ADN del crimen: el momento en que la Argentina fue una sucursal de Sinaloa
Sebastián Forza se había convertido en uno de los principales aportantes del FPV, pero todo salió mal cuando intentó meterse en el negocio de la metanfetaminas
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Hubo un tiempo no muy lejano en que la Argentina fue el principal proveedor de efedrina para que los carteles mexicanos de narcotraficantes pudieran elaborar metanfetaminas y otras drogas sintéticas. El contrabando millonario de ese precursor químico provocó ajustes de cuentas entre grupos argentinos que pelearon por formar parte de esa actividad ilegal, que ningún organismo del Poder Ejecutivo Nacional controlaba.
Según cifras oficiales, entre 1999 y 2010 se importaron 55.395 kilogramos de efedrina, cuando la industria farmacéutica de nuestro país consumía no más cien kilogramos por año para la elaboración de antigripales y descongestivos. Cada comprimido de esos medicamentos lleva una microdosis de efedrina, por lo tanto, la cantidad requerida por los laboratorios era muy inferior a la que se importaba.
Durante la investigación del triple homicidio ocurrido en General Rodríguez, la Justicia determinó que de esos 55.395 kilogramos al menos 40.000 kilogramos de efedrina fueron derivados a los grupos de narcotraficantes, especialmente al cartel de Sinaloa.
Debido a las restricciones impuestas en México para la adquisición de efedrina, los narcos encontraron en la Argentina un lugar donde la falta de controles les permitió adquirir sin problemas este insumo esencial para la producción de la droga sintética que traficaban a los Estados Unidos.
Según datos de la Aduana, la importación de efedrina creció de 2900 kilogramos en 2004 a 4225 kilos en 2005; 9900 en 2006; 19.150 en 2007, y 12.665 kilos, en 2008, año del allanamiento en Maschwitz,.
Sebastián Forza, torturado y asesinado de ocho balazos, en 2008, fue una de las víctimas de la masacre ocurrida en General Rodríguez. En este caso, la Justicia determinó que el móvil del homicidio fue el hecho de que Forza intentó convertirse en proveedor de los carteles mexicanos. Pero, sus competidores, más poderosos y protegidos por algunos integrantes de las fuerzas
de seguridad, lo mataron.
Veinte días después del homicidio de Forza, el Poder Ejecutivo Nacional decidió limitar la importación de la efedrina. Con una resolución conjunta de los ministerios de Salud y Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, se determinó que solo los laboratorios que se dediquen a la producción de medicamentos que contengan efedrina estaban autorizados a importar el mencionado precursor químico.
Un año antes, Forza fue uno de los grandes aportantes a la campaña electoral del Frente para la Victoria (FPV) que llevó a la presidencia a Cristina Fernández. A través de su droguería Seacamp depositó cuatro cheques en la cuenta del Nº 5270993 del Banco Nación, propiedad del FPV.
Esos cuatro documentos de $50.000 cada uno fueron emitidos a pesar de que Forza estaba inhibido porque había superado ampliamente la cantidad máxima permitida de cheques rechazados para desarrollar una actividad comercial. Ningún funcionario del Banco Central, de esa época, pudo explicar por qué Forza emitía cheques a pesar que había violado todas las normas fijadas por el organismo que regula la actividad bancaria.
Curiosamente, ninguno de los cuatro cheques de $50.000 firmados por Forza el 29 de octubre de 2007 fue rechazado y el dinero llegó a las arcas del comité de campaña del FPV.
En agosto de 2008, el cuerpo de Forza apareció torturado y asesinado de ocho balazos en un zanjón de General Rodríguez. Durante la investigación del homicidio de Forza, la administración encabezada por Cristina Fernández no se interesó en el caso ni presentó pruebas para encontrar a los culpables. Al contrario, nunca existió la voluntad para investigar quién ordenó la masacre ocurrida en agosto de 2008.
Por el tráfico de efedrina fueron procesados tres funcionarios del gobierno kirchnerista, dos de ellos, con acceso a una oficina en la Casa Rosada. Ente este caso la administración del FPV aplicó la misma conducta que con Forza, siempre se despegó de los acusados.
“Entre 2007 y 2008, adquirir una farmacia o una droguería permitía a algunos oportunistas un rápido ascenso en la escala social, por lo que propietarios de estos comercios, sus empleados o personas vinculadas a este rubro se dedicaron a la venta de efedrina, una sustancia vegetal derivada de la efedra, importada en los llamados ‘cuñetes’ de la India o de China, dado que nuestro país no la cultiva, que era utilizada legalmente para fabricar descongestivos o broncodilatadores y cuyo valor en el mercado local oscilaba entre los 90 y los 120 dólares. Sin embargo, en el mercado ilegal, donde el principal comprador era México, ese precursor químico se utilizaba para la fabricación de drogas de diseño o sintéticas, como el éxtasis; los carteles mexicanos, ya con el producto manufacturado, lo destinaban esencialmente a los Estados Unidos, llegando a pagar hasta US$10.000 el kilo, por lo que resultaba para sus tenedores un extraordinario negocio”, describió la jueza de Mercedes, María Graciela Larroque, en la sentencia que condenó a Martín y Cristian Lanatta y Víctor y Marcelo Schillacci por los homicidios de Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón.
