ADN del crimen: el fantasma del cartel del Norte del Valle, detrás del narcovelero sin brújula
La ruta marítima de movimiento de cocaína que intentaban usar los traficantes detenidos en los últimos días había sido explorada en 2011 por Álvarez Meyendorff
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Antes que, el miércoles pasado, los efectivos de la Prefectura secuestraran el velero Quo Vadis en medio de la operación Atlantis, en lo que constituyó el cuarto decomiso de cocaína más importante de la historia penal argentina, con 1589 kilogramos de dicho estupefaciente hallados en operativos realizados en Canning y Escobar, hubo otro narcovelero que fue utilizado por una banda transnacional para llevar droga a España.
El 15 de junio de 2011, el velero Traful había sido remolcado por un guardacostas de la Prefectura desde el banco de arena en el que había quedado varado en Olivos hasta un muelle Puerto Madero.
Los efectivos de la fuerza federal de seguridad habían auxiliado a los tripulantes del buque luego que se activó una alerta de SOS debido a que la tormenta que se desató ese fin de semana sobre esa zona del Río de la Plata sacó al buque del canal de navegación y lo llevó hasta el banco de arena.
Debido a que el motor del velero se había averiado y se había quedado sin propulsión, los efectivos de la Prefectura lo remolcaron en el guardacostas Bahía Blanca hasta Puerto Madero. El barco llamaba la atención y podía verse desde la parte más alta de la avenida Madero, desde el helipuerto de la Casa Rosada. La nave había partido del puerto de La Plata el mismo día del temporal.
Al día siguiente, los dos únicos tripulantes del Traful descendieron del barco, les dijeron a los efectivos de la Prefectura que necesitaban buscar a un mecánico para que arreglara el motor y que regresarían en tres horas. Era todo mentira. Los dos tripulantes nunca volvieron. Caminaron siete cuadras y abordaron un ferry rumbo a Colonia, Uruguay.
Hasta ese momento, Juan Jacinto Morales Delgado y José Martín Martín tenían absoluta libertad para movilizarse. Por ese motivo no tuvieron inconvenientes en presentar sus pasaportes originales cuando pasaron por la ventanilla de la Dirección Nacional de Migraciones, en la terminal de ferries.
También usaron esas identidades para ingresar en Uruguay. Cuando se adentraron en territorio uruguayo, desaparecieron. Morales Delgado y Martín Martín se transformaron en fantasmas.
Mientras ambos tripulantes ya habían dejado de utilizar sus verdaderas y identidades y recurrieron a nombres falsos para seguir la ruta de escape desde Uruguay hasta Brasil, en Puerto Madero los efectivos de la Prefectura comenzaron a desconfiar de la situación debido a que los ocupantes del Traful no regresaban.
Entonces, desde la fuerza federal de seguridad se decidió inspeccionar la nave. Grande fue la sorpresa de los uniformados cuando en la sentina del buque y debajo de las cuchetas hallaron una serie de paquetes.
Al revisarlos y analizarlos con un reactivo, los efectivos de la Prefectura comprobaron que esos paquetes contenían 444 kilogramos de cocaína de máxima pureza.
De no haber sido porque Morales Delgado y Martín Martín se negaron a pagarle entre US$50 y US$100 por día a un skipper o timonel que los guiara por las aguas poco profundas del Río de la Plata, en las que abundan los bancos de arena, el cargamento, valuado en casi US$16.000.000, hubiera llegado a España y no lo tendrían que haber abandonado en muelle de la Prefectura, en Puerto Madero.
La carta de navegación
El velero Traful era un eslabón en el plan para llevar la droga a Europa. La segunda etapa de la ruta consistía en el traspaso de la cocaína a un barco de ultramar, en la zona de Brasil y de allí, a España. Una ruta calcada a la que utilizaron, once años más tarde, los siete narcotraficantes detenidos durante la operación Atlantis, realizada en los últimos días por efectivos de la Gendarmería y de la Prefectura.
En 2011, en medio de la conmoción provocada por el hallazgo de los 444 kilogramos de cocaína en el velero, los efectivos de la Prefectura ignoraban que el verdadero dueño del cargamento de droga era Ignacio Álvarez Meyendorff, un poderoso narcotraficante colombiano, jefe del Cartel del Norte del Valle, un operador clave en el tráfico de drogas luego del derrumbe del Cartel de Cali, comandado por los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela.
Álvarez Meyendorff había sido detenido dos meses antes, en abril de 2011, en el Aeropuerto de Ezeiza, cuando llegaba de Tahití. Tenía un pedido de captura internacional ordenado por una fiscalía de Nueva York que lo acusó de realizar importantes operaciones de lavado de dinero y tráfico de cocaína en beneficio del Cartel del Norte del Valle.
