ADN del crimen: dos homicidios separados por ocho años, los secretos que aún esconde la casa del horror en Miramar
Gastón Bustamante tenía 12 años, cuando lo asesinaron, en 2011; a su padre lo mataron en la misma vivienda, ocho años después; su esposa y madre del niño es la única detenida por el último homicidio
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Pasaron más de once años y el homicidio de Gastón Bustamante sigue impune. Pero un juicio oral que se realizará este año por otro asesinato ocurrido en la misma casa en la que vivía el niño, de 12 años, podría abrir la puerta para esclarecer el crimen que conmocionó a Miramar.
Actualmente, el misterio sobre quién mató a Gastón persiste a pesar del paso de los años.
No hay ningún condenado por el homicidio. El cuñado de la víctima era el único acusado por el asesinato, pero Julián Ramón fue sobreseído en septiembre del año pasado. Ramón pasó cuatro meses detenido a pesar de que era inocente.
Después de once años, la Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó el último recurso presentado por el Ministerio Público de Mar del Plata y dejó firme la resolución de la Cámara de Casación Penal bonaerense que sobreseyó al cuñado de la víctima por falta de pruebas.
Gastón fue asesinado el 21 de noviembre de 2011 en la que casa en la que vivía con sus padres Carlos Bustamante y Verónica González.
El niño fue hallado en el piso de su cuarto con una media en el cuello y una almohada en la cara. Había sangre en su cabeza. Lo habían golpeado, estrangulado y asfixiado.
Confianza ciega
A pesar de que su madre fue la última persona que lo vio con vida y, aunque ni la policía ni la Justicia hallaron pruebas de que se hubiera forzado alguna puerta o ventana de la casa antes del crimen, Bustamante siempre defendió a su esposa de las acusaciones. Confiaba en ella.
Ante la presunción de que el pequeño fue asesinado por alguien de su entorno, el primer fiscal del caso apuntó las sospechas sobre Julián, el novio de Rocío, hija de una relación anterior de Carlos Bustamante.
Para fundar la imputación contra Ramón, el Ministerio Público tuvo en cuenta la huella digital hallada en un costado de un televisor y que, según el pedido de prisión preventiva, era “una huella arrastrada, como si se levantara el aparato”.
El fiscal estimó que el joven pudo haber matado al niño “por ambición” e interpretó que posiblemente ingresó en la casa de los Bustamante cuando el niño estaba solo en busca de un “dinero del cual conocía su existencia”.
En la hipótesis de la fiscalía, Ramón habría matado al niño para encubrir el supuesto robo de una suma de dinero. Pero, esa teoría fue desvirtuada por la Cámara de Apelaciones y Garantías de Mar del Plata.
Al principio de la investigación del homicidio de Gastón, el fiscal Rodolfo Moure sospechó de la madre del niño, pero en ese momento no tuvo elementos para poder fundar una imputación. Verónica González, fue la última persona que vio con vida al menor y su coartada sobre lo que hizo la mañana del homicidio presentaba varias lagunas.
No obstante, esos vacíos en el relato de González, no alcanzaban para avalar un pedido de detención contra la madre de la víctima. Además, el padre del niño defendía a su esposa.
Una nueva muerte
Sin embargo, un hecho de sangre ocurrido en la misma casa, situada en 27, entre 46 y 48, más de ocho años después del asesinato de Gastón, podría revelar el misterio sobre el homicidio de niño.
Carlos Bustamante fue asesinado a golpes, mientras dormía, en la misma vivienda en la que mataron a su hijo.
“Cuando entré en la casa encontré una silla tirada debajo de la mesa. En el sillón, ubicado en un lateral de la puerta de ingreso, había sangre en el respaldo, y al pie de ese mueble se podía ver más sangre acumulada. En el mismo comedor había dos bolsas blancas de cosméticos empapadas de sangre. Desde la puerta de ingreso a la finca hasta donde estaba Bustamante había gran cantidad de sangre. Parecía que hubiesen tirado un balde de sangre y alguien se hubiese arrastrado por toda la casa”, declaró la primer policía que llegó a la escena del crimen ocurrido el 19 de marzo de 2019.
Verónica González fue detenida por el homicidio de su esposo. En la actualidad la mujer espera la realización del juicio oral que la tiene como única acusada. Aunque no tiene fecha de inicio, fuentes judiciales indicaron que el debate se realizaría este año.
