ADN del crimen: la mafia china define a balazos su guerra interna
Las bandas recaudaron el año pasado más de US$ 20.000.000 con extorsiones a comerciantes
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Para la mafia china, la opción es: plata o balas. Al comerciante que no pague, le disparan. Primero, a las piernas. Después, a matar. Debido a la crisis económica provocada por la pandemia del virus Covid-19, la suma exigida en el primer mensaje extorsivo bajó de U$S 50.000 a U$S 30.000, por año. Pero, la violencia aplicada por los integrantes del grupo criminal, se incrementó, ante la necesidad de recaudar la mayor cantidad de dinero posible.
A pesar de la crisis por la caída de ventas durante la pandemia, los distintos grupos de la mafia china, a fuerza de miedo, balas y sangre, recaudaron más de U$S 20.000.000 en concepto de extorsiones a los supermercados del conurbano durante el último año.
Hace veinte años, con la llegada de los comerciantes y trabajadores chinos que instalaron locales, también llegaron organizaciones criminales que operaban en la provincia de Fujián, en el gigante asiático, una de las zonas más pobres de China, situada en la costa frente a Taiwán. En la actualidad, con la aparición en escena de una nueva banda que le disputó el territorio para las extorsiones al grupo Pixiu, la organización más importante de las tríadas de la mafia china que operan en la Argentina, comenzó una guerra que ya dejó los primeros cadáveres.
Según fuentes judiciales, la nueva banda entregó a los dueños de los supermercados chinos elegidos como víctimas, un cartel con la figura de un dragón que tiene una cadena que le rodea el cuello y que enfrenta a un guerrero. Antes, los comerciantes recibieron una esquela con una advertencia: “preparen US$50.000 en tres días. Busquen a alguien para solucionar este tema o comerán balas”. El cartel con el dragón es utilizado como un certificado de cobertura que el dueño del supermercado chino puede colocar en un sector del comercio donde sea visible, para demostrar que pagó por protección a la banda del dragón.
A los homicidios y ataques de la mafia china que, en los últimos diez años, causaron más de 68 asesinatos, se sumó, en los últimos meses, el hallazgo este nuevo símbolo que confirmó la aparición en escena de otro grupo extorsionador y marcó el inició de la guerra entre la banda del dragón y Pixiu, la mayor de todas las organizaciones que forman parte de la mafia china que opera en la Argentina.
El cartel con la figura del dragón fue encontrado en un supermercado chino de la zona oeste del conurbano. Dicho cartel fue entregado por la organización criminal luego que el dueño pagó la primer cuota, de U$S 10.000, de un total de U$S 50.000 que exigieron los extorsionadores para no atacarlos.
Cuando la mafia china comenzó a operar en nuestro país, los propietarios de los supermercados que pagaron la cuota exigida pintaban en el frente del local la figura o el símbolo de la tríada que indicaba que contaban con la protección del grupo y que ninguna otra banda podía cobrar en ese negocio .En la actualidad, esa práctica fue reemplazada, de forma gradual, por el cartel expuesto en un lugar visible del local o al alcance del encargado.
Una de las primeras víctimas de esa guerra entre bandas de la mafia china fue Yu Jun Zheng. El cadáver fue hallado hace un año y medio a orillas de un arroyo que desemboca en el río Matanza, a 400 metros del destacamento policial Cuatro Bocas. El cuerpo estaba en una valija azul. Había sido envuelto con una bolsa de residuos negra, que dejó al descubierto la cabeza.
Debido al tiempo que pasó en el agua, los peritos en dactiloscopia tuvieron que trabajar durante más de cuatro días para poder identificar el cadáver. Según fuentes de la investigación, las improntas dactilares figuraban en la base de datos de la Justicia, debido a que tenía antecedentes por extorsión y había estado preso, involucrado en una causa penal por ese delito .Además, de las huellas dactilares, los detectives de la División Antifraude de la Policía Federal identificaron el cuerpo por los tres tatuajes de dragones. Esas figuras aparecen en las fotos del acusado incorporadas en el expediente por extorsión que se instruyó en el juzgado N° 36.
Los investigadores policiales y judiciales sospechan que Zheng era cobrador de la facción de la mafia china conocida como Pixiu y que lo mataron porque se quedó con dinero.
Al revisar su teléfono, los detectives hallaron llamadas con Lliang Zhijie, de 26 años. Zheng era investigado en, al menos 62 de los 110 expedientes por denuncias de amenazas y extorsiones de los dueños de supermercados chinos de Ituzaingó, Hurlingham, Merlo y Castelar. En tanto que Lliang figura en dos de esos sumarios.
