ADN del crimen: el robo del siglo solo dejó un camino de víctimas inocentes
Lejos de la ficción, el asalto en la sucursal Acassuso del por entonces Banco Río provocó daños irreparables en rehenes y dueños de cajas de seguridad
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Mucho se habló de los asaltantes que el 13 de enero de 2006 protagonizaron el cinematográfico golpe contra la sucursal Acassuso del entonces banco Río. Se hizo una película a partir de un libro confeccionado con los testimonios de algunos de los ladrones. Sin embargo, nada se dijo de los dueños de las 145 cajas de seguridad saqueadas ni del destino de los nunca recuperados US$ 17.000.000 de los US$ 19.000.000 que los delincuentes robaron. Actualmente, ninguno de los cinco asaltantes condenados está preso.
Desde Uruguay, donde Mario Vitette Sellanes vive después de haber sido expulsado de la Argentina al haber cumplido la mitad de la pena que recibió por el llamado robo del siglo y por otros asaltos; compone canciones, aparece en videos de grupos musicales e instaló una joyería.
Durante los más de 16 años que pasaron desde el asalto contra la entidad situada en la esquina de Avenida del Libertador y Perú, en el que irrumpió vestido con un traje gris y encabezó la toma de rehenes y la negociación con un oficial del grupo Halcón de la policía bonaerense, Vitette, alias Uruguayo o Marito, se colgó la cucarda de haber sido el cerebro del cinematográfico golpe que se burló de los uniformados que rodearon el banco, de la Justicia y de los dueños de las 145 cajas de seguridad saqueadas.
Pero, Vitette, en realidad, lejos estuvo de haber sido la mente criminal que planificó el asalto. El verdadero cerebro del robo de película fue un exconvicto que se recibió de abogado en la cárcel. A pesar que su figura retacona, con cabellos canosos prolijamente peinados y vestido con una chomba rosa, fue grabada por las cámaras de seguridad en el momento en el que se concretaba el asalto, nunca pisó una comisaría en relación con la investigación del millonario golpe. En cambio, el resto de sus compañeros, estuvieron detenidos varios años y cumplieron condenas.
A pesar que su rostro apareció en las grabaciones de las cámaras de seguridad, El Enano, tal como lo conocen en el ambiente delictivo, nunca fue procesado ni detenido por el cinematográfico asalto. Su identidad se mantiene en reserva, debido a que un juez de Garantías de San Isidro, ni siquiera lo citó a indagatoria y rechazó los reiterados pedidos de capturas presentados por los fiscales quienes estaban convencidos de su responsabilidad en el asalto.
Vitette nunca se arrepintió. No tuvo en cuenta que junto a sus cómplices robó joyas y dinero que pertenecían a personas que habían vendido sus departamentos y que guardaban el dinero para completar la operación con la compra del inmueble al que se mudarían. Tampoco consideró que entre las víctimas del saqueo había un hombre que guardaba dinero en su caja de seguridad para costearse en el exterior el tratamiento contra el cáncer.
Otra damnificada relató que parte de lo que le habían robado era de su hijo, y una mujer, durante el juicio oral, rompió en llanto al recordar, con tristeza, que no volvería a ver joyas que tenían para ella un profundo valor sentimental.
“No puedo tampoco dejar de mencionar que la testigo Silvana Miriam Lacampagne relacionó de manera directa el fallecimiento de su padre, jubilado, como consecuencia del disgusto ocasionado por el saqueo a la caja de seguridad donde guardaba sus bienes”, recordó en los fundamentos de la sentencia, el juez Alberto Ortolani, quien integró el Tribunal Oral N° 1, de San Isidro junto con María Elena Márquez y Gonzalo Aquino.
Las condenas
En mayo de 2010, luego de un juicio oral, los tres magistrados condenaron a Rubén Alberto De la Torre, Julián Zalloechavarría, Sebastián García Bolster y Fernando Araujo, a penas de entre 14 y 9 años de prisión por considerarlos responsables de robo agravado por el uso de armas, cometido en poblado y en banda.
Aunque Vitette Sellanes intente quitarle el matiz violento al asalto con sus declaraciones desde Uruguay, el robo contra la sucursal del ex Banco Río de Acassuso fue un hecho delictivo grave. Tres meses después, en agosto de 2010, en un juicio abreviado, Marito fue condenado a la pena única de 21 años y medio de prisión.
Sin embargo, por una alquimia judicial, el monto de la pena quedó licuado y en enero de 2012, Vitette Sellanes fue beneficiado con la denominada ley de extrañamiento que permite a los condenados extranjeros ser expulsados de la Argentina cuando cumplen la mitad de la sentencia, con la prohibición de regresar a nuestro país.
Las leyes argentinas favorecieron a Vitette Sellanes, quien tenía sobre sus espaldas un importante prontuario. Había sido detenido en 1999 por un robo cometido con la modalidad “hombre araña”, luego fue beneficiado con una prisión preventiva morigerada.
En 2006, fue detenido nuevamente por el robo del siglo. A pesar de los antecedentes, la Justicia le otorgó nuevamente la posibilidad de cumplir la prisión preventiva fuera de la cárcel. Pero, en 2009, volvió a prisión cuando una patrulla de la comisaría 19a. de la Policía Federal lo detuvo en el momento que saltaba de un balcón, luego de asaltar tres departamentos en el edificio de Figueroa Alcorta y Tagle.
Tres meses después que condenaron a sus cómplices, el Uruguayo se sometió a un juicio abreviado en el que admitió su responsabilidad en el robo del siglo. Al mismo tiempo, componía una canción “Muy pronto estaré de juerga”. Así ocurrió. Un año y medio después fue expulsado de la Argentina y cuando pisó tierra uruguaya, quedó en libertad.
“Cada uno de los titulares de las cajas de seguridad robadas nos hizo partícipes de sus pérdidas, en algunos casos sueños rotos, en otros esperanzas perdidas de un retiro laboral decoroso y también, más allá de la pérdida económica, de sentimientos de desolación ante la desaparición de joyas de familia de cuarta generación, con la carga emotiva que conlleva la certeza de saber que son únicas e insustituibles. También fuimos testigos de que aún hoy a más de cuatro años del hecho, algunos rehenes no se encuentran totalmente recuperados de lo padecido en dicha oportunidad. Otros debieron realizar terapia para atravesar la crisis producto de su experiencia”, expresó el juez Ortolani, en la sentencia de 145 páginas.
Al declarar en el juicio Ramiro, esposo de María Virginia, recordó que le apoyaron “la culata de un arma”. Al mismo tiempo observó que se trataba de una persona que llevaba como una peluca marrón, “parecía como Figuretti, que estaba de moda en ese entonces y vestía algo blanco, como de médico. Cuando me di vuelta me ordenaron que me tire al suelo”.
Rodrigo fue sorprendido cuando estaba en el banco. Había acompañado a su esposa a realizar una operación. Le robaron US$ 50.000, una cantidad no determinada de euros y joyas, que logró recuperar, en parte, cuatro meses después del asalto.
En enero de 2006, Ofelia estaba de vacaciones cuando se enteró del robo en el banco donde tenía dos cajas de seguridad. Tuvo que viajar de urgencia a Buenos Aires.
“Lo que pude recuperar fue mínimo, debido que las cosas de valor no aparecieron nunca. Algunas de las joyas me reintegraron forman parte del lote que los delincuentes abandonaron en el recinto de las cajas de seguridad y dejaron tiradas”, expresó la damnificada.
A Ofelia, le robaron US$ 800.000 dólares en joyas y efectivo.
“Se impone como agravante la extensión del daño causado, económico, físico y psíquico. En este sentido, figura en el expediente el arqueo final realizado dando cuenta de la lesión patrimonial causada al por entonces Banco Río, arribándose al monto total aproximado de US$ 19.000.000 en dinero y joyas discriminándose aquel monto por el que fuera damnificado, con más los reclamos y pérdidas acreditadas de los clientes de la entidad bancaria.
Sin perjuicio de los posteriores reintegros por parte de la entidad a sus clientes y los pagos de la compañía aseguradora, lo cierto es que alguien ha asumido lo efectivamente perdido. Perdieron el banco, los clientes y la aseguradora”, sostuvo el magistrado en la sentencia, al explicar el agravante de la pena.
El plan de fuga
En enero de 2006, antes de escapar con semejante cantidad de dinero, los asaltantes simularon una toma de rehenes que incluyó pedidos de comida y negociaciones con efectivos del Grupo Halcón de la fuerza de seguridad bonaerense. Cinco horas después de entrar en el banco, los asaltantes huyeron de la entidad por un túnel que comenzaba con un boquete en el sótano de la sucursal y que terminaba en le desagüe pluvial que pasaba debajo de la calle Perú.
Así, los asaltantes burlaron a los 200 efectivos de la policía bonaerense que rodeaban el banco. En el mencionado boquete, los asaltantes dejaron una nota con la siguiente leyenda: “En barrio de ricachones, sin armas y rencores, es solo dinero y no amores.”
Más de 16 años después, otro grupo de asaltantes hizo un túnel para pasar debajo de los dos cercos perimetrales del barrio cerrado Hacoaj, en Rincón de Milberg. Los delincuentes asaltaron a una familia y huyeron por el mismo túnel. Antes de escapar dejaron un texto con la misma leyenda que los ladrones del exbanco Río de Acasusso. Luego de una persecución, la policía apresó a uno de los integrantes de la banda que, como hicieron los ladrones del exbanco Río, intentaron burlarse de las víctimas con una nota.
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