Si bien, en el expediente existen varias pruebas contra González por el asesinato de su esposo, los familiares de Gastón esperan que la mujer se quiebre durante el debate y que en las audiencias surjan elementos que puedan abonar la presunción de que habría sido la autora material del asesinato de su hijo.
Aunque en la investigación del homicidio del padre de Gastón, encarada por la fiscal Florencia Salas, no consta el móvil del crimen, para algunos integrantes del entorno familiar el sangriento desenlace de la relación entre González, de 50 años, y Bustamante, de 66, no fue inesperado.
“¿Qué hizo esa loca ahora?”, gritó la hermana de González al llegar a la vivienda, luego de que un vecino le avisó que se habían llevado a Carlos en una ambulancia. Según Susana, cuñada de la víctima, cuando sacaron a Bustamante de la casa “estaba vivo, jadeaba y se quejaba”.
Carlos nunca recuperó el conocimiento. Falleció después de agonizar durante dos días en el Hospital Interzonal de Agudos de Mar del Plata. No pudo contar lo que pasó ni mencionar el nombre de la persona que lo agredió. Sin embargo, los investigadores encontraron en su cuerpo señales que apuntaban a su esposa como presunta autora del ataque.
Al realizar la autopsia, los forenses establecieron que había lesiones en la mano derecha de la víctima. Según el informe de la médica legista Mariela Álvarez, esas heridas fueron realizadas por la agresora con sus uñas.
“Las características morfológicas de la uñas de la imputada serían capaces de producir el tipo de lesiones observadas en la mano derecha de la víctima. Son uñas largas, gruesas, lo que les confiere rigidez de crecimiento y bordes irregulares, con capacidad de provocar heridas desgarrantes con penetración en profundidad. La ubicación y la separación de las improntas ungueales presentan coincidencia con el formato de las uñas de la mano derecha de la imputada”, explicó la médica, en el informe que fue incorporado en el expediente.
Las conclusiones de la autopsia y el análisis criminalístico constituyeron elementos con los que la fiscal fundó el pedido de prisión preventiva para la esposa de Bustamante por homicidio doblemente agravado por el vínculo y por el estado de indefensión de la víctima, debido a que la mujer habría atacado a pareja mientras dormía.
Otra prueba clave contra González fue aportada por el policía Américo Andrés Benavídez, uno de los primeros uniformados en llegar a la escena del crimen. “González tenía una gran mancha de sangre en su pantalón, en la parte posterior del muslo derecho”, expresó el uniformado.
Los peritajes químicos realizados sobre ese pantalón, una remera negra y una campera rosa de la acusada concluyeron que los restos hemáticos hallados en esas prendas “corresponden a sangre humana perteneciente al grupo sanguíneo A, que coincide con el grupo determinado en la muestra sanguínea de la víctima”.
De la misma forma que ocurrió el día que mataron a Gastón, en noviembre de 2011, ninguno de los vecinos escuchó ladrar a los perros de la familia Bustamante la mañana que Carlos fue asesinado. Este elemento fundó la sospecha entre los investigadores que indicaba que el homicida estaba en la vivienda.
Según declaró la testigo, Nancy Beatriz Gerber, “los perros ladran constantemente cuando merodea algún desconocido”.
Esta hipótesis fue reforzada por especialistas en comportamiento animal que fueron convocados por los investigadores. “Los perros tienen una capacidad auditiva y olfativa muy desarrollada. Sin ningún entrenamiento específico perciben gemidos o sonidos de penurias”, expresó el médico veterinario Hugo David Viola.
Además de la ausencia de los ladridos de los perros, los responsables de la investigación policial y judicial hallaron otros elementos en común entre los dos homicidios ocurridos en la misma vivienda. Los análisis de las escenas de ambos asesinatos concluyeron que las víctimas fueron atacadas mientras dormían y estaban indefensas.
Cuando Gastón, de 12 años, fue asesinado en su casa de Miramar, hubo marchas para reclamar por el esclarecimiento del homicidio. A más de once años del homicidio que conmocionó a esa ciudad, el misterio sobre la identidad del responsable del crimen sigue. Aunque una circunstancia asociada a un asesinato ocurrido ocho años después en la misma casa, podría echar luz sobre el nombre la persona que mató con sus manos a Gastón.
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