuñado y después, asesinó a su hermana y a sus dos sobrinas.
En cambio Carlos Eduardo Robledo Puch es considerado en la categoría de asesino serial. Entre mayo de 1971 y enero de 1972, mató a once personas con las que no tenía vinculación.
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