ADN del crimen. La opción en el conurbano: “Tenés dos caminos, el cajón o la cárcel”
El submundo del delito bonaerense se recicla con la permanente irrupción de menores armados, que empiezan a los nueve años un camino de robos y muertes
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Hace una semana, en la localidad de Villa Constructora, del partido de La Matanza, cuando Daniela, la vecina que, segundos había sufrido el robo de su automóvil le gritaba al ladrón: “¿Este es el futuro que querés para vos? Tenés dos caminos, el cajón o la cárcel”.
El receptor de ese mensaje era el asaltante que miraba a la mujer y le decía: “Ahora va a venir a buscarme mi mamá”. El niño, de once años, había sido apresado instantes antes por los vecinos, luego que su padre lo abandonó para huir a bordo de la Volkswagen Suran que le sustrajeron al esposo de Daniela.
Antes que el pequeño abordara el móvil policial que lo llevaría hasta la comisaría, los efectivos revisaron la mochila del niño y hallaron una faca y una réplica de arma de fuego.
Dichos elementos habían sido utilizados pocas horas antes en dos asaltos que fueron cometidos por el padre que llevó a su hijo a robar para usarlo como pantalla y para que llevara las armas, debido a que de esa forma evitaría ser sometido a un proceso penal, en caso que lo detuvieran, porque es un menor no punible.
Después de forcejear con el esposo de Daniela el ladrón le pegó y se llevó la Volkswagen Suran. Ante los gritos del dueño del vehículo, los vecinos salieron a la vereda e intentaron detener al asaltante. Para evitar que lo apresaran el delincuente huyó y se llevó la camioneta.
Una cámara de seguridad instalada en la cuadra de Balbastro y Alcorta registró la escena y grabó el momento en el que un niño corría con una mochila, detrás de la camioneta. En principio, los vecinos creyeron que el pequeño había sido víctima de un robo, pero la esposa del dueño de la camioneta advirtió que acompañaba al ladrón.
Entonces, los vecinos alertaron al número de emergencias 911. Al mismo tiempo, detuvieron al menor. Mientras esperaba la llegada del móvil policial, Daniela, conmocionada y sorprendida le dijo al niño, de remera gris oscura y bermudas: “tenés dos caminos, el cajón o la cárcel”.
Los policías llevaron al pequeño a la comisaría de San Justo, situada frente a la sede de la Municipalidad de La Matanza.
Cuando el móvil en el que trasladaban al niño llegó a la seccional, los policías se comunicaron con el fiscal del fuero de Responsabilidad Penal Juvenil, Juan Pablo Volpicina y solicitaron instrucciones.
Una vez que se comprobó la edad del menor asaltante, la Justicia convocó a la madre del niño y se le notificó de la formación de una causa penal en su contra. Seis horas después, el pequeño fue entregado a su madre. De esta forma, el menor asaltante, volvió a la casa en la que vivía con su padre que lo había llevado a robar y que, en ese momento estaba prófugo por haber asaltado al dueño de la Volkswagen Suran.
Debido a que el niño tiene 11 años, no es punible para la ley argentina. Además, no se dictan medidas de seguridad para menores involucrados en delitos que tengan menos de 14 años, ante la imposibilidad de alojarlos en un centro de contención en el que no tengan contacto con detenidos más grandes.
El magistrado que dicte una medida de seguridad para un menor de 14 años por un robo podría ser denunciado por los organismos defensores de Derechos Humanos.
Además, el sistema no colabora, porque en la Municipalidad de La Matanza no existe un equipo interdisciplinario formado por asistentes sociales, psicólogos y lugares que permitan alejar al niño de su familia, integrada por un padre que lo lleva a robar y lo aleja de la escuela.
Escuela del delito
Existen antecedentes de casos en los que los padres llevaban a robar a sus hijos, menores de edad, para evitar, ante la eventualidad de que los detuvieran, pudieran ser condenados a penas graves.
Hace más de 21 años, César Millorini llevó a su hijo a robar en el bar La Villete, que estaba en la esquina de Juncal y Salguero, en Palermo.
Millorini se quedó afuera del bar mientras su hijo, de 17 años, y un cómplice Claudio Bonelli, entraron en el local. Pero los asaltantes no advirtieron que, entre los clientes, estaba un inspector de la Policía Federal que formaba parte de la custodia del, por entonces canciller, Carlos Ruckauf.
