ADN del crimen: Candela, la niña de apenas 11 años que fue víctima de una venganza que horrorizó a todo el país
La menor de 11 años fue secuestrada y asesinada en agosto de 2011; dos hombres fueron condenados a prisión perpetua como autores materiales del homicidio y Mameluco Villalba espera la fecha de su juicio
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A fines de agosto de 2011, desde la cárcel, Alfredo “Juancho” Rodríguez no dudó: “Dicen que estuve marcando ranchos de los narcos de San Martín para la policía. Todo falso. Sin embargo, me lo cargaron a mí”. En esa época, el único narcotraficante apresado que operaba en los asentamientos de José León Suárez, Billinghurst y Loma Hermosa, era Miguel Ángel Villalba, alias Mameluco. El excandidato a intendente de San Martín en las PASO de 2011 había sido detenido el 11 de agosto de ese año. Once días más tarde, Candela, la hija de 11 años de Rodríguez, era secuestrada cuando salía de su casa, en Coraceros y Bustamante, en Villa Tesei.
Cuando Candela fue secuestrada, su padre, estaba preso por una causa de piratería del asfalto. Por tal motivo los investigadores lo interrogaron para que dijera si podría aportar los nombres de sospechosos que tuvieran la intención de vengarse.
Entonces, el padre de Candela mencionó a Héctor “Topo” Moreira. Dijo que lo había ensuciado acusándolo de marcar “ranchos” donde se vendía droga, en sobrevuelos realizados en un helicóptero de la Policía Federal. También señaló al policía bonaerense Sergio Chazarreta.
El 31 de agosto, después de una búsqueda de once días, el cuerpo de Candela apareció a un costado de la colectora del Acceso Oeste, a quinientos metros del puesto de comando policial en el que se instaló el comité de crisis para coordinar los operativos de rastrillaje.
Daniel Scioli y Ricardo Casal, por entonces, gobernador y ministro de Seguridad bonaerense, respectivamente, llegaron al lugar del hallazgo del cuerpo de la niña para acompañar a Carola Labrador, la madre de la víctima, que se había puesto al frente del reclamo para que los secuestradores liberaran a su hija.
A pesar del despliegue de uniformados y de recursos materiales para tratar de encontrar a la niña, de cuya búsqueda estaba pendiente el país, la pequeña no pudo ser rescatada con vida.
A once años del secuestro y homicidio de Candela, el caso sigue abierto. Hubo dos condenados en el primer juicio oral: Hugo Elbio Bermúdez y Leonardo Jara. Ambos fueron sentenciados a prisión perpetua como autores materiales del secuestro coactivo y asesinato de la niña. En tanto que Gabriel Gómez recibió una pena de cuatro años de cárcel por su participación secundaria.
Pero faltan juzgar a cuatro imputados: los mencionados Mameluco, Chazarreta y Moreira y el carpintero Néstor Ramón Altamirano. Todavía, no se fijó la fecha de inicio del debate, aunque se estima que el juicio se realizará el año próximo y estará a cargo del Tribunal Oral N° 6, de Morón.
A partir de los elementos que se sumaron al expediente durante la etapa de instrucción, más las pruebas que surgieron durante el primer juicio, para la Justicia, Candela fue secuestrada y asesinada en venganza debido una versión instalada por Moreira que señaló, falsamente, al padre de la niña de haber delatado ante la Policía Federal al narcotraficante Mameluco Villalba.
La venganza narco
A once años del asesinato que conmocionó al país la hipótesis de la venganza narco es la única que sobrevivió y será objeto de revisión durante el juicio oral que se realizará el año que viene.
Villalba, el narcotraficante que durante quince años dominó la venta de drogas en la zona de San Martín, es el único preso entre los cuatro acusados que todavía no fueron juzgados por el homicidio de Candela. El resto de los imputados espera en libertad la realización del juicio.
Las condenas, dictadas en septiembre de 2017 por el Tribunal Oral N° 3, de Morón, formado por los jueces Diego Bonanno, Raquel Lafourcade y Mariela Moralejo, fue confirmada hace dos años por la Sala IV de la Cámara de Casación penal bonaerense.
En la resolución, de más de 200 páginas, los magistrados cuestionaron la investigación policial y remarcaron la existencia de 28 denuncias que derivaron en la formación de una misma cantidad de expedientes en diversas fiscalías de Morón por falsos testimonios y plantar pistas para desviar la pesquisa.
En septiembre de 2019, el fiscal de Morón, Alberto Ferrario cerró el sumario y solicitó que Villalba, Chazarreta, Altamirano y Moreira sean sometidos a juicio oral por el secuestro y homicidio de Candela.
