ADN del crimen. El “rey de los cuentos del tío” recaudó US$ 600.000 en diez días
Cuando la policía irrumpió en su departamento, Marcelo Kalmykoff intentó escaparse por la terraza. Al ser indagado dijo que no había intentado huir, porque no tenía nada que ocultar, sino que confundió con ladrones a los efectivos de la Policía de la Ciudad. Kalmykoff sabía que los hombres que lo buscaban eran policías. De haber sido asaltantes no hubiera escapado dejando a su esposa y a su hija en su casa, a merced de los supuestos delincuentes.
En ese momento, a Kalmykoff se le terminaron las mentiras. Considerado un experto en engañar mediante cuentos del tío a personas mayores que viven solas, fue procesado por integrar un banda que, entre el 10 y 20 de mayo, se apoderó de más de U$S 600.000 mediante esta modalidad delictiva.
Dicho monto está compuesto por US$ 487.100, 12.000 euros, $ 515.000, joyas y monedas mexicanas de oro robadas a las víctimas que fueron engañadas con tres métodos distintos.
Kalmykoff fue procesado, con prisión preventiva, acusado de estafar a ocho jubiladas, de entre 67 y 92 años, y a un hombre, de 78, que viven en Palermo y Recoleta, en un área delimitada por Marcelo T. de Alvear, Maure, Niceto Vega y Figueroa Alcorta.
Esta clase de delito tuvo notoriedad durante la última semana porque una jubilada, de 83 años, que vive en Belgrano, fue víctima de banda que se dedica a estafar mediante el cuento del tío. La mujer entregó 60.000 dólares y $ 100.000 a un hombre que se hizo pasar por amigo de su hija.
Hasta el momento, la Justicia logró comprobar que, en diez días, Kalmykoff cometió 16 estafas con la modalidad del cuento del tío.
De los 16 hechos por los que fue procesado, en nueve casos las víctimas entregaron importantes sumas de dinero, mientras que los siete restantes también fueron incluidos en la resolución en la que se le dictó la prisión preventiva, pero quedaron como intentos de estafa, debido a que las víctimas advirtieron el engaño y no cayeron en la trampa urdida por Kalmykoff y sus cómplices.
Tan importante resultó el perjuicio económico causado por Kalmykoff contra las jubiladas, que el juez de Instrucción Alberto Baños, al resolver el procesamiento del acusado por los 16 hechos, le impuso un embargo de $ 131.000.000.
Según establecieron los investigadores, a cargo del fiscal de Instrucción Marcelo Roma, la banda aplicaba tres formas de engaño. Uno de los métodos usados consistía en secuestros virtuales, en los que armaban una puesta en escena en la que un familiar de la persona que recibía el llamado había sufrido un accidente o amenazaban con cortarle los dedos.
El segundo ardid utilizado consistía en que los delincuentes, mediante alteradores de voces, llamaban a las víctimas, se hacían pasar por sus hijos y les pedían que tomaran los dólares que tenían guardados porque el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos los sacaría de circulación y era imprescindible cambiar los billetes para que no perdieran su valor.
El engaño seguía con que la víctima debía entregarle esos billetes a un empleado del banco que los pasaría a retirar por su casa. Como parte de la maniobra, los sospechosos insistían con el hecho de que la dueña del dinero estaba en riesgo de vida si se contagiaba el virus Covid - 19 y que, por tal motivo, el banco ofrecía un servicio de atención a domicilio. Así, la víctima entregaba los billetes al falso empleado.
Esta modalidad tenía una variante. Hubo dos casos en los que los delincuentes, en lugar de sugerir que la víctima entregara el dinero a un falso empleado del banco, decían que un representante de la entidad los pasaría a buscar por su casa en un automóvil de determinadas características.
Cuando el jubilado abordaba el vehículo y luego de recorrer dos cuadras, el conductor detenía la marcha, se subían dos cómplices que, a punta de pistola, exigían a la víctima que entregara el dinero.
Esto fue lo que ocurrió a un hombre de 78 años, quien el 20 de mayo recibió un llamado en su casa de Juncal al 2700. Del otro lado de la línea, una persona que se hizo pasar por su hijo le dijo que pasarían a buscarlo en un automóvil blanco para ir a cambiar los dólares porque caducaban. El jubilado guardó 21.000 dólares en una bolsa, salió a la calle y abordó un Volkswagen Gol blanco, convencido que lo llevaban al banco.