Adrián Falduto se identificó como integrante de la Policía Federal e impartió la voz de alto y mató a uno de los asaltantes. Pero no contaba que detrás suyo estaba el segundo ladrón que le disparó un balazo a quemarropa en la nuca. Luego de matar a Falduto el delincuente abordó un automóvil que estaba a pocos metros y huyó. La investigación encarada por la Policía Federal terminó con las detenciones de Millorini, de su hijo de 17 años y de su esposa, que se encargaba de reducir el botín de cada robo y de realizar tareas de inteligencia para cometer los asaltos. El trágico episodio ocurrió frente a la casa de la hija del canciller. Falduto esperaba en el bar a Ruckauf, que había concurrido a la zona para visitar a su hija.
Después del caso del asesino de Falduto hubo más episodios en los que los padres recurrían a sus hijos, menores de edad, para que salgan a robar debido a que eran no punibles para la ley. Esto ocurrió con “Turrón”, tal como se conoció a César Maximiliano Aguilera, quien cuando era adolescente asesinó durante un asalto al policía inspector de la Policía Federal, Ezequiel Martín Alifraco.
En febrero pasado, “Turrón” Aguilera fue asesinado de dos puntazos en el cuello tras una pelea con otros cuatro presos, en la cárcel de Urdampilleta, donde cumplía una condena de 13 años de prisión.
Si bien el homicidio que le adjudicaron a “Turrón”, ocurrió en 2015, en la actualidad, la situación con los menores usados por mayores para cometer delitos, se agravó.
Hogares en conflicto
“Lo que vemos es que, a partir de los nueve años, los chicos que tienen familias ligadas al delito o que viven en pasillos complicados con amigos que se dedican a robar, comienzan a recorrer un camino que los lleva a cometer hechos delictivos. Comienzan cada más chicos su relación con el delito”, expresó Diego Kravetz, secretario de Seguridad de Lanús.
La situación que describió el responsable de la seguridad en Lanús se replicaba, mucho antes, en La Matanza. Allí, en 2018, durante un operativo contra una banda de narcotraficantes en la zona de Puerta de Hierro, los policías bonaerenses encontraron a menores, de 9 a 11 años, que se desempeñaban como “soldaditos” de los vendedores de droga del barrio.
Además que bajó la edad en la que los menores se involucran con el delito, se incrementó la violencia debido a la facilidad con la que consiguen armas. Durante el último año se determinó que cuatro de cada diez menores que eran detenidos por cometer algún delito estaban armados.
“Cuando la policía detiene a esos chicos, la Justicia dispone que, por su edad, regresen a sus hogares. Entonces, los pasa a buscar algún familiar por la comisaría y los chicos vuelven al mismo barrio o la misma casa donde conviven con el delito, porque tienen un amigo ladrón o un familiar que es asaltante”, agregó Kravetz.
A principios de marzo, cuatro asaltantes fueron apresados durante un violento raid delictivo que comenzó en el barrio Zavaleta, en territorio porteño, y terminó en la zona de Villa Jardín, en Lanús.
Un operador del Centro de Monitoreo de Lanús, advirtió la presencia de un automóvil que había sido robado en el mencionado barrio porteño. Entonces, el operador alertó a los efectivos de la comisaría 7a., que comenzaron a perseguir a los ocupantes del Volkswagen Voyage gris.
Para huir, los asaltantes abrieron fuego contra los policías y tomaron a contramano por Warnes. Al llegar al cruce de Lomas Valentinas y Aristóbulo del Valle, el conductor del vehículo perdió el control y chocó contra un rodado que estaba estacionado. Allí se produjo el segundo enfrentamiento que terminó con uno de los cuatro sospechosos herido.
Cuando los policías revisaron a los asaltantes encontraron las armas de fuego con las que dispararon contra los uniformados que los perseguían.
“La realidad es que, si no se los saca del ámbito en el que se genera la situación de violencia, el conflicto se repite en el tiempo”, explicó el secretario de Seguridad de Lanús, al referirse sobre la necesidad de aplicar medidas urgentes para evitar que los menores regresen a un entorno hostil que los empuja al delito.
Según fuentes policiales, los adolescentes apresados por la persecución y tiroteo en Villa Jardín tenían 19, 17, 16 y 15 años. El menor, de 16 años, falleció a raíz del enfrentamiento con los policías.
“Existe una deuda de parte de la Justicia o de la política de decir que no todas las familias son buenas para esos chicos y se deben tomar decisiones que son más drásticas y difíciles para evitar que los menores que cometieron delitos varias veces, en ese círculo vicioso, regresen a un lugar en el que no lo van a contener”, concluyó Ktavetz.
A mediados de marzo, en la zona de Gerli, cuatro menores, de entre 17 y 16 años fueron apresados cuando asaltaban a un vecino, en la esquina de La Rioja y Perón. Dos días después, por disposición de la Justicia, fueron liberados y entregados a sus padres que viven en la villa Zabaleta.
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