Altamirano fue vinculado en la causa, a partir de dos estudios de ADN de restos de material orgánico hallados en la casa pintada de rosa, en Kiernan 992, de Hurlingham, donde los secuestradores llevaron a la niña el 29 de agosto, a las 20.30. Según consta el expediente, el único que tenía dominio de ese inmueble era el acusado Altamirano, carpintero de profesión.
Sobre Moreira, un informante policial que colaboraba con distintas brigadas de la fuerza de seguridad bonaerense que operaban en la zona caliente de la actividad narco y de piratería del asfalto, pesan los dichos del padre de Candela de haberlo acusado falsamente ante los secuaces de Mameluco de entregarlo a los efectivos de la Policía Federal. Los investigadores judiciales abonaron la sospecha que indicaría que Moreira difundió esa información falsa para evitar que los colaboradores de Mameluco, en venganza, pudieran matarlo.
Contra el narcopolicía Chazarreta, los investigadores probaron el supuesto vínculo con Mameluco, debido a que le vendía protección a los soldaditos y dealers de la banda de Villalba. Además, dos testigos afirmaron que vieron una camioneta Ford Ecosport negra en las adyacencias de Coraceros y Bustamante, donde fue secuestrada Candela. Dicho vehículo pertenece a la esposa de Chazarreta, sobrina del informante policial Moreira.
Los estudios de ADN también revelaron que en la camioneta Ecosport negra hallada cerca del lugar donde se perdió la señal del celular de la niña, había perfil genético del condenado Bermúdez. Además, la información obtenida a partir de los cruces telefónicos permitió comprobar la presunta vinculación entre Bermúdez, Jara y Moreyra.
A partir de la reconstrucción del secuestro de Candela realizada por los investigadores, se determinó que los tres hombres que, el 22 de agosto de 2011, la tomaron cautiva a las 15.30, se dirigieron por Bustamante hacia Vergara y desde allí, continuaron rumbo a la zona de San Martín. Allí, el celular de la víctima, fue captado por la antena instalada en el barrio La Finita. A cuatro cuadras de dicha antena vivía el acusado Moreira.
El cadáver como mensaje
Según consta en el expediente, el informe de la compañía de telefonía celular indicó que el aparato con la línea 6390-12... fue captado por última vez el 22 de agosto a las 17 por la mencionada antena, instalada en el Camino de Cintura o Brigadier Juan Manuel de Rosas 5381 de Loma Hermosa, partido de Tres de Febrero. El sector de la antena que habría tomado la señal del celular de la niña habría sido el N°3 que abarca la zona del asentamiento Costa Esperanza, en el partido de San Martín.
Los secuestradores mantuvieron cautiva en esa vivienda a Candela durante una semana. El 29 de agosto, ante la posibilidad de que fueran descubiertos por los policías que buscaban a la niña, llevaron a la menor a la casa de Kiernan 992.
Según figura en la sentencia contra Bermúdez, entre las 20.30 del 29 de agosto y las 8.30 del día siguiente, Candela fue asesinada. El 31 de agosto, los secuestradores habrían realizado un llamado para llevar a los policías hacia el arroyo Morón para que investigaran una falsa pista. Esta maniobra permitió a los secuestradores sacar a la policía de la zona para poder llevar el cadáver de la niña al cruce de la colectora del Acceso Oeste y Cellini, donde fue encontrado por una mujer que juntaba cartones, cubierto con una bolsa de residuos.
Durante la búsqueda de Candela, según consta en el expediente, los comisarios de la policía bonaerense, que formaron parte del comité de crisis a cargo de los rastrillajes para tratar de encontrar a la niña búsqueda de Candela, descartaron los testimonios que apuntaban a la Ecosport negra.
No tomaron en cuenta los dichos de una pareja vecina del barrio donde vivía Candela.
Ambos testigos afirmaron que, la tarde que secuestraron a la niña, se cruzaron con una camioneta Ford Ecosport negra, con la patente tapada con un trapo. La pareja coincidió en haber escuchado el grito de una mujer que era apagado por uno de los hombres que ocupaba el vehículo. La policía demoró un mes en seguir la pista aportada por los testigos. Afirmaron que al día siguiente que Candela fue secuestrada se acercaron a la casa de la niña y le dijeron a un policía lo que habían visto y escuchado.
Pero, el uniformado les respondió que ya habían revisado las adyacencias de la esquina de Villarruel y Rodríguez y que no encontraron ninguna cámara de seguridad. Mentía.
Existían cámaras de seguridad que grabaron el paso de la camioneta y el momento en el que los testigos la cruzaron, entre las 15.35 y las 15.40, circunstancia que coincide con el instante en el que Candela fue secuestrada. A pesar de estos testimonios ningún jefe policial fue acusado ni enfrentó un proceso judicial en su contra por haber desviado la búsqueda de la niña.
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