ADN del crimen: el fantasma que se adueñó de la frontera caliente de la droga
protegido por funcionarios de municipalidades salteñas y por un juez federal, Delfín Castedo organizó la mayor red logística del narcotráfico
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Hasta julio de 2016, Reinaldo Delfín Castedo era un fantasma al que le adjudicaban ser propietario de más de 60.000 hectáreas en la frontera caliente del narcotráfico, entre la Argentina y Bolivia, que le permitían cruzar miles de kilos de cocaína sin control.
Protegido por un sector de la política y por un juez federal de Orán, Castedo dominó el tráfico de drogas y construyó un imperio que lo llevó a convertirse en el narcotraficante más importante de la Argentina y en el mayor proveedor de droga de las principales organizaciones criminales de Rosario, del Gran Buenos Aires y en el extranjero.
Con la detención de Castedo, concretada en julio de 2016, en Parque Leloir, partido de Ituzaingó quedó al descubierto la estructura narcopolítica que perduró durante más 15 de años para proteger los casi 4000 kilos de cocaína que enviaba a Europa por mes.
Castedo supo ganarse el miedo de aquellos que podían delatarlo. Solo unos pocos colaboradores cercanos conocían su rostro, pero todos los vecinos de Salvador Mazza, en Salta, le temían. Especialmente después de que, según investigó la Justicia, habría ordenado matar a la comerciante Liliana Ledesma, quien se animó a denunciar su complicidad con su principal aliado político, el diputado provincial salteño, Ernesto Aparicio.
De no haber sido porque efectivos de la Gendarmería lograron apresarlo, cuando salía de un restaurante situado a pocos metros del cruce del Acceso Oeste y Martín Fierro, el sumario judicial por el homicidio de Ledesma habría prescripto y él narcotraficante hubiera quedado libre.
Además del pedido de captura dictado por el juzgado federal de Orán, en la causa 148/06, de asociación ilícita, encubrimiento y lavado de dinero origen delictivo y tráfico de drogas, impulsada por los fiscales federales José Luis Bruno, Eduardo Villalba y Diego Iglesias, a Castedo también lo buscaban por ser el presunto autor intelectual del homicidio de Ledesma, ocurrido en septiembre de 2006, en Salvador Mazza.
El miércoles pasado, luego de un extenso juicio, el Tribunal Oral Federal N°1 de Salta lo condenó a 16 años de cárcel como jefe de una asociación ilícita dedicada al narcotráfico y al lavado de activos provenientes de dicha actividad.
Los jueces Federico Santiago Díaz, Marta Liliana Snopek y Mario Juárez Almaraz también condenaron a Raúl Amadeo Castedo, alias Hula, hermano de Delfín y supuesto encargado de conseguir cocaína en Santa Cruz de la Sierra– y al martillero público Eduardo Torino a nueve años de prisión como miembros de la asociación ilícita.
La exesposa del líder de la organización, Melba del Carmen Araujo, recibió cinco años de cárcel y los comerciantes Alberto y Luis Yudi, siete años de prisión. A Mario Alberto, hijo de Alberto Yudi, le aplicaron una pena de tres años de prisión por lavado de activos. Todos deberán abonar multas de entre 90 mil y 1,2 millones de pesos, prácticamente “un vuelto” en relación con la multimillonaria actividad ilegal que el clan Castedo desplegó en ese “protoestado” asentado sobre el espeso monte de dos naciones soberanas.
El dueño de la frontera
A Castedo, también conocido como El Patrón del Norte no le hizo falta construir un narcotúnel por debajo de la frontera entre la Argentina y Bolivia, para pasar la cocaína, tal como fue el caso de Joaquín “Chapo” Guzmán Loera, uno de los mayores narcotraficantes de la historia criminal del mundo y líder del cartel de Sinaloa, famoso por los pasadizos edificados debajo del límite entre México y Estados Unidos.
La organización criminal comandada por Castedo tenía una casa cuyo frente estaba en la ciudad de Salvador Mazza, en Salta y el fondo, en la zona rural de Yacuiba, en Bolivia.
A esta propiedad había sumarle terrenos en El Pajeal y El Aybal, parajes cercanos a Salvador Mazza, donde un alambrado de poco más de un metro marcaba el límite entre la Argentina y Bolivia. De un lado, él aparecía como propietario de 28.000 hectáreas; del otro, Roxana Castedo dominaba otras 30.000 hectáreas. Al ser dueño de esa porción del territorio, a ambos lados de la frontera seca, Castedo no necesitaba un túnel para cruzar la droga que su hermano conseguía en Santa Cruz de la Sierra. Era el dueño de la frontera.
