ADN del crimen: el femicida serial que mataba los jueves
Rubén Recalde asesinó a Sandra Colo el 16 de agosto de 2012 y a Paola Tomé el 16 de enero de 2014; sospechan que, al menos, mató a otra mujer en 1999
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Rubén Recalde es un asesino serial de mujeres. En 2015 fue condenado a prisión perpetua más la accesoria por tiempo indeterminado por los femicidios de Sandra Colo y Paola Tomé, ocurridos en agosto de 2012 y enero de 2014, en Junín. Aunque, según expuso el Ministerio Público en el juicio oral que terminó con la sentencia contra Recalde, existen firmes sospechas que indican que habría sido responsable del asesinato de María Fernanda Repetto, ocurrido en septiembre de 1999 en esa ciudad.
Debido a que en esa época la policía no contaba con elementos adecuados para desarrollar una investigación con métodos científicos, no se hallaron pruebas contra Recalde y el caso prescribió.
El protocolo del FBI sobre perspectivas multidisciplinarias para la investigación de los crímenes violentos determinó que se considera que un criminal es un asesino en serie cuando comete dos homicidios con una cierta diferencia de tiempo. Estas pautas figuran en un documento de 71 páginas que corresponden a las conclusiones del congreso realizado en San Antonio, Texas, en 2005.
Recalde siempre mató a mujeres y transcurrió un año y medio entre el primer femicidio y el segundo. Además del número de víctimas y la periodicidad, existen otros elementos que indican que Recalde es un asesino serial, según las pautas fijadas por el FBI.
Siempre atacó a mujeres y todas las agresiones tuvieron una motivación sexual. Recalde asesinó a aquellas mujeres cuya resistencia no pudo doblegar. Estos fueron los casos de Colo y Tomé. Las dos víctimas trabajaban en locales vinculados a actividades infantiles. Colo se desempeñaba en un salón de fiestas para chicos y Tomé tenía un negocio de venta de ropa para niños. Ambas víctimas fueron asesinadas de la misma forma: asfixia por sofocación y compresión con un lazo.
Colo fue asesinada el 16 de agosto de 2012 y Tomé el 16 de enero de 2014, ambos femicidios ocurrieron un jueves. Las dos mujeres se defendieron con todas sus fuerzas y provocaron heridas a Recalde, quien sangró y dejó restos de ADN en las dos escenas del crimen.
Para matar a Colo y Tomé, Recalde se hizo pasar por cliente del salón de fiestas y del negocio de venta de ropa para chicos. Durante el juicio oral, una amiga de Tomé reconoció a Recalde como el hombre que, dos semanas antes, había visitado el local y preguntó por una prenda talle 8.
Eligió víctimas que estuvieran solas en el momento del ataque. Una vez que le permitieron ingresar, se arrojó encima de las mujeres para violarlas. Debido a que no pudo doblegar la resistencia de Colo y Tomé, las asesinó.
Este patrón de conducta quedó expuesto en todos los ataques cometidos por Recalde. En los que mató a las víctimas y en aquellos casos en los que agredió sexualmente a las mujeres debido a que pudo someterlas porque eran más frágiles que Colo y Tomé.
El 30 de junio de 2009, Recalde ingresó en una juguetería, simuló ser un cliente y, cuando la vendedora se dio vuelta para tomar los artículos por los que había preguntado, se tiró encima de la víctima, la llevó hasta el baño del local, la ató de pies y manos, la amordazó con una bufanda y la atacó sexualmente.
“Me decía que no gritara ni lo denunciara, que él me conocía, que sabía que trabajaba sola. Me hacía tocarle los zapatos, me decía que eran los mismos que usaba la policía”, relató la empleada de la juguetería en el juicio oral por los femicidios de Colo y Tomé.
Durante un juicio abreviado, Recalde admitió su responsabilidad en el ataque contra la empleada de la juguetería, fue condenado por este caso y estuvo en prisión poco más de tres años. Salió de la cárcel en mayo de 2012 y en agosto atacó a Colo.
Según la autopsia, Colo fue asesinada “mediante estrangulamiento a lazo, utilizando dos sogas entrelazadas y un palo de escoba con el que realizó un torniquete, apoyando además una de sus rodillas sobre la espalda de la víctima, provocándole asimismo estallido hepático”.
Juan Domingo, padre de Sandra, encontró el cuerpo de su hija en la cocina del salón de fiestas infantiles situado en Alem al 300.
