ADN del crimen. El homicidio de la maestra jardinera Marisol Oyhanart quedó a un paso de la impunidad
No hay nadie detenido por el homicidio que sacudió a Saladillo hace diez años: a única pista que sigue en pie apunta a un empresario agropecuario
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El 15 de abril próximo a las 2.30 se cumplirán diez años del asesinato de Marisol Oyhanart y el homicidio de la maestra jardinera y madre de tres hijos quedaría al borde la prescripción. Marisol había desaparecido el 14 de abril de 2014, cuando salió de su casa, en Saladillo, para realizar una caminata aeróbica. Su cuerpo fue hallado al día siguiente a las 8.30 en lo que los peritos de la División Policía Científica de la fuerza de seguridad provincial calificaron como una escena del crimen armada para desviar la investigación.
En caso que la calificación penal del asesinato de Marisol, de 38 años, cuando la torturaron y la mataron, se mantenga inalterable, el plazo de la prescripción se cumpliría a los diez años del homicidio: el 15 de abril a la madrugada, la hora aproximada señalada por los forenses como el momento en que la mataron.
Los abogados que representan a Sergio Rachit, esposo de la víctima, y los hijos Celene y Aylén, reclaman que la investigación se active.
“Los últimos testigos que declararon fueron exclusivamente pedidos por Sergio y sus hijos. Se presentaron en septiembre y noviembre de 2022, respectivamente. Ninguno de ellos aportó nada relevante. Luego de esas dos declaraciones testimoniales, la fiscalía N°1, de La Plata, no activó la causa”, expresó el letrado Pablo Hawlena Gianotti, quien junto con Walter Vaccarini, representan a los familiares de la maestra asesinada.
Con respecto a la cuestión de la prescripción, si la fiscalía calificara que Marisol fue víctima de un femicidio, la acción penal cesaría a los 15 años del hecho. Pero mientras la causa siga caratulada como homicidio, según el artículo 79 del Código Penal, que establece condenas de 8 a 25 años de prisión, la causa prescribiría el 15 de abril, cuando se cumplan diez años del crimen. Aunque existe jurisprudencia que establece que acción penal en el caso del homicidio simple podría extenderse hasta los doce años después del hecho.
“Siento mucha indignación. Mucha impotencia porque nos falló el Estado, sino esta causa no se hubiera estancado. Primero nos falló la fuerza policial que encubrió el hecho. Ahí arrancó todo y la Justicia no hizo absolutamente nada. No existe la Justicia”, expresó Sergio Rachit, el marido de la víctima.
A casi diez años del homicidio de Marisol no hay detenidos por el asesinato y la única pista que se mantiene vigente apunta a un amante de la víctima.
Tampoco hubo ningún policía preso por la sucesión de maniobras realizadas para encubrir al señalado estanciero como presunto autor material del crimen: un empresario agropecuario que se presentó a declarar a la Justicia como supuesto amante de la víctima. Ese sospechoso y el único imputado en el expediente, Johnatan Bianchi, nunca fueron indagados. Y la declaración indagatoria constituye, según la ley, una instancia que interrumpe la prescripción de la acción penal contra este acusado en particular, pero no para los otros potenciales sospechosos que no fueron imputados.
En los momentos posteriores al homicidio de la maestra jardinera, un grupo de siete policías, entre los que figuran tres comisarios, borraron imágenes de una cámara de seguridad de un taller de chapa y pintura, en la que habría quedado registrado el paso del automóvil del empresario que acosaba a Marisol, desaparecieron los lentes, una calza, las zapatillas y el celular de la víctima. También se modificó la escena del hallazgo del cuerpo. Sin embargo, ninguno de esos policías quedó preso.
Según consta en el párrafo “e” del informe elaborado por un grupo de detectives del Gabinete de Homicidios de la Dirección de Investigaciones de La Plata, la principal sospecha sobre el presunto autor del homicidio de Marisol apunta a un empresario agropecuario propietario de campos en Saladillo y Bolívar, examante de la víctima. Los policías llegaron a esta conclusión después de revisar las pruebas incorporadas en el expediente que se instruye por el asesinato de la maestra jardinera.
Marisol estuvo cautiva, en un lugar que nunca se determinó, y la asesinaron. El asesino puso en evidencia su perfil sádico, al quemar a la víctima con el encendedor de un automóvil; esa quemadura quedó marcada en la calza y en la piel de Marisol. Pero la calza, que hubiera permitido a los peritos determinar la clase de vehículo al que correspondía el encendedor utilizado para torturar a la maestra jardinera, desapareció.
