ADN del crimen: El “Monstruo de Amstetten” tuvo un brutal imitador en Cañuelas
Ubaldo Reynoso fue condenado a 40 años de cárcel por abusar durante 12 años de la hija de su pareja; un violador con un perfil similar a Josef Fritzl
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Durante doce años, Ubaldo Miguel Reynoso, abusó en reiteradas oportunidades de su hijastra. A raíz de las violaciones, la joven tuvo tres hijos, de 17, 12 y 6 años. El agresor, esperaba que su pareja dejara la casa para ir a trabajar, cortaba la luz y se encerraba en la única habitación de la vivienda para violar a la niña. Cuando el agresor concretó el primer ataque, la víctima tenía 13 años.
Hace ocho días, Reynoso, también conocido como el “Monstruo de Cañuelas”, fue condenado a 40 años de prisión por tres casos de “abuso sexual agravado contra una menor, que no estaba en condiciones de consentir libremente la acción, por la situación de convivencia”.
Debido a la situación de vunerabilidad de la víctima, su identidad y la de sus familiares directos se mantendrán en reserva.
Las únicas diferencias entre Reynoso y Josef Fritzl, el “Monstruo de Amstetten”, fueron que la víctima del agresor argentino era la hija que su pareja tuvo en su primer matrimonio y la cantidad de niños que nacieron como producto de esas violaciones.
El abusador austríaco tuvo nueve hijos-nietos con la víctima, mientras que el “Monstruo de Cañuelas” fue padre de tres pequeños. Ambos aplicaron violencia física y psicológica sobre sus víctimas a las que tuvieron secuestradas entre 12 y 14 años, sin que el Estado o los vecinos intervinieran.
Reynoso había sido detenido en noviembre de 2017, cuando un vecino que pasaba frente a la casa situada en El Ceibo 453, de Cañuelas, escuchó gritos de auxilio y alertó al número de emergencias 911, Cuando los policías llegaron a la vivienda, con la ayuda de uno de los hermanos de la víctima, rompieron la puerta, ingresaron en la casa y rescataron a la joven que, por entonces, tenía 24 años.
Una hora después del allanamiento, Marcela, la madre de la víctima y pareja del agresor, llegó a la casa y denunció a Reynoso por haber secuestrado a su hija para violarla. Fue la última vez que vieron a Marcela en el barrio.
Más tarde, Reynoso, que ese día había dejado la casa para hacer una changa, regresó a la vivienda y fue detenido. La hermana de la víctima se hizo cargo de la joven abusada y de las dos niñas y el pequeño que nacieron como fruto de las violaciones.
“Reynoso es un monstruo. Nunca, en casi treinta años de profesión ví algo así”, expresó el abogado penalista Julio Torrada, apoderado de la hermana de la víctima, que presenció el juicio oral que terminó con la condena a 40 años de prisión contra el abusador.
Durante tres jornadas, los jueces Carolina Crispiani, Emir Caputo Tártara y Juan Carlos Estrada, que integran el Tribunal Oral N° 4, de La Plata, escucharon a más de veinte testigos, entre psiquiatras, policías, vecinos y hermanos de la víctima que describieron el cautiverio al que Reynoso sometió a la víctima y la violó.
“Está todo dicho. Reconozco todo”, expresó Reynoso cuando los magistrados le concedieron la oportunidad de expresar sus últimas palabras antes de que el tribunal dictara la sentencia.
Tanto fue el terror que provocaba entre sus hijos y vecinos, que cuando estos testigos tuvieron que declarar en el tribunal, pidieron que Reynoso fuera retirado de la sala de audiencias.
“Todo el barrio se preguntaba de donde salían los chicos... La gente comentaba que los chicos salían de ahí… Reynoso estaba ahí, no había más nadie”, dijo una vecina de la víctima que vivía frente a la casa del horror, en Cañuelas.
Antes de instalarse en Cañuelas, Reynoso, la víctima y su madre vivieron en la casa situada en Santiago del Estero 487, en Ezeiza. Allí, en 2005, ocurrió el primer ataque. A partir de la reconstrucción histórica realizada por los investigadores judiciales se determinó que “aprovechándose de la situación de convivencia preexistente y, de la imposibilidad por parte de la víctima de consentir libremente su acción dado su total incapacidad de comprensión, por tener retraso mental de tipo moderado, patología esta, crónica e irreversible -lo cual subsiste a la fecha- abusó sexualmente de la menor, que por entonces tenía 13 años”.
Como resultado de la violación, en diciembre de ese año, nació una niña. La primera de las hijas de la menor.