Zheng había sido detenido en enero de 2018 y procesado en la causa N° 2251 por extorsión. Tanto Zheng como Lliang fueron apresados cuando concurrieron al shopping Abasto a cobrar parte de los U$S 50.000 que le exigieron a la dueña del supermercado instalado en Saráchaga 5511, en Villa Luro.
Ni Zheng ni Lliang entregaban las cartas en las que la banda reclamaba el pago de dinero. No eran mensajeros, Se desempeñaban como cobradores y aplicaban violencia casi al punto de que les provocaba placer causar sufrimiento a sus víctimas. Pero los colaboradores de A Di, jefe de la banda Pixiu, advirtieron que Zheng y Lliang se quedaron con dinero de las cobranzas y comenzaron a extorsionar por su cuenta, presumiblemente con el cartel del dragón. Entonces, desde la cárcel, A Di habría ordenado el asesinato de Zheng, con un doble objetivo, recuperar el dinero y para mandar un mensaje a los que desafiaran su liderazgo.
Algunos investigadores que conocen el entramado de la mafia china afirman que A Di no es el líder de la facción Pixiu, sino que el jefe sería el dueño de una cadena de supermercados instalados, especialmente, en la zona Oeste del Gran Buenos Aires.
.Una de las principales dificultades que encontraron los responsables de investigar las diferentes denuncias por extorsión, los ataques y los homicidios estuvo en la falta de traductores. El idioma que se habla en la provincia de china de Fujián es distinto al chino mandarín. A partir de una sucesión de homicidios ocurrida durante 2010, el gobierno chino envió a un grupo de policías que se instalaron en la delegación diplomática en Buenos Aires, para colaborar con los funcionarios argentinos. Pero, el policía chino, conocido como “Martín”, quien más investigó a los grupos mafiosos que operaban en la Argentina, tuvo que regresar a su país. Desde que “Martín” partió rumbo a China, el intercambio de información entre los detectives del gigante asiático instalados en la embajada y los funcionarios argentinos, disminuyó notablemente.
En algunas oportunidades los investigadores intentaron reemplazar la ausencia de “Martín” y la falta de traductores con la convocatoria de algunos dueños de supermercados chinos. Pero esta práctica se terminó cuando uno de los funcionarios judiciales argentinos advirtió que el jefe de una de las bandas tenía una cadena de locales y vivía cerca de uno de los lugares donde se pagaron las extorsiones.
Zheng y Lliang constituyen excepciones de una realidad en la que las bandas de la mafia china recurren a mano de obra local para concretar los ataques. Entre los reclutadores de sicarios figuran integrantes de la barra brava de Boca Juniors. En mayo pasado, la Justicia apresó a Daniel Laluz Ferreiro, alias “El Primo” e hijo del fallecido Richard William Laluz Fernández, conocido como “El Uruguayo” y exlíder del grupo radicalizado de la hinchada xeneize. Laluz Ferreiro y su cómplice, que habría sido identificado por los investigadores como Marcio Sosa García, de 27 años, habrían sido los instigadores de una serie de ataques contra los propietarios de supermercados chinos de San Fernando.
Ambos sospechosos habrían reclutado a los tiradores, por cuenta y orden de un grupo de la mafia china.
Otro caso de un supuesto barrabrava vinculado con la mafia china fue el de Jorge Alberto Karmazín, también conocido como “Karma” . En julio de 2019, el presunto jefe de la barra brava de Tristán Suárez, fue acusado de reclutar al tirador que atacó a balazos a la empleada de un supermercado chino, en Quilmes.
A partir de la evolución tecnológica, los sicarios contaron con la posibilidad de poder grabar las agresiones, para entregar una prueba a aquellos que los contrataron que la advertencia se consumó. Este fue el caso del ataque ocurrido el 10 de marzo pasado contra el supermercado situado en Mburucuyá al 1200 en la localidad de Gervasio Pavón, en Morón. Las cámaras de seguridad instaladas en el local registraron el momento en el que el sicario entró con un celular en la mano y con el arma en la otra y disparó dos balazos contra la cajera.
Según fuentes de la investigación, no se descartaba la posibilidad de que el agresor hubiera transmitido en vivo el ataque. La joven cajera, de 26 años, sufrió heridas leves en una pierna y se negó a ampliar su declaración testimonial. Dominada por el miedo prefirió pagar antes que identificar a los autores de la extorsión.
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