“Cuando estacioné delante del pelotero presentí lo peor. Entré corriendo, estaba todo semioscuro. Primero, parecía estar todo perfecto, nada me llamaba la atención. Pero cuando miré en la cocina y me asomé, encontré a mi hija en el piso, boca abajo y con las manos para atrás. Corrí hacia ella, pero cuando la di vuelta, advertí que tenía la cara destrozada y estaba ahorcada. Tenía una soga y un palo de escoba como torniquete. La giré para sacar el palo, pero no podía. Intenté revivirla, pero me di cuenta de que estaba muerta, con el rostro desfigurado”, expresó el padre de Sandra durante el debate.
Existe otro matiz que agregó más dramatismo a la situación que enfrentó Juan Domingo en el momento del hallazgo del cuerpo de Sandra.
Claudia, otra de sus hijas, tenía 25 años cuando fue asesinada, el 15 de enero de 2000. José Luis Correa, su compañero en la empresa de seguros para la que trabajaba, golpeó a la joven y la estranguló con un cable. Luego, ató el cadáver de pies y manos, lo cubrió con dos bolsas de residuos y lo dejó sobre al costado de una heladera.
En 2001, Correa fue condenado a prisión perpetua por el asesinato de Claudia Colo. Durante el debate se probó que el acusado, que trabajaba como programador de sistemas en la aseguradora, mató a Claudia porque lo descubrió cuando concurrió a la oficina para robar. Doce años y medio después, Sandra Colo fue asesinada porque se resistió a que un violador serial abusara de ella.
El rastro genético
Al revisar la escena del crimen, los investigadores policiales y judiciales no hallaron ninguna pista que permitiera identificar a un sospechoso. En ese momento, los peritos de la Superintendencia de Policía Científica levantaron varias muestras de sangre. En una de esas muestras, identificada como 25.28, correspondiente al hisopado de los restos de sangre hallados en una pared amarilla del salón de fiestas, se encontró ADN mezclado de una mujer y de un hombre.
Los científicos aislaron el perfil genético femenino y determinaron que correspondía a la víctima. Mientras que, ante la falta de un sospechoso, no se pudo establecer a quién pertenecía el ADN masculino. Los peritos afirmaron que la mezcla de sangre se produjo a raíz de la lucha que hubo entre el agresor y la víctima.
Un año y medio después, el 16 de enero de 2014, también un jueves, otro grupo de técnicos de la Policía Científica concurrió al local de venta de ropa para niños Rowena, situado en General Paz 45, para buscar rastros en el lugar donde asesinaron a Tomé. El cuerpo de la víctima fue hallado en el baño del negocio.
Al revisar la escena del femicidio, los peritos hallaron varios restos de sangre y marcas de arrastre. Igual que Colo, Tomé luchó para el agresor no la violara.
En el marco de la puerta, uno de los técnicos encontró una muestra de sangre, que fue identificada como 97.8.
La fiscal Vanina Lisazo se hizo cargo de la investigación del femicidio de Tomé y les pidió a los policías que buscaran posibles vínculos con otros ataques.
Así, se determinó la coincidencia entre los asesinatos de Tomé y Colo. En ambos femicidios el agresor no utilizó la fuerza para ingresar en los locales donde trabajaban las víctimas y aplicó una extrema violencia sobre las mujeres. Ambas víctimas eran solteras, de mediana edad, atacadas en sus lugares de trabajo, dedicados al rubro infantil.
A partir del hallazgo de la muestra de sangre en la escena del crimen de Tomé, la fiscal Lisazo solicitó que se comparara con el ADN de los restos hemáticos encontrados en el local de fiestas infantiles donde mataron a Colo.
El estudio de ADN concluyó que pertenecían al mismo hombre. Con esta prueba y con el dato que indicaba que Recalde había salido de la cárcel tres meses antes del femicidio de Colo, la fiscal ordenó allanar la casa y el taller de chapa y pintura en el que trabajaba el sospechoso.
La huella del asesino
Cuando los policías revisaron el Peugeot 505 del acusado hallaron una mochila con lo que en la investigación se denominó “kit de trabajo”. Entre los elementos encontrados había un arma blanca de fabricación casera, sogas, pastillas de Viagra, una billetera de mujer y preservativos. Durante el allanamiento, los policías también secuestraron un par de zapatillas. Los peritajes comparativos determinaron que la pisada talle 42 del calzado del sospechoso correspondía a la marca de la suela hallada en el lugar donde mataron a Tomé.
Con el estudio escopométrico de las pisadas y el análisis de ADN, el Ministerio Público pudo probar que Recalde mató a Tomé. Otro estudio de ADN concluyó que el perfil genético de la sangre hallada en el salón de fiestas también correspondía a Recalde.
En julio de 2015, los jueces del Tribunal Oral N° 1 de Junín, Karina Piegari, Miguel Ángel Vilaseca y Esteban Melilli, consideraron que estaba probada la responsabilidad de Recalde y lo condenaron por los asesinatos de Colo y Tomé.
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