“Estoy indignada por no haber recibido respuestas de la Justicia después de tantos años seguimos igual”, expresó Celene, una de las hijas de Marisol. En coincidencia, su hermana, Aylén, agregó: “siento mucha indignación por cómo actuó la Justicia”
El análisis del humor vítreo de la víctima estableció que la maestra jardinera fue asesinada entre de las 21 del 14 de abril, casi cinco horas después de que la vieran con vida por última vez y las 2.30 del día siguiente. Esto significa que el lugar del hallazgo no fue la escena primaria del homicidio.
Marisol salió a caminar el 14 de abril de 2014, minutos después de las 15.30. Su desaparición fue denunciada dos horas más tarde, cuando no concurrió al jardín de infantes a retirar al menor de sus tres hijos. A partir de ese momento, familiares, amigos de la maestra jardinera, policías, bomberos, personal de Defensa Civil de la municipalidad de Saladillo y vecinos comenzaron la búsqueda de la mujer.
Pero el rastrillaje se interrumpió durante la madrugada siguiente. Uno de los sectores que se había revisado fue un área de taperas a 15 cuadras de la casa de la víctima. El cuerpo fue hallado a las 8.30, tres horas después de que suspendieran la búsqueda, en un lugar que ya se había rastrillado.
Pocas horas después de la desaparición de Marisol, el mencionado empresario agropecuario, asesorado por un grupo de policías de la seccional de Saladillo, se presentó a declarar como testigo para expresar que era amante de la víctima y así apuntar las sospechas sobre el esposo de Marisol para responsabilizarlo de un supuesto homicidio cometido en el contexto de violencia de género.
Sin embargo, esta maniobra fracasó. Sergio Rachit, el esposo de Marisol demostró dónde estuvo en el momento de la desaparición de la víctima. Entonces, a partir de la presentación de una serie de pruebas y testigos nadie sospechó del marido de la maestra jardinera.
Ante la imposibilidad de poder culpar al esposo de la víctima, el grupo de siete policías que participó del encubrimiento del homicidio de Marisol buscó otro sospechoso. Los efectivos intentaron instalar la hipótesis que apuntaba a Johnatan Bianchi como presunto autor del homicidio que conmocionó a Saladillo.
Los policías presentaron a Bianchi, que tenía antecedentes por robos y era un viejo conocido de los policías, como supuesto autor del crimen de Marisol. Con los indicios aportados por los uniformados, la primera fiscal del caso, Patricia Hortel, dispuso la imputación de Bianchi. Además, la representante del Ministerio Público solicitó la detención del acusado y ordenó que sea sometido a una rueda de reconocimiento.
Pero ninguno de los testigos que fueron llevados a la rueda de detenidos reconoció a Bianchi como el sospechoso que, supuestamente, había sido visto a las 16.30 cuando merodeaba por la tapera, donde al día siguiente fue hallado el cuerpo de Marisol. Debido a que nadie reconoció a Bianchi en la tapera en el momento en el que la víctima estaba en el lugar, el abogado que lo defendía, Rubén Carrazzone pidió su excarcelación. El juez de Garantías César Melazo aceptó la solicitud del letrado y dispuso la libertad de Bianchi que, aunque nunca más fue mencionado en ninguno de los más de veinte cuerpos del expediente figura, todavía, como el único imputado. Melazo fue condenado en marzo del año pasado a 7 años y 10 meses de prisión por integrar una asociación ilícita con policías bonaerenses y barrabravas.
Entre los secretos que se ocultan en el voluminoso expediente figura la declaración de un testigo de identidad reservada que afirmó que la madrugada que Marisol fue asesinada, un grupo de policías, a los que identificó por sus apellidos llegaron en la camioneta del dueño de una agencia de automóviles usados de la zona a la enfermería que funcionaba como clínica tumbera.
Los funcionarios judiciales allanaron la clínica dos años después del homicidio pero no hallaron ningún rastro del aro que le faltaba a la víctima.
Dicho centro de atención pertenecía a un policía exonerado de la fuerza de seguridad provincial. Según el testigo, “los policías y el enfermero tocaban a Marisol para tratar de establecer si estaba con vida. Cuando advirtieron que no tenía signos vitales, taparon su rostro con un buzo y cargaron el cuerpo en la misma camioneta”.
A esa hora de la madrugada, la búsqueda de Marisol había sido suspendida. Entonces, los policías y el amigo del empresario se dirigieron a la zona de taperas, que ya había sido rastrillada y abandonaron el cuerpo. Las marcas de arrastre y el goteo de sangre confirmó que el cadáver de Marisol fue colocado en ese lugar para que sea encontrado. Tal como ocurrió esa mañana, a las 8.30, hace casi diez años.
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