Lejos de los controles de las fuerzas federales y provinciales de seguridad, Castedo mandó a hacer caminos secundarios y picadas en el monte por donde cruzó miles de kilos de cocaína desde Bolivia. Esa droga era trasladada a Chaco por camión, oculta en carbón vegetal y desde el puerto de Barranqueras se mandaba a Santos, en Brasil. Allí se cargaba en barcos y se enviaba a España o Italia.
Su ex abogado, Carlos Salvatore, abrió su propio emprendimiento hasta que fue condenado por el denominado operativo “Carbón Blanco”. Copió la metodología y la ruta que usaba su exjefe. El grupo comandado por Salvatore, sólo cambió el puerto de entrada; Porto, en Portugal o Vigo, en España. Pero, la organización de Salvatore, tuvo una fugaz actividad.
En cambio, la banda de Castedo, a fuerza sembrar el miedo con homicidios como los de Ledesma y su esposo Gilberto “Gili” Villagómez, o de darle trabajo a puesteros y peones para que abrieran picadas en los montes, se mantuvo en actividad durante más de quince años.
Ledesma era la esposa de Villagómez, un supuesto narco boliviano asesinado de diez balazos en diciembre de 1999. Ledesma denunció que a su esposo lo mataron porque le reclamó una deuda al fallecido diputado provincial Ernesto Aparicio, vinculado con Castedo. La comerciante fue asesinada de siete puñaladas en 2006.
Cuatro años después un tribunal condenó a prisión perpetua a María Gabriela Aparicio, hermana del legislador provincial, y a otros seis imputados por el homicidio de Ledesma. Por este asesinato también fue procesado Hula Castedo, hermano de Delfín.
Este último imputado comparte abogado con Alejandro Maurín, el presidente del Consejo Deliberante de Salvador Mazza, detenido en febrero de 2016, acusado de integrar una banda que llevaba 287 kilos de cocaína.
La droga fue hallada en un camión Mercedes Benz que perteneció al diputado Aparicio, el aliado político de Castedo. Por ese caso fueron condenados el mencionado Maurín, quien le había comprado el camión al fallecido Aparicio.
Además de la protección política, Castedo supo armar una red judicial que lo ayudó a mantenerse durante más de quince años con un legajo limpio, que sólo lo mostraba como un empresario agropecuario con más de 20.000 hectáreas de campo en la frontera con Bolivia, lejos de todo control de alguna fuerza de seguridad.
Un juez, en la nómina
En la investigación encarada por los fiscales Bruno y Villalba y que se complementó con el expediente que instruyó el fiscal Iglesias, a cargo de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), se determinó que el nombre de Castedo aparecía como uno de los primeros acusados en causas de narcotráfico que habría pagado dinero al entonces juez federal de San Ramón de la Nueva Orán, Raúl Reynoso, para beneficiarlo en los sumarios.
Los fiscales afirmaron que había quedado establecido que los acusados “alteraron la paz social” de la ciudad de Salvador Mazza como consecuencia de los “constantes conflictos” creados por la inflexibilidad de los Castedo para impedir el paso de camiones de puesteros a través de sus propiedades, con el objetivo de mantener lejos de ojos indiscretos el contrabando de drogas.
Los acusadores sostuvieron que “la organización fue una de las más grandes del país, tanto por el flujo de droga que comercializó como por el nivel de corrupción propagado, debido a que Castedo no solo era informado de cada orden de intervención telefónica, sino que también contó con la cobertura legal del exjuez federal Reynoso”, quien fue acusado de fraguar una declaración indagatoria de Castedo, que le permitió al imputado mantenerse en la clandestinidad. En marzo de 2019, Reynoso fue condenado a 13 años de prisión.
Mientras que en el mismo sumario que los hermanos Maurín fue sentenciado otro edil de Salvador Mazza: Mauricio Gerónimo, igual que su colega había llegado a integrar el Concejo Deliberante de dicha ciudad en representación del Frente para la Victoria (FPV).
Según la investigación judicial, Gerónimo cumplía la función de puntero para la organización narcocriminal que comandaba el narco boliviano Wilson Maldonado Balderrama. Cuando los efectivos de la Gendarmería cortaron el paso del mencionado camión Mercedes-Benz 1114 con 267 kilos de cocaína.
Por su conocimiento de la zona y el poder de su función política, Gerónimo se había convertido en una pieza clave para la banda de Maldonado Balderrama. Según algunos de los testigos que declararon en el juzgado federal N° 1, de Salta, el día que fue secuestrado el camión con los 267 kilos de cocaína Gerónimo circulaba a bordo de un vehículo que abría el camino de la caravana narco.
Gerónimo estuvo tres años prófugo hasta que fue detenido el 30 de abril de 2019, en Bolivia, donde se había ocultado con una identidad falsa.ß
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