ADN del crimen: el lado oscuro de las bailantas, asesinatos mafiosos y secuestros
Rodrigo sufrió amenazas y un rapto; a los cantantes de La Media Luna y Karicia los mataron; los integrantes del grupo Néctar murieron en un extraño episodio
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Detrás de las luces, la música, el desenfreno del baile y las multitudes que convocan las bailantas existe un lado oscuro, dominado por mafias que amenazan, secuestran o matan a aquellos que se atreven a desafiar el poder de los grupos que marcan las reglas del juego.
Pablo Carlos Ayala, de la banda “La Media Luna” y Carlos Chávez Navarrete, de Karicia, fueron víctimas de esas mafias, porque intentaron armar su propio emprendimiento o cooperativa y dejar a los productores que los obligaban a trabajar jugándose la vida en las rutas para poder completar el cronograma de cuatro o cinco shows que debían realizar desde la noche hasta el final de la madrugada.
La banda de cumbia Néctar resultó víctima de los aprietes de los productores. Trece de los integrantes del grupo murieron el 12 de mayo de 2007. La combi en la que viajaban por la autopista 25 de Mayo, rompió las defensas, cayó al vació desde seis metros y se incendió. Luego del trágico episodio, el jefe de prensa de la banda había afirmado que la el grupo fue víctima de “un asesinato”, concretado por una mafia que obligaba a la banda a pagar la cuarta parte del monto recaudado en cada show para poder trabajar en la Argentina.
Desde Perú, el hermano de Johnny Orosco, máximo referente del grupo musical peruano rechazó los dichos del jefe de prensa. Hubo una causa judicial para tratar de establecer si la tragedia fue producto de un plan criminal para matar a los músicos o si fue un accidente. La Policía Federal apresó a dos imputados que circulaban en un Fiat Palio involucrado en el choque. Pero, la investigación se cerró como un homicidio culposo. Nadie fue condenado. Ninguno de los responsables de la pesquisa pudo esclarecer algunas circunstancias vidriosas que rodearon los momentos previos a que la combi cayera de la autopista, a la altura de Alberti.
Rodrigo Bueno, uno de los cantantes más importantes de la historia de la movida tropical fue víctima de amenazas y de un secuestro, cuando intentó romper el contrato leonino que lo vinculaba a la productora que manejaba su carrera artística. En 1999, un técnico de sonido que se desempeñó en una conocida bailanta de Once, aseguró que el cantante había sido secuestrado en 1992. Luego de relatar el episodio en un canal de televisión, el técnico fue amenazado de muerte. La denuncia quedó radicada en la fiscalía general de La Matanza.
“Cuando desde arriba te decían ¡basta!, no estabas más. Así desaparecieron muchos grupos. El lema del mundo de las bailantas era ídolos pobres y empresarios ricos”, señaló el letrado Miguel Ángel Pierri, que fue abogado de Rodrigo, desde 1998 hasta su muerte. A partir del fallecimiento del artista, Pierri representó a Beatriz Olave, madre de Rodrigo, en un juicio civil contra la productora que contrató al músico.
“Resultó muy curioso que 24 horas después de la muerte de Rodrigo se editaran 250.000 copias de la compilación titulada ‘Un largo camino al cielo’. Todavía no habían enterrado a Rodrigo y el disco ya estaba en la calle”, recordó Pierri.
En tres días se vendieron 225.000 compacts que llegaron al público en una forma no tradicional, a través de los quioscos de diarios. Se vendía con una revista de dos páginas.
Esta circunstancia constituyó una característica de las empresas que explotaban la movida tropical: no integraban ninguna de las cámaras que agrupan sellos discográficos ni locales bailables.
Una extraña muerte
Como abogado de la familia de Rodrigo, Pierri aportó elementos que junto a una serie de pruebas halladas por el Ministerio Público de Quilmes, derivaron en el procesamiento con prisión preventiva de Alfredo Pesquera como presunto autor del homicidio culposo triplemente agravado del cantante y de Fernando Olmedo, el hijo del actor Alberto Olmedo e íntimo amigo de Rodrigo, que conducía la camioneta Ford Explorer, chocada, en circunstancias extrañas, por la Chevrolet Blazer con vidrios polarizados, comandada por el acusado.
Pesquera, tenía antecedentes penales. Había sido procesado en el Departamento Judicial La Plata por estafar con la venta de autos mellizos. Por el caso Rodrigo, pasó preso poco más de un mes. En diciembre de 2001, el Tribunal Oral N° 2 de Quilmes, absolvió a Pesquera por homicidio de Rodrigo, al considerar que no tuvo responsabilidad en la muerte del cantante. La fiscal del juicio, María Cristina Díaz había pedido que Pesquera fuera condenado a 13 años de prisión al considerarlo presunto responsable de homicidio simple con dolo eventual.