Según las cifras expuestas en los fundamentos de la sentencia condenatoria contra los autores materiales del triple homicidio de General Rodríguez, los 40.000 kilogramos de efedrina vendidos a los carteles mexicanos durante once años representaron un movimiento de US$392.000.000 para los traficantes argentinos.
Forza intentó formar parte de ese negocio, pero lo mataron antes.
A partir de la reconstrucción del triple homicidio realizada por los peritos, se determinó que los asesinos obligaron a uno de los principales aportantes de la campaña electoral del FPV a observar cómo mataban a sus dos amigos. “A Forza le dispararon 7 u 8 balazos, calibre .40 y 9 mm, no sin antes haber sido destinatario de vejámenes, maltratos físicos e importantes golpes” describió la médica forense que declaró en el juicio oral.
Si bien los cuerpos de Forza, Ferrón y Bina fueron hallados en un descampado de General Rodríguez, los investigadores judiciales determinaron que las víctimas fueron asesinadas en Quilmes, en la casa de dos de los acusados.
De Sinaloa a Maschwitz
“El verdadero móvil del homicidio múltiple fue la efedrina. Nuestro territorio fue ámbito fértil para la colonización por los carteles mexicanos, quienes mandaron a sus ‘virreyes’, entre ellos, a Jesús Martínez Espinosa, quien tenía estrecha relación con Marcelo Tarzia, encargado de sus negocios en la Argentina, e Ibar Pérez Corradi”, expresó uno de los magistrados en el veredicto.
En un informe de la DEA, la oficina norteamericana que se encarga de la lucha contra el narcotráfico, que se incluyó en la página 112 de la sentencia por el triple homicidio de General Rodríguez, se mencionó al mexicano Martínez Espinosa y a Pérez Corradi.
El primero era el delegado del cartel de Sinaloa en la Argentina y decidió instalar un laboratorio de fabricación de metanfetaminas en una quinta de Ingeniero Maschwtiz. Forza intentó convertirse en proveedor de Martínez Espinosa y le vendió efedrina pero, uno de los competidores y exsocio de una de las víctimas del triple crimen habría saboteado el cargamento y lo rebajó con sal.
Fue así que, al someter al proceso químico para la elaboración de metanfetaminas, la sal provocó una reacción distinta y el laboratorio explotó.
“El líder del laboratorio de Maschwitz es Jesús Martínez Espinosa. El 22 de octubre de 2008 la DEA recibió información que Forza estaba involucrado en proveer grandes cantidades de efedrina al cartel que representaba Martínez Espinosa en el laboratorio de Maschwitz. Forza y su ex socio Pérez Corradi proveían efedrina a Martínez Espinosa y otros carteles mexicanos que operaban en el área de Buenos Aires”, se indicó en el fallo judicial por la masacre de la efedrina.
Aunque Pérez Corradi estuvo acusado y con pedido de captura internacional porque la Justicia lo consideró presunto instigador de los asesinatos de Forza, Ferrón y Bina, en 2018, fue sobreseído de la imputación por el triple homicidio.
Testaferros jubilados
Además de la investigación del triple homicidio, hubo otros expedientes que pusieron al descubierto el millonario contrabando de efedrina desde la Argentina a los carteles mexicanos.
Por ejemplo en un expediente que se instruyó en el juzgado federal a cargo de la magistrada María Servini, se determinó que dos jubilados que no cobraban más de 2200 pesos por mes figuraban como titulares de dos de las seis droguerías que importaron casi 47.625 kilos de efedrina entre 2004 y 2008.
Al seguir la pista de la efedrina secuestrada en la mencionada quinta de Maschwitz, la Justicia determinó que la partida N° 196.107 -de efedrina- “fue importada por la firma Unifarma SA”. Esa empresa habría comercializado efedrina con Farmacéuticos Argentinos SA, que tenía a un jubilado como representante en el Registro de Precursores Químicos.
La última empresa mencionada era la propietaria del cargamento de 2500 kilos de efedrina que fue abandonado en los depósitos del aeropuerto de Ezeiza en 2008, luego del operativo en la quinta de Maschwitz.
A once años del triple homicidio, continuaron los hallazgos de efedrina. En septiembre de 2019, un grupo de investigadores judiciales encontró un cargamento de efedrina en dos bauleras instaladas en un depósito situada en 11 de Septiembre 3468. La baulera 214 había sido alquilada desde 2008 por un hombre de nacionalidad mexicana. En tanto que la baulera 211 estaba a nombre de una ciudadana mexicana. Ambos, relacionados con Rodrigo Pozas Iturbe.
Durante la investigación del triple asesinato se estableció que Pozas Iturbe, que tiene en su cuerpo el tatuaje de una cabra cruzada con dos cuchillos, señal de su pertenencia a un cartel mexicano, se reunió con Bina y Forza en una estación de servicio de General Rodríguez y en una oficina de Pilar.
Pozas Iturbe fue condenado por tráfico de efedrina, pero nunca fue sentenciado por el triple crimen.
Al intentar reconstruir la circunstancias del triple homicidio, los investigadores del Ministerio Público descubrieron que habían desaparecido pruebas clave, como grabaciones de cámaras de seguridad.
Después del homicidio de Forza la importación de efedrina a la Argentina se derrumbó. Por ejemplo, en los diez años posteriores, el laboratorio más importante del país solo consumió 430 kilos para fabricar 700.000 dosis de antigripales.
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