El plan para llevar el cargamento de cocaína en el velero Traful comenzó a gestarse en octubre de 2010, cuando en Delaware, en los Estados Unidos, se registró una sociedad anónima de inversión, bautizada Nehuen Corporation.
En marzo de 2010, las acciones de la empresa fueron compradas en Punta del Este por el mencionado Martín Martín. Según fuentes judiciales uruguayas consultadas por la nacion, Nehuen Corporation compró el barco, en US$300.000, a un empresario de ese país que había adquirido la nave en 2003, en los Estados Unidos. En la investigación que encararon paralelamente el juez federal Norberto Oyharbide y un colega uruguayo se estableció que esa empresa había sido creada en octubre de 2010 como parte de una pantalla para ocultar una operación de narcotráfico.
Esa presunción se fundó en dos datos que surgieron a partir del análisis del historial de Nehuen Corporation. Esa empresa no fue creada con el objetivo de dedicarse a la producción o comercialización de productos, sino que se formó de acuerdo con el modelo de las denominadas sociedades offshore .
Otro detalle que abonó las sospechas de los investigadores judiciales fue que el 15 de marzo de ese año un hombre de 50 años, nacido en Caracas, Venezuela, pero con pasaporte español, al que las fuentes identificaron como el mencionado Martín Martín, había comprado casi todas las acciones de Nehuen Corporation.
Morales Delgado y Martín Martín llegaron a la Argentina el 3 de junio de 2011 y alquilaron una amarra en un astillero de La Plata. Los acompañaba un skippper o timonel al que habían contratado para que los guiara por los estrechos canales del Río de la Plata. Según los expertos en navegación que conocen el río, salir de esos canales es garantía de que la nave quede varada.
Pero, ante la posibilidad de que el skipper que contrataron descubriera cuál era la carga que ocultaban, Martín Martín y Morales Delgado prescindieron de sus servicios.
Confiados en que, a partir de la lectura de la carta de navegación que les proporcionaba la computadora del barco y con la ayuda de los aparatos de posicionamiento satelital, podrían salir sin problemas hacia la parte profunda del río, los españoles decidieron sortear en solitario los bancos de arena.
No contaron con la tormenta y con que se les plantaría el motor, lo que provocaría que dejaran de funcionar todos los sistemas electrónicos del barco. Así, al quedarse sin aparatos de navegación, quedaron varados en la zona de Playa Onda, frente a Olivos.
El operativo Luis XV
La Justicia argentina nunca pudo encontrar el depósito en el que los narcotraficantes guardaron el cargamento de cocaína que llegó desde la zona de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Allí se instalaron narcos colombianos con el objetivo de producir cocaína, más cerca de los puertos argentinos y brasileños para concretar la triangulación y mandar la droga a Europa oculta entre la carga trasladada por aviones o barcos que no figuren en el listado de países marcados como focos del narcotráfico: especialmente, Perú, Colombia, Bolivia y México.
Morales Delgado nunca fue detenido. En tanto, Martín Martín fue apresado en 2013 en Brasil y extraditado a la Argentina. Cinco años después que abandonó el narcovelero en Puerto Madero, Martín Martín fue condenado a 14 años prisión por el Tribunal Oral Federal N° 2, de La Plata. En el mismo debate, los jueces Jorge Michelli, Alejandro Smoris y Nelson Javier Jarazo juzgaron a otros acusados que habían sido detenidos durante la operación Luis XV. Dicho operativo terminó con el secuestro de 253 kilos de cocaína que la organización enviaba a Europa, ocultos en muebles de estilo.
Para los jueces y la fiscalía, la droga secuestrada en el narcovelero Traful y en el depósito de Lanús donde se ocultaba en los muebles pertenecía a la misma banda, que era comandada por Álvarez Meyendorff. El juicio terminó con nueve integrantes de la banda condenados.
La madre, la esposa y los hijos de Álvarez Meyendorff fueron condenados en noviembre de 2019 por el Tribunal Oral Federal N° 2 de La Plata, que los consideró responsables de lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas.
Para la Justicia, los familiares del jefe narco colombiano y otros quince cómplices lavaron por lo menos US$8.000.000, que fueron el producto de diversos cargamentos que mandaron a Europa. En el momento de ambas sentencias, Álvarez Meyendorff ya cumplía una condena en una cárcel de los Estados Unidos, donde fue juzgado después haber sido extraditado en 2013.ß
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