Pesquera también tuvo un final sangriento. Su cuerpo fue hallado el 21 de diciembre de 2013 dentro de su camioneta BMW, frente a la casa que alquilaba en Ramallo al 3300, en Saavedra. Tenía un balazo en la cabeza. Los peritos determinaron que el proyectil fue disparado por la misma arma de la que salieron los disparos con los que mataron al financista Miguel Grafigna, asesinado el 7 de julio de 2011, en Villa Ortúzar. El día anterior a la aparición del cuerpo de Pesquera, la Justicia había dictado la captura del acusado por el homicidio de Grafigna.
“Hasta acá llegaste”
Marcelo “Chelo” Torres, principal referente del grupo Green, también fue víctima de los aprietes de los grupos empresarios de la bailanta.
“Siempre pienso que a mí me secuestró la mafia. Durante más de un mes me tuvieron cautivo de aquí para allá. En todo ese tiempo, me hicieron perder 400.000 dólares”, aseguró Torres, en una nota publicada en la nacion.
“Un día me dijeron: ‘Bueno, pibe, hasta acá llegaste, te tenemos que bajar’”, recordó Torres.
Poco tiempo después de la advertencia, el cantante desapareció y su familia denunció que fue secuestrado. Tras ese hecho, Green, que llegó a ganar varios discos de platino y llenaba cuanto local lo contrataba, dejó de sonar en las radios, al tiempo que las ventas cayeron en un tobogán sin fin.Un año después, Torres volvió al circuito bailantero y formó su propia productora independiente. Un colega de Torres, el líder del grupo Karicia, Carlos Chávez Navarrete tuvo un final distinto.
Igual que en el caso de Torres, su colega intentó independizarse de la productora. El 6 de abril de 1996 mientras discutía con el empresario José “Cholo” Olaya Villajuán, Chávez Navarrete recibió nueve balazos. Chávez Navarrete y Olaya, eran los únicos ocupantes del vehículo estacionado en la esquina de Defensa y Huergo, en Dock Sud. Ambos discutieron porque el cantante descubrió que Olaya registró a su nombre las canciones creadas por el grupo. El líder de Karicia fue trasladado al hospital Argerich, donde le salvaron la vida.
Pero, el segundo ataque contra Chávez Navarrete tuvo otro desenlace. El 13 de agosto de 1997, el cantante fue asesinado de once balazos. Su cuerpo fue hallado en un zanjón a un costado del cruce de Antártida Argentina y el puente San Carlos, en Alejandro Korn.
A partir de la pesquisa encarada por los policías de la Dirección Departamental de Investigaciones de La Plata, se estableció que la noche anterior, Chávez Navarrete pasó a buscar a una mujer, identificada como Susana y conocida en el ambiente de la bailanta como “La Reina”.
Para los investigadores, “La Reina” llevó a Chávez Navarrete a una trampa. La mujer convenció al cantante de música tropical para que pasara a buscar a dos amigos. La Justicia determinó que Luis Pavón y el ciudadano ruso, Aldevino Paternoska, habrían sido los cómplices de “La Reina” y supuestos sicarios contratados para matar a Chávez Navarrete.
Tanto “La Reina”, como Pavón y Paternoska fueron condenados prisión perpetua por el homicidio de Chávez Navarrete. Durante la investigación se habría determinado que a Pavón habrían prometido pagarle US$ 50.000 por matar al cantante. Pero, habría cobrado solo US$ 2000 del monto prometido.
Después del homicidio, “Cholo” Olaya huyó a Chile y a Perú, donde fue detenido, 2010, debido a que tenía un pedido de captura internacional dictado por la Justicia argentina.
Olaya fue sometido a dos juicios orales. En el primero, resultó absuelto por defectos de forma en la acusación presentada por el Ministerio Público. El segundo debate terminó con la condena a prisión perpetua de Olaya. En la instancia de revisión, el tribunal que analizó la sentencia decidió absolver a Olaya por el asesinato.
Olaya murió el año pasado, a raíz de haber sufrido Covid -19. En los últimos días, nombre apareció en los medios de comunicación porque uno de sus hijos, de 32 años, fue detenido, acusado del homicidio simple con dolo eventual cometido al atropellar y matar con su Ford Focus a una ciclista, en Palermo.
Pablo Carlos Ayala, el cantante del grupo “La Media Luna”, fue la tercera víctima de la violencia de la bailanta. El 12 de septiembre de 2005 fue asesinado cuando llegaba a su casa, en Villa Caraza.
La madrugada que lo mataron, Ayala y su banda había realizado una serie de shows en La Plata. Al llegar a su vivienda, situada en Islandia al 3600, le dispararon desde un Fiat 147 blanco. Fueron tres balazos. Uno de los proyectiles pegó en el frente de su casa, el segundo, garage de una vivienda vecina y el tercero lo hirió en el estómago y lo mató. El asesinato quedó impune.ß
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