A raíz del nacimiento de la niña, la pareja del agresor y madre de la menor abusada, radicó una denuncia en la comisaría de Ezeiza. Así, el 15 de marzo de 2006, se inició el expediente N° 66670. Pero, la investigación nunca avanzó. La denunciante fue llamada a ratificar la acusación, pero no lo hizo.
Reynoso y Marcela, la madre de la niña abusada, se habían conocido en 2005. Al poco tiempo que Reynoso se instaló en su casa, comenzaron los abusos contra la pequeña, hija de una relación anterior de Marcela.
En 2006, la familia compuesta por Reynoso, Marcela y la niña abusada se trasladó a Cañuelas y levantó una precaria vivienda en el terreno situado en El Ceibo 453. Allí, Reynoso y Marcela tuvieron dos hijos, que se convirtieron en hermanos por parte de madre de la menor que había sido abusada.
Durante los años siguientes, Reynoso siguió con los abusos contra la hija de su pareja, pero no violó a sus hijos biológicos. Ambos, crecieron y advirtieron la situación de agresión sexual contra su media hermana y se convirtieron en los principales testigos contra su padre en el juicio oral.
“Estoy acá por lo que hizo mi viejo, abusó de mi hermana, una chica discapacitada. Ahora, ella tiene treinta años, nos llevamos meses. Tiene un retraso y no puede ver”, dijo el hermano de la víctima, durante el debate.
Los otros dos ataques por los que fue condenado Reynoso ocurrieron en diciembre de 2010 y septiembre de 2016. Luego de ambas violaciones, nacieron, el 15 de julio de 2011 y el 21 de abril de 2017, un niño y una niña, que se convirtieron en el segundo y tercer hijos de la mujer abusada y de su padrastro.
Aunque los abusos de Reynoso sobre la hija de su pareja fueron constantes, la Justicia tuvo en cuenta los tres hechos que derivaron en los nacimientos de los tres niños, debido a que los estudios de ADN realizados en los menores confirmaron que Reynoso era el padre.
La culpabilidad del “Monstruo de Cañuelas” se completó con el hecho de que debido al retraso madurativo que sufría la víctima, no estaba en condiciones de comprender o prestar su consentimiento cuando era mayor de edad.
Con el estudio de ADN sobre la hija mayor de la víctima, el tribunal consideró que se había probado el abuso sexual que sufrió cuando tenía 13 años. Los otros ataques ocurrieron cuando ella tenía 19 y 24 años, respectivamente.
Al dictar la sentencia, los integrantes del tribunal rechazaron el planteo de la defensora oficial de Reynoso, que había solicitado la prescripción de la imputación.
“En el momento del hecho, febrero de 2005, ya existía la obligación del Estado Nacional de garantizar el derecho de acceso a la justicia de la niña víctima, es decir, que debía, por imperio constitucional, encontrarse amparada por una tutela judicial efectiva, que tuviera en cuenta su interés superior, al contar con tan sólo 13 años de edad. En este caso, se acreditaron en debate, circunstancias excepcionales que imposibilitaron el acceso de la víctima a una tutela judicial eficiente, en especial, su incapacidad desde temprana edad, debido a que padece un retraso mental grave”, expresaron los magistrados, al rechazar el pedido de prescripción.
En el juicio, los testigos describieron la situación de privación ilegal de la libertad y cautiverio al que Reynoso sometió a la víctima, a su pareja y a los niños.
“Yo venía de trabajar, y después de trabajar a la tarde pasaba a verlos, y siempre los encontraba encerrados en la pieza, con la puerta cerrada, con llave. Yo llegaba, entraba, no había nadie, golpeaba, y decía mi mamá ‘¿quién es?’ Yo respondía…Y mi mamá decía que estaban en la pieza, porque papá los había dejado encerrados”, expresó el hermano menor de la víctima.
Si bien el proceso terminó con una condena contra Reynoso a 40 años de cárcel, en diciembre pasado se registró un hecho que alteró la frágil tranquilad de la víctima, que desde 2017 vive con su hermana, quien también se hizo cargo de los tres niños.
“La fiscalía y la defensora de Reynoso habían llegado un acuerdo para que se concretara un juicio abreviado y que el abusador recibiera una condena a quince años de prisión. Esta circunstancia hubiera posibilitado que el acusado recuperara la libertad en 2028, debido a lleva detenido cinco años y al cumplir los dos tercios de la pena podría haber sido beneficiado con la libertad condicional. En ese momento, la hermana de la víctima me designó su apoderado, se revirtió esa situación y se pudo concretar el juicio oral”, recordó el abogado Torrada.
Desde 2017, la víctima, sus hijos y su hermana comenzaron una nueva vida, en un lugar del conurbano que solo ellas conocen, para que el “Monstruo de Cañuelas” no las pueda encontrar.
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