Luego de recorrer doscientos metros, se subieron al automóvil otras dos personas y le exigieron el dinero. Después de mantenerlo cautivo unos minutos, lo abandonaron en la calle y huyeron con los dólares.
El 30 de mayo pasado, al revisar el departamento, situado en Juan B. Justo al 3900, los policías secuestraron ocho teléfonos celulares, intercomunicadores, títulos de propiedad y llaves de cinco automóviles.
Dos días antes, Kalmykoff fue demorado por la policía cuando viajaba en el asiento del acompañante de un Toyota Corolla blanco, debido a que no tenía el permiso para circular. Al revisar el vehículo, los efectivos hallaron 14 alhajas y monedas de oro escondidas debajo de una de las alfombras.
Cuando el fiscal recibió la información sobre el incidente con el Toyota Corolla advirtió que se trataba del mismo vehículo que, el 15 de mayo pasado, usaron los autores del secuestro virtual contra una mujer, de 70 años, que vive, en Migueletes al 900. Una testigo manifestó que el delincuente que se llevó la bolsa con U$S 82.000 que dejó la víctima en un cantero, a pocos metros de la puerta de ese edificio, había subido a un automóvil blanco del que alcanzó a ver algunos números de la patente, "199 W".
El dominio de dicho vehículo fue grabado, en varias oportunidades, entre las 16.30 y las 17.30, por el arco lector de patentes instalado en avenida del Libertador y Ortega y Gasset, a la vuelta de la casa de la víctima. Al revisar la información grabada por la lectora de patentes, los investigadores determinaron que el dominio "199 W" correspondía a un Toyota Corolla blanco.
Minutos antes de las 17, Cristina, recibió una llamada telefónica en la que le dijeron que su hija estaba secuestrada y que si no entregaba el dinero que tenía en su casa le cortarían dos dedos. La mujer, cuya identidad se mantendrá en reserva al igual que los nombres de los otros damnificados, cayó en la trampa pergeñada por Kalmykoff y sus cómplices y dejó el dinero en la vereda.
A partir de la reconstrucción del raid delictivo realizada por los investigadores, se habría determinado que ese mismo día, pero unas horas antes, el acusado y el resto de la banda se apoderaron de U$S 140.000 que les entregó una mujer de 67 años.
En este caso, según relató el hijo de la víctima, su madre recibió el llamado de una mujer, que se hizo pasar por una prima, quien le dijo que se produciría una devaluación y que, para evitar perder el dinero, debía entregarle los dólares a un empleado del banco que pasaría a retirarlos para cambiarlos.
Según los testigos, el sospechoso que fue al edificio de Marcelo T. de Alvear al 1600 recibió el dinero y abordó un Reanult Clío negro.
Debido a que durante el allanamiento en el departamento de Kalmykoff, los policías encontraron los títulos de propiedad y las llaves de cinco automóviles, abonaron la presunción de que los integrantes de la banda utilizaron varios vehículos para dificultar que los siguieran con las cámaras de seguridad.
El mencionado Toyota Corolla blanco también figuraba en la base de datos de vehículos judicializados debido a que al propietario le labraron un acta por circular durante la cuarentena sin la autorización que justificara que se desempeñaba en alguna de las actividades esenciales.
El conductor de ese vehículo fue identificado como Franco Papadopoulus. Entre las 14 joyas secuestradas debajo de una alfombra de goma de su automóvil, figuraba una de las monedas de oro que una víctima entregó como rescate de un secuestro virtual.
Según los testigos que declararon en el expediente por el hecho ocurrido el 19 de mayo pasado en Fitz Roy al 1400, el ladrón que tomó la bolsa con U$S 44.000, 12.000 euros y tres monedas mexicanas de oro, huyó a bordo de un automóvil negro. Ocho días después, una de esas monedas fue hallada en el Toyota blanco.
Kalmykoff nunca pudo explicar cómo era su vínculo con Papadopoulus ni qué hacía en un automóvil que, según los testigos y las pruebas aparecía en cuatro de las estafas contra jubiladas que viven solas y que fueron víctimas